sábado, 4 de noviembre de 2017

Retropost #1848 (4 de noviembre de 2007): Nihil in intellectu auctoris


Ayer me citaba Arcadi Espada en su columna de El Mundo (p. 18, "De los intelectuales en política", retomada aquí en su blog). Pero tranquilos, que al menos allí no soy uno de esos intelectuales en política que tan mal suenan... al menos no más que Arcadi Espada, sutil analista del periodismo y miembro fundador de Ciutadans, Partido de la Ciudadanía.

A lo que va el artículo de Espada es a criticar la conocida tesis conspiranoica de que los atentados del 11-M hubieron de tener un autor intelectual—tesis aquí atribuida al Partido Popular, "hija, finalmente, de la estupefacción y del orgullo" de un partido sonado tras la derrota electoral. Para Arcadi Espada, falla por su misma base la idea de que alguien pudo planificar que un atentado brutal haría cambiar el curso previsto de las elecciones—¿por qué no suponer, en efecto, que habría de preverse más bien el efecto contrario? La respuesta obvia y socorrida que da la teoría del "autor intelectual" (expresión que desagrada a AE) es: porque ahora sabemos lo que sucedió después. Cosa que ofende a la lógica racional de Espada: semejante milagro de previsión haría suponer un Intelectual casi divino, y de abultado cerebro, tras los atentados (o debería decir antes de ellos).


"En la teoría del autor intelectual se agrupan muchas falacias. La primera, desde luego, es como la copa de un pino mallorquín y finge desconocer que la teoría no habría sido tan fácil de sostener con los suicidas de Leganés vivos: los cadáveres son como los posos de café y cada uno ve en ellos lo que les conviene. Otras son falacias genéricas, inscritas en los manuales. La más evidente es que lo que sucede después de algo (el triunfo socialista) tenga que ser a causa de ese algo (el atentado). También la 'falacia retrospectiva' (hindsight bias) que José Ángel García Landa tuvo el castizo acierto de describirme con el refrán una vez visto todos listos, y que debería aplicarse, en especial, al juicio sobre el trabajo policial y a la relación entre policías y confidentes."

En lugar de un cerebro sutil y prodigioso, concluye Espada, nos tenemos que conformar con lo mal que el gobierno gestionó la crisis en su momento (con la insistencia en la hipótesis etarra), y con lo hábil e inmoralmente que se aprovechó el PSOE de la situación para sacar tajada a costa del PP—partido que sigue soñando con encontrar un genio maligno capaz de justificar el batacazo que se ha dado.

"A ras de tierra, sin embargo, la Justicia en prosa sólo ha encontrado un mísero hedor de sangre, suciedad y delirio. Claramente insuficiente para devolver la vida a nada."

Es un excelente artículo para defender la tesis de Arcadi Espada. Que, críticas a la actuación del PSOE aparte, parece que viene a coincidir en sustancia con la hipótesis del presidente Zapatero y la vicepresidenta de la Vega—que el juicio ha dejado todo claro, y que ya sabemos todo sobre los
atentados. Con la diferencia, quizá, que lo que aquí se presenta como opinión o juicio sobre las limitaciones del conocimiento, es en el gobierno una consigna. También es, en sustancia, la tesis de Garzón: que el concepto de "autor intelectual" no procede, no ha lugar—hasta tiene el término para Espada una indeseable ascendencia "intelectual" que lleva de Alfonso Sastre a Fidel Castro.

Bien, dejémolo en el cerebro, pues bien puede utilizarse el cerebro de que se disponga, bueno o malo, de pequeña o gran cilindrada, para el mal como para el bien—o para inducir, o instigar, o planear.

¿Fallos en la tesis de que no hay cerebro? Bien, en principio se basa también en un razonamiento insuficiente. Por ejemplo, que (al igual que hasta los paranoicos del PP tienen enemigos reales)—que un atentado delirante, un plan improbable, lleno de ruido y furia, diseñado por una panda de idiotas sin criterio, puede sin embargo (y precisamente por lo imprevisible y contingente y múltiple de las reacciones humanas) resultar en un "éxito" si no de crítica al menos de público. Que la mayoría de las veces no sucederá, es obvio. Pero en el momento en que suceda, por el famoso hindsight bias, creeremos que era un cráneo privilegiado el cabeza hueca que hizo sonar la flauta por casualidad. Este mismo razonamiento infundado de Espada, que los planes estúpidos y simplistas no pueden tener éxito, lo hacía también hace unos meses Javier Marías.


Otro corolario de la teoría de la retrospectividad relevante aquí, y que conduce a otras falacias, ya se ha apuntado. La multiplicidad de intenciones y planes, su combinación contingente. La causalidad es múltiple: la asignación de causalidad es un acto interpretativo a menudo falaz en tanto que aísla una causa como la causa. La causa de los atentados. El aislamiento de una sola línea causal identificándola como la más relevante, o como la única relevante, en un caso dado. Este ejercicio es, más allá de un análisis, una toma de posturas, o una búsqueda de aliados, o una asignación de responsabilidades con criterios no limitados a la pura interpretación. Muchas causas ha habido para esta sentencia sobre los atentados del 11-M—por citar una causa polémica, el juez instructor ordenó destruir pruebas (vagones de tren, etc.) inmediatamente tras el atentado. ¿Es eso una causa—no la causa, válgame Dios—de que la justicia sea hoy más prosaica? ¿Quién pondría la mano en el fuego diciendo que ese juez no va a ser imputado en un futuro, y separado de la carrera judicial? Yo no, desde luego. Por menos han empapelado a otros.

De modo más sofístico, dadas las limitaciones  de los parámetros en los que se emitía esta sentencia
(limitaciones reconocidas de entrada por el propio tribunal), presupone la tesis de Espada que sólo hay (¿y habrá?) lo que "la Justicia en prosa ha encontrado". Pero la Justicia no sólo ha encontrado pocas cosas, sino que ha encontrado muchos agujeros, sobre los que ha pasado de puntillas o con zancadas de equilibrista precario. La falacia es identificar lo que hay con lo que habrá, o con lo que es posible que haya. Desde aquí oigo a Arcadi tronar contra estos futuribles. Pero el descartarlos sí que nos podría llevar a otra falacia asociada a la distorsión retrospectiva—la distorsión prospectiva, o profecía autocumplida. Si creemos que ya sabemos lo que pasó, no dedicaremos esfuerzo (intelectual, policial, periodístico, judicial) a investigar más lo que pasó: y por tanto no lo reconstruiremos, y no aprenderemos nada más. retroante

Por suerte esta última hipótesis (que nunca sabremos nada más ni descubriremos nada más sobre estos atentados) sí que es un wishful thinking. Tan seguro como que el futuro viene después del presente, se tendrá en el futuro más conocimiento (público) de lo sucedido del que ahora se tiene. Pues varios cabos sueltos acabarán siendo atados, y cosas relevantes que algunos ya saben (no hablo de futuribles, sino de presentibles) se difundirán a los medios; hipótesis hoy favorecidas o sostenibles se refutarán y se harán (intelectualmente) insostenibles, y otras menos favorecidas obtendrán mayor favor. Eso es fácil de prever: colocar nombres y apellidos a los algunos y a las hipótesis concretas ya es más arriesgado, y no va de eso este post. Yo también escribiré un post, post hoc, una vez se haya cumplido la profecía de Cristo:
"Porque nada hay oculto, que no deba ser descubierto: ni escondido, que no haya de ser conocido y publicado" Publicado post hoc, claro, y a veces a pesar de hoc.

Algunas de esas cosas que han de ser publicadas seguramente ya están escritas. En papel, unas; en la dinámica propia de las cosas, otras. Aunque tengamos que esperar al periódico del futuro para leerlas. Y cuando en efecto se vuelvan legibles, no siempre será siguiendo la intentio auctoris.



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