Publicado en Semiótica. com. José Ángel García Landa
Especulando
sobre un posible tema para mi conferencia de París... Aún no he
aceptado ir, pero ya le estoy dando vueltas—será que tengo intención de
ir. Mejor que tratar un asunto puntual me parece que voy a ir a las
generalidades más absolutas, desarrollando una idea sobre la narración y
el tiempo que apunté aquí.
Se
trataría, en resumen, de ubicar la narración—y la narratología—en el
seno de una teoría emergentista/evolutiva de la realidad. Bueno, no
tanto de ubicarla, porque para mí que está allí ubicada es algo bastante
evidente: se trataría de poner en palabras esa ubicación, hacerla más
comunicable, más entendible para mí mismo, y apuntar de paso la relación
de la narración y la narratología con otros fenómenos naturales y
culturales, y con las disciplinas que los estudian.
Naturalmente,
estoy prácticamente indocumentado para semejante labor, que requeriría
por ejemplo la cabeza que escribió la Fenomenología del Espíritu, o al
menos una cabeza capaz de entender a la vez ese libro y, pongamos, la
Breve Historia del Tiempo de Stephen Hawking. Y de conectarlos con la
narratología. En fin, afición no me falta. Al menos me he leído, y hasta
estoy traduciendo, la Filosofía del presente de George Herbert Mead—que
debería ser otra pieza de este puzzle, o por decirlo con Shakespeare,
otra cipher of this great account. Así que baste con eso, y que perdonen
al bending and 'umble author, si le falta una musa de fuego y se queda
la historia a medio contar, o no le da para efectos especiales.
Está
de mi parte el hecho de que el relato que hay que contar es, en cierto
modo, bien sabido. Es la historia de la narración como parte de la
historia de la comunicación y del lenguaje, como parte de la historia
humana por tanto, como parte (así pues) de la historia de la evolución, y
en especial de la evolución de las representaciones temporales. Pero
para que haya representaciones temporales ha de haber primero seres
capaces de elaborar esas representaciones, y, to cut a long story short,
primero ha de haber experiencia del tiempo, y antes de eso, ha de haber
procesos complejos (como la vida) y antes de esos procesos ha de haber
procesos simples, o sea, tiempo que transcurra. Esperemos que también
haya tiempo para comprimir todo este tiempo en una hora. De momento ya
me ha cabido en un párrafo.
Por
resumir aún más: Hay que ver a la narración como una forma compleja y
emergente de la experiencia temporal—y a la narratología como fenómeno
emergente en interacción compleja y dialéctica con la narración
lingüística y con otras formas narrativas de la experiencia. Aquí puedo
utilizar ciertas ideas que apunté en mi nota sobre emergent narrativity.
Y otras cosas que irán emergiendo.
Un
punto central para organizar todo el razonamiento y que no se escape de
las manos (en la medida de lo posible) puede ser precisamente, y cómo
no, uno de mis hobby-horses, la retrospección. Se defina como se defina
la narración, de modo más o menos inclusivo, sigue resultando que las
formas narrativas más centrales, naturales, arquetípicas, básicas, etc.,
son retrospectivas. Recuerdo aquí una de las definiciones de narración
que utilizo en mis clases de comentario de texto: narración es la
representación secuencial, y retrospectiva, de una serie de
acontecimientos interpretada y evaluada—lo cual incluye a la típica
película cinematográfica, al teatro, a la novela, la historia, la
anécdota conversacional, el reportaje... Aunque luego haya formas
marginales, o derivadas, no retrospectivas, o que carezcan en mayor o
menor medida de acontecimientos, o de interpretación, o de evaluación.
La
retrospección, o quizá mejor la retrospectividad, es interesante como
punto de referencia precisamente por lo que supone de retorno a una
secuencia de acción ya transcurrida. Es decir, por lo que tiene de
representación en el sentido más literal del término, volver a presentar
lo que ya ha transcurrido. Podríamos decir que un esquema secuencial
orientado al futuro, como un plan, por ejemplo, también es una
"representación" en sentido amplio, claro—aunque su referente no se haya
"presentado" todavía—pero parece que una secuencia de signos
retrospectiva es un modo de representación más central, un retorno
semiótico a una secuencia de acción ya transcurrida.
No
todo retorno a lo ya transcurrido es una narración, claro. Falta el
elemento de comunicación—una narración es algo comunicado, un texto o
sistema de signos o señales que permite una disociación de la
experiencia. Y la narración es tanto más elaborada cuanto más produce
esa disociación de la experiencia o "realidad virtual"—aunque no quiero
decir con ello que los videojuegos sean la forma más elaborada del arte
ahora.
Otros dos puntos a tener en cuenta:
a)
las modalidades de motivación realista (he mencionado la focalización),
que estructuran una representación por referencia a procesos
representacionales más básicos, como la percepción - o justifican una
narración "artificial", artística o compleja, edificándola sobre la
motivación de una narración natural (la novela epistolar, etc.).
b)
la idea de Goffman según la cual el uso del lenguaje descansa sobre un
iceberg sumergido de acción presupuesta, esquemas de comunicación social
establecidos, y no verbales, sino procedimentales. Es otra dirección en
la cual buscar un asentamiento del discurso narrativo en procesos de
organización de acciones que le preceden.
Lo
que hay que tener presente es que esta diferencia entre la secuencia
inicial de procesos perceptibles y su representación, o entre la
secuencia de acontecimientos y la comunicación de esa representación en
un texto, no es una diferencia tajante. La percepción es de por sí un
fenómeno semiótico, una representación, y por eso la narratología
recurre constantemente para su organización a la reelaboración de
procesos perceptivos (por ejemplo, en la focalización). La memoria es ya
una reelaboración semiótica de segundo orden, y que supone una
activación de señales en zonas cerebrales diferenciadas de las de la
percepción inmediata. (Podríamos decir que la memoria es más narrativa
que la percepción—de momento, ya es retrospectiva). También es una
diferencia gradual, por tanto, la que existe entre la comunicación y la
experiencia interna. La memorización ya es una cierta auto-comunicación,
y la noción pragmático-interaccionalista de auto-interacción, es decir,
de señales que el organismo se dirige a sí mismo es crucial para
establecer puentes graduales entre procesos externos, percepciones,
representaciones memorísticas, reelaboración mental de modelos de
acción, y narraciones verbalizadas (o representadas con otras
tecnologías).
Es
ésta una escala ascendente y descendente, o una vía de doble dirección,
porque el principio de retroalimentación cibernética se aplica en cada
uno de los escalones: las modalidades lingüísticas de narración, o las
cinematográficas, influyen en la manera en que elaboramos
representaciones mentales de las acciones. Y las representaciones
mentales, memorísticas, o en general las señales internas que sirven
para el procesamiento de procesos se retroalimentan sobre la percepción.
Y,
de modo más general, como decía Wilde, traemos a la vida a la
Naturaleza mediante nuestras percepciones. Así que esta Great Chain of
Narrativity está bien trabada de principio a fin, desde el origen del
Universo en el Big Bang hasta la teoría narrativa que nos hace concebir,
o analizar, estos procesos.
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