jueves, 19 de octubre de 2017

Retropost #1830 (19 de octubre de 2007): Contestamos al Silencio

Contestamos al Silencio

Publicado en Universidad. com. José Ángel García Landa

Contestamos al silencio.
No es poesía, es papeleo.

Me refiero al silencio administrativo, el que nos administra nuestro rincón de la Administración, para así mojarse lo menos posible en hacer cumplir las normas, y dejando mejor que las fuerzas vivas locales encuentren su equilibrio natural. Le escribo a mi abogada.

Estimada Abogada:

Bueno, por lo que parece la contestación esa que nos habían dicho en la Universidad que nos darían, primero antes del verano y después en septiembre, no llega. Otro fajo de papeles que se le pierde al Rector en el fondo del cajón. Así que vamos a hacer lo del escrito al Rector pidiendo la ejecución de modo formal de sus resoluciones, conforme habíamos hablado, y luego (como tampoco habrá respuesta) lo llevaremos a los juzgados. Recordarás que visto que había dos resoluciones en firme sobre el postgrado de Estudios Ingleses, relativas a la organización del Doctorado y del Máster, se trataba de pedir la ejecución de las mismas. Ya tienes esas resoluciones y nuestros escritos al Rectorado protestando por la manera en que el Departamento las evade. Dinos por favor si hace falta algo más, o si conviene que nos reunamos para comentar algún punto.
Un saludo,
jagl

Si esperan en el Rectorado, o en la dirección del departamento de Filología Inglesa, que por no pagar cuatro duros de juicios estoy dispuesto a que se me vete de los programas oficiales de estudio, por decreto digital de la catedrática... —están muy equivocados.

El Rectorado parece considerar que ha hecho lo suficiente recordando las leyes al Departamento, y emitiendo esas resoluciones a nuestro favor. Ahora, hacerlas cumplir, eso ya es demasiado pedir, que luego la gente va y se enfada. Y mejor tener enfadados a un par de profesores titulares que a tres catedráticos y a un departamento de taifas.

No negaré que la estrategia es efectiva. Aquí la mayoría de los atropellados no llegan ni a escribir un recurso. Si alguno lo escribe, y resulta que el Rectorado ignora las quejas, o el recurso no se contesta, ¿cuántos de esos lo van a llevar a juicio? Y así vamos rodando mal que bien, y las presiones de la ley y de los poderes fácticos encuentran su punto de equilibrio más adecuado para el ecuánime Administrador.





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