Retropost #1715 (30 de julio de 2017): Mañana, de vuelta

Mañana, de vuelta

Publicado en Personales. com. José Ángel García Landa


a Zaragoza. Que será larga, ancha es Castilla-León. Pero para hoy me parece que aún planeamos la última excursión a Estaca de Vares, el norte del norte. Y entretanto tenemos cumpleaños de Mrs. B. ¡Felicidades! Al contrario que a mí, le encantan los cumpleaños propios y ajenos. Pues a disfrutarlo.


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domingo, 30 de julio de 2017

Retropost #1714 (30 de junio de 2007): La narración conversacional



La narración conversacional

Publicado en Semiótica. com. José Ángel García Landa


Apuntes sobre el libro Conversational Narrative, de Neal Norrick (Amsterdam: Benjamins, 2000). Que trata del uso de la narración en medio de la conversación, ya sea informando, cotilleando o contando anécdotas personales o chistes. (Antes había trabajado Norrick sobre el humor en la conversación).


El planteamiento parte de la tradición sociolingüística de Labov, aderezada con Wallace Chafe, Deborah Tannen, Harvey Sacks y Livia Polanyi, que son los autores más citados—junto con los estudios de Bartlett sobre la memoria. Comienza el libro con planteamientos metodológicos sobre la estructura narrativa y sobre elementos formulaicos y repetitivos en la narración oral, pasa luego a ocuparse del tema de los relatos repetidos y el acto de recontar; luego presta atención al encuadre de los relatos en el proceso de la conversación, clasifica los tipos de narración conversacional y compara las narraciones conversacionales espontáneas a casos próximos como el relato de chistes y los relatos en obras dramáticas. Termina con conclusiones que sugieren posibles desarrollos de la investigación sobre este tema.

En conjunto me ha parecido interesante aunque limitado (esto a pesar de su voluntad de ampliar el planteamiento metodológico, proporcionar un panorama más completo de la narración conversacional, y juntar perspectivas diversas)—un tanto cuadriculado, machacón y poco especulativo; demasiado atado a su método y lo que le permite ver. Poco tienen que ver sus análisis de los relatos en Shakespeare o Beckett con lo que haría un crítico literario, que iría mucho más allá en su análisis del relato en contexto, con respecto a la personalidad del narrador, la temática de la obra, etc. El seleccionar sólo determinados aspectos de los relatos conversacionales, sin embargo, sí aporta conocimientos nuevos sobre esos aspectos en concreto.

El capítulo introductorio señala que los conversadores pueden usar la narración para propósitos distintos. Generalmente uno toma protagonismo en el acto narrativo y asume el papel de narrador; enfatiza Norrick que los demás sin embargo siguen interactuando; "El narrador (teller) introduce la historia para asegurarse el interés de los oyentes, hacerse con el control del turno conversacional, y asegurar la comprensión. Entonces el narrador debe dar forma a los materiales que recuerda adaptándolos a una actuación verbal diseñada para el contexto presente. Este puede incluir interrupciones y comentarios de los oyentes; de hecho, los receptores pueden intentar redirigir la línea del relato, reformular su asunto (point) o incluso volverse co-narradores del relato con todas las de la ley. En cualquier caso, los receptores del relato al parecer pueden comprender y evaluar el relato que oyen lo suficientemente rápido como para responder adecuadamente a él, quizá con relatos propios a juego. Describir estos procesos ha de ser un objetivo fundamental de para ofrecer una imagen completa del uso efectivo del lenguaje". (1; traducción mía).

Critica Norrick la imagen del relato demasiado unilateral ofrecida por los estudios de Labov y Waletzky. Al no estudiar relatos espontáneos, sino inducidos por el investigador, primaban el papel de un narrador al que se escucha, sobre el proceso efectivo de la interacción conversacional. (Vamos, que el contexto de la investigación era un tanto artificial). Norrick emplea grabaciones de conversaciones espontáneas entre amigos o familiares. Para Norrick, "La investigación sobre la narración conversacional debería concentrarse en el proceso de cómo se consigue hacer interactivamente una narración entre narrador(es) y oyent(es), observando además las diferencias entre narraciones efectuadas por primera vez, relatos renarrados, y relatos repetidos con frecuencia" (2). También enfatiza más Norrick la función actual del relato, antes que la secuencia "original" de acontecimientos: "Labov & Waletzky toman una secuencia de acontecimientos como la subestructura preexistente de las narraciones personales. Pero los relatos extraidos de conversaciones auténticas muestran que los narradores recrean sus recuerdos de los acontecimientos pasados para adecuarse al contexto presente. Lejos de simplemente recapitular la experiencia pasada, los narradores a menudo parecen revivir, reevaluar y reconstruir la experiencia recordada" (2).

Este planteamiento me interesa, por su relación con la retroactividad de la retrospección —un asunto obsesivo para mí. También promete un planteamiento interesante para desarrollar una teoría de la ficcionalidad (algo que me podría interesar si me decido a hablar sobre este tema en la conferencia de París). Lástima que esta línea de razonamiento no está realmente desarrollada en el libro, ni lleva a conclusiones que vayan mucho más allá de lo aquí dicho.

Quita énfasis, pues, Norrick a la secuencia básica de acontecimientos (una pérdida de énfasis que se ve en muchos enfoques contemporáneos sobre la narratividad ). Enfatiza, en su lugar, algunos elementos verbales e interaccionales: "Mis propios datos conversacionales muestran a los narradores organizando sus intervenciones en torno a la repetición y a la formulaicidad tanto como en torno a la secuencia: también ilustran más estabilidad en la evaluación y en el diálogo que en la secuencia de acontecimientos en las historias renarradas" (3)

En línea con los teorizadores de la recepción (Iser, etc.) aquí se enfatiza todavía más la esquematicidad de la actuación narrativa: "el receptor de una narración conversacional debe trabajar incluso para actualizar un esqueleto narrativo a partir de una actuación a menudo polifónica y discontinua" (4). El proceso narrativo también transforma al narrador volviéndolo a poner en contacto con la experiencia y activando rememoraciones y llevando a reevaluaciones de los hechos pasados a la luz de la situación presente. "Por tanto debemos rechazar la definición de Labov de la narración como un método de recapitular la experiencia recordada, en la medida en que suponga que el recuerdo de la experiencia pasada permanece inalterado por la narración" (4). Recontar es recordar, y recordar es re-acordar lo narrado no sólo entre sí, sino con lo sucedido después: un planteamiento que podría llevar a Norrick en dirección a la hermenéutica de la experiencia temporal, pero no lo hace, pues se mantiene en límites disciplinarios mucho más concretos.

El contexto presente ayuda pues a entender la narración que se hace de los acontecimientos pasados: "Para entender estos relatos espontáneos, debemos investigar los contextos conversacionales que los ocasionan, y los propósitos que cumplen" (5). Así, hay muchas ocasiones para la narración conversacional (algo que escapaba al método planteado por Labov, que solicitaba del sujeto una narración). Salen a la luz con este enfoque los prólogos y resúmenes que utilizan los hablantes para establecer la narrabilidad de los relatos, y para enviar señales sobre el tipo de reacción que esperan. También hay que estudiar la manera en que un relato enlaza con otro propuesto a continuación por el interlocutor. Se obtiene un panorama distinto de la actuación narrativa estudiando los contextos efectivos de narraciones auténticas. "Por consiguiente, propongo complementar la descripción estructural de las estrcuturas narrativas que subyacen a los relatos con un micro-análisis de las estrategias de los narradores, para desarrollar una retórica de la narración conversacional junto con una descripción de los contextos que dan lugar a relatos conversacionales y de los efectos que tienen en la interacción circundante" (5-6).

Además de memorizarse secuencias de acontecimientos, en la narración se memorizan secuencias verbales específicas, porciones textuales, fórmulas—las historias renarradas muestran señales de las veces anteriores en que se han narrado.

Utiliza Norrick la teoría de marcos siguiendo a Tannen especialmente—aunque creo que se le podría sacar más partido a la multiplicidad de usos que encuentra Goffman para el concepto de marco, aplicándolos específicamente a la narración.

Norrick, como Chafe y otros, enfatiza el carácter "aditivo" del lenguaje hablado frente al carácter "subordinativo" el texto escrito. (11). (Me queda la duda, sin embargo, de si subestima subordinaciones conceptuales, implícitas, marcos dentro de marcos, etc.,—en favor de elementos superficialmente o más visiblemente aditivos).

Al enfatizar la preeminencia de elementos formulaicos, evaluativos, etc. sobre la secuencia de acciones, también veo un posible problema… si las evaluaciones de un hecho cambian con la distancia temporal, quizá las evaluaciones también parezcans ser candidatas para la reelaboración en distintas renarraciones. Y las fórmulas, ¿no pueden pasar también de unos relatos a otros distintos, si en la renarración de esos han resultado ser eficaces? Quizá cada análisis concreto de un relato, en profundidad, nos proporcionaría resultados que escapan a un método que sólo seleccione ciertos elementos para su valoración. Aunque sea malo para las conclusiones generales...

(... de hecho Norrick admite, de modo a la vez interesante pero insuficientemente desarrollado en sus conclusiones, que el propio analista, como cualquier oyente, también ha de reelaborar las actuaciones verbales que analiza para extraer de ellas relatos que pueda analizar. Pero el método analítico que sigue para extraer la "narración básica" a partir de una secuencia conversacional es de hecho el aspecto más cuadriculizante, abstractivo y cuestionable de todo el enfoque de Norrick).

Norrick graba conversaciones con el conocimiento de los sujetos, arguyendo que al poco rato se deja de prestar atención a la grabadora, "nos cuesta estar pendientes de oyentes no directamente presentes frente a frente" y "la grabadora tiene poco o ningún efecto" sobre las conversaciones grabadas (18). Sea como sea, sus datos ponen de manifiesto "que la narración surge de, y prolifera con, el contexto conversacional concreto; hacen resaltar la naturaleza interactiva de la narración, y el papel clave que juega el público" y contrapesan otros datos que provienen de tantos análisis de narraciones literarias o cuidadosamente seleccionadas, y escritas.

Sobre este punto habría que observar que estas conversaciones orales siguen estando escritas, o transcritas: y que para desarrollar ciertas direcciones del tipo de estudio que plantea Norrick será imprescindible presentar los datos y análisis en formato electrónico, con vídeos y ficheros de audio. Aunque yo personalmente no voy a ir por ahí.

Para la transcripción, escribe Norrick sus narraciones a modo de versos, constituido cada uno por una unidad de entonación. "Los textos escritos se estructuran en torno a oraciones completas; mientras que el lenguaje hablado se organiza en torno a las unidades de entonación" (20)—afirmación que se presta, claro, a matizaciones. Emplea signos para marcar interrupciones, superposiciones de turnos, enlaces sin solución de continuidad entre hablantes, etc.

El capítulo 2, "Internal narrative structure", propone métodos para "extraer" narraciones de modo sistemático a partir de las interacciones, y define algunos conceptos y procedimientos.

"Defino elemento narrativo como una frase con forma verbal del pasado que describe una acción o cambio de estado; y defino narración (narrative) como un conjunto coherente de dos o más elementos narrativos". (28). (Se verá que si esto se toma al pie de la letra es una cuadrícula artificial, y si no, el sistema debería reformularse. Tómese esta narración donde Juan le cuenta a Paco: "Esta mañana me encuentro a Pedro y le digo, oye, a ver si me pagas lo que me debes, y el tío me dice, eso digo yo, a ver si te lo pago"—Que no es una narración según los criterios recién expuestos. O, preguntemos qué es "coherente", pues la coherencia muchas veces depende del criterio de quien es capaz de verla).

Siguiendo a Polanyi, Norrick junta las intervenciones de narrador e interlocutores para llegar a determinar una narración coherente para el analista; "una estrategia que tiene perfecto sentido desde mi punto de vista, en la medida en que refleja la tarea a la que se enfrenta un auditor que tiene que componer una estructura narrativa coherente de una actuación conversacional polifónica" (29). Por otra parte, no se vé bien para qué busca Norrick establecer esas simplificaciones esquemáticas de relatos—para determinar su identidad, quizá, pero es en todo caso son cuestionables estas "estructuras narrativas" abstractas tanto en su interés para lo que busca Norrick (pues dejan de lado muchos aspectos interactivos y textuales) como en la metodología un tanto mecánica mediante la que se obtienen. Critica Norrick a Labov & Waletzky por su metodología un tanto mecánica para determinar la secuencia narrativa, pero su propio método tampoco parece mucho más elástico. Sí quiere, sin embargo, prestar atención a elementos retóricos ajenos a la mera secuencia, como son la construcción de diálogo, el uso de fórmulas, y fallos de producción discursiva. (Elementos que curiosamente parecen eliminados por las definiciones que ha dado).

Propone dar cuenta de relaciones semánticas (uso de presuposiciones, etc.) acudiendo al concepto de marcos situacionales. También hay un segundo tipo de marcos, marcos narrativos, o macroestructuras de distintos tipos de relatos siguiendo a Quasthoff.

El capítulo 3 se plantea estudiar la formulaicidad y la repetición en la actuación narrativa. Veo un problema en una interpretación demasiado simple o limitada del concepto de formulismo. El uso de fórmulas verbales fijas (refranes, expresiones idiomáticas, etc.) no puede separarse del problema de la cuestión de grado: del hecho de que estamos hechos de formulismos diversos, a nivel de arquetipos, macroestructuras, esquemas retóricos, historias habituales, ideologemas, etc. Es crucial al tratar el problema del uso de fórmulas el ver cómo la simple cuestión del formulismo lingüístico se enraíza y se entremezcla con el problema más general del carácter codificado o estructurado de la actuación en general. Y este problema aquí no se plantea.

No carece de interés, sin embargo, el estudio de los formulismos verbales en sí. Norrick observa cómo se utilizan para orquestar o subrayar el proceso narrativo. También toma de Tannen el concepto de formulismo local o espontáneo, con valor de tal en el contexto de una sola interacción.

La repetición, también según Tannen, establece esquemas, hace reconocible la estructura, orienta el suspense y la respuesta. Bajo "repetición", Norrick incluye paralelismos fónicos o léxicos, pero no engarza sus ideas con la tradición retórica o de crítica literaria, que ha llevado este tipo de análisis estructurales mucho más lejos.

Más interesante es el capítulo sobre la renarración. (De hecho, yo llegué al libro de Norrick siguiendo un interés en la repetición y reelaboración narrativa, que desarrollé en mi artículo "Narrating Narrating", que ahora está en prensa). Chafe había trabajado ya sobre el tema, pero "Chafe describe el relato como si fuese un proceso de recuperar información de la memoria, seleccionarla, y verbalizarla; pero yo veo la producción del relato como una reconstrucción más que un simple rememorar. Tiendo a ver a los narradores atrapados en un contexto dinámico y en su propia actuación, narradores que adaptan una historia básica para adecuarla a las necesidades temáticas presentes de la interacción. Al contar nuestras historias personales, creamos y recreamos nuestro pasado a la luz de nuestras necesidades y preocupaciones actuales, en lugar de simplemente recapitular una experiencia almacenada" (69).

Los análisis concretos, sin embargo, son menos fascinantes de lo que promete este planteamiento, quizá porque el tipo de análisis es demasiado rígido y atado a procesos concretos como para dar cabida a un estudio en profundidad de motivaciones y actuaciones. Por ejemplo, la comparación efectiva entre los acontecimientos originales y su narración cae por completo fuera de la metodología aquí planteada. Se apuntan elementos interesantes de los que caben en el método de Norrick: la función de repeticiones literales y paralelismos en distintas versiones de un relato, por ejemplo. Pero algunos elementos mecánicos del análisis de Norrick interfieren con las intuiciones que le guían o las conclusiones a las que llega: un análisis más libre, integral y profundo ayudaría más a justificar esas conclusiones, o a llevarlas más allá.

Entre los relatos contados por segunda vez hay un tipo especial, los que son marcados como tales (aunque toda diferencia es cuestión de grado, sin duda). Según Norrick, esta marca no es sólo una precaución del hablante para presentar material que podría ser rechazado por conocido, sino que también "la mención de una historia familiar puede a veces suponer para los interlocutores una invitación para sumarse a contarla" (83). Son frecuentes en familias o grupos de amigos muy unidos: "Y aunque estos relatos pueden narrarse principalmente para divertirse, funcionan simultáneamente para recordar a los miembros un pasado común y valores compartidos, de manera que refuerzan el sentimiento de una identidad de grupo" (84). A veces se da un toma y daca interactivo, con sucesivas fases de acuerdo gradual para llegar a una historia, que intensifica la interacción y relación personal: "la co-narración modula la relación personal de múltiples maneras, primero porque permite a los participantes revivir experiencias comunes, segundo porque confirma la unión que comparten a largo plazo, y tercero porque la experiencia misma de la narración colaborativa redunda en sentimientos de pertenencia a un grupo" (91).

El capítulo 5 atiende a la integración de los relatos en su contexto onversacional. "Los conversadores prologan sus relatos de manera que justifique su narrabilidad (tellability) y para enviar señales sobre el tipo de respuesta que esperan" (106). Lo importante no es la novedad o interés de por sí del relato sino lo que pueda aportar a la interacción, y un relato conocido por todos vale la pena "si la co-narración promete aportar una inmersión interactiva intensa (high involvement)" (106). Los interlocutores pueden también enviar señales sobre lo apropiado o no de determinado relato, efectuar valoraciones diversas, o indicar su voluntad de completarlo con relatos propios a juego. Haciendo esto, "proclaman tener experiencias parecidas, y con frecuencia también valores y sentimientos similares" (115). En el estudio de las co-narraciones de acontecimientos imaginarios (collaborative fantasies) observa que "los detalles y acontecimientos propuestos están sujetos sólo al capricho de los co-narradores. Por consiguiente, la creación colaborativa de una fantasía conduce mucho a la relación personal (rapport)" (130); "Las fantasías colaborativas representan la forma pura de la charla de implicación mutua elevada, donde la interacción personal prevalece sobre la credibilidad y la secuencialidad" (161)—Aunque es de observar que todos interlocutores de Norrick son consonantes entre sí; faltan ejemplos de respuestas disensivas, o de narraciones disonantes o contraargumentativas.

Relatar es con frecuencia parte de una intervención retórica más amplia. Para Norrick, "Al presentar un relato conversacional, el narrador a menudo hace una apuesta por ganar al interlocutor a un determinado punto de vista sobre los acontecimientos presentados" (116). Se podría completar este estudio con ejemplos de lo que Michael Toolan llama "riesgo" en el uso de la palabra, con valoraciones problemáticas por parte del narrador que son rechazadas, historias juzgadas inadecuadas, o argumentaciones que fracasan y encuentran resistencia por parte del interlocutor. Y todo ello requeriría llevar más lejos el análisis de la pragmática lingüística hacia una ética del lenguaje y una ética tout court, o estudios ideológico-políticos. Pero Norrick no se plantea ir tan lejos; y, como digo, en cualquier caso el conflicto o debate discursivo no entran en su corpus o sus planteamientos.

Cap. 6: Variedades de la narración conversacional. Aquí aparecen según los encabezamientos (a) las narraciones personales (de autoenaltecimiento, de situaciones embarazosas o dificultades, de sueños); (b) las narraciones en tercera persona, (c) Las experiencias recurrentes; (d) Las renarraciones colaborativas (para ratificar la pertenencia a un grupo, para una tercera persona, o las fantasías colaborativas); (e) Los relatos difusos. Parece una clasificación ad hoc, quizá de casos frecuentes en su corpus, pero poco sistemática conceptualmente. Faltan, por ejemplo, las narraciones informativas, que podría uno pensar serían el caso más central o neutral (aunque ya vimos que no según Norrick, pero de ahí a que no existan...). Faltan los relatos de acontecimientos curiosos, o del interés especial del oyente o hablante... En fin, que esto será una colección de casos, pero no una taxonomía razonable. Sea como sea, arguye Norrick que "las estrategias usadas por los narradores como la repetición, uso de fórmulas, fallos de fluidez o construcción de diálogo permanecen constantes en todas los tipos de narración estudiados" (168). Es de suponer, sin embargo, que podrían elaborarse clasificaciones distintas sobre la base de diferencias interactivas efectivas: historias de engrandecimiento personal rechazadas por el auditor, por ejemplo, junto con las maniobras de corrección y negociación a que esto da lugar.

El tema de la vanity de los narradores es fascinante para una pragmática narrativa, y para mí. Según Norrick, la mayoría de los hablantes evitan relatos vanidosos, pero los chicos jóvenes (dice de hecho "students—most specially the male students")—"a menudo cuentan relatos de auto-engrandecimiento en los que salen ganando frente a otros compañeros o a la gente mayor" (136). Estas "put-down stories" parecen ser especialmente frecuentes en su corpus. Sí reconoce Norrick (—no vayamos a asociar juventud y egolatría—) que "Los narradores sí pueden, sin embargo, jactarse de modo más implícito, por ejemplo asociándose a nombres prestigiosos como quien no quiere la cosa (name-dropping) y con otras referencias aparentemente casuales a lugares y actividades prestigiosos" ("voy a dar una conferencia en París", etc.).

Los relatos de situaciones embarazosas son aún más frecuentes que los jactanciosos: "La mayoría de los narradores en mis datos evitan relatos explícitos de engrandecimiento personal; de hecho, es mucho más probable que cuenten historias de acontecimientos embarazosos, a menudo de su propio pasado bastante distante. Sin embargo, va asociado una especie de prestigio implícito al hecho de haber superado errores estúpidos del pasado. Además, la capacidad de reírse de los puntos débiles y errores de uno mismo evidencia un sentido del humor, que también cuenta como virtud. Lejos de resultar en una pérdida de puntos sociales (loss of face), la narración de relatos sobre momentos personalmente embarazosos termina funcionando como un autoengrandecimiento implícito. Además, este tipo de autoengrandecimiento es invulnerable, puesto que adopta la pose de una autodenigración" (143)—(Bueno, invulnerable... todas las estrategias retóricas se pueden desmontar, pero sí requeriría el hacerlo un esfuerzo confrontacional bastante serio).

Poco tiene que decir Norrick sobre los relatos de sueños, pues casi todo lo que se podría decir sobre el tema escapa a sus parámetros autoimpuestos. Sí dice que son como relatos de experiencias personales, pero marcados claramente como sueños (vaya)—y que un relato sobre sueño parece invitar a otro como respuesta.

Los relatos sobre acontecimientos en tercera persona parecen ser un material conversacional flojo a juzgar por el análisis de Norrick, que privilegia las oportunidades de interacción e inmersión proporcionados por la narración personal (en primera persona, claro). No es sorprendente que muchos relatos en tercera persona se aderecen con el relato de cómo llegó a nuestros oídos o cómo nos lo contaron: otra variedad del narrated narrating que Norrick sin embargo no investiga aquí.

En general, echo en falta en estos análisis muchas dimensiones para mí interesantes de lo que supone estructurar un relato y organizarlo para que produzca su efecto. Como he dicho, faltan dimensiones éticas e ideológicas, pero también estructurales: Norrick no presta atención a la manipulación de punto de vista, al juego con el tiempo, el papel de la retrospección, del conocimiento privilegiado del narrador debido a su perspectiva temporal (hindsight), etc. Y sin embargo estas cuestiones son tan cruciales en la narración conversacional como en el análisis de relatos literarios.

Una cosa que sucede menos en literatura, o de otra manera, debido a las características del medio, es la conarración interactiva durante el proceso de elaboración del relato. Como ya he dicho, Norrick enfatiza la consonancia más que la disonancia. "Incluso sin una coda final que exprese un acuerdo sobre la evaluación de un acontecimiento pasado o sobre la cuestión clave del relato (the point of the story), la narración colaborativa sirve para ratificar la pertenencia a un grupo y para modular la relación personal de múltiples maneras, promero porque permite a los participantes revivir experiencias comunes destacables, segundo porque confirma la unión que comparten desde hace tiempo, y tercero porque la experiencia misma de la narración colaborativa produce sentimientos de pertenencia común. Además, la narración colaborativa ayuda a fijar la forma verbal de una experiencia compartida para los participantes" (157).

Se echa en falta aquí una importación de conceptos de crítica literaria tales como el resisting reader (interlocutor resistente, diríamos aquí), la diferencia entre receptor implícito modelado por el discurso y receptor efectivo, uso de narratarios interpuestos, que también lo hay, etc.

Otro concepto interesante usado por Norrick es el de relato difuso, emergente parcialmente sobre el trasfondo conversacional, y que permite establecer un continuo de formas entre los elementos narrativos aislados, con un narrador central, y la interacción conversacional que les sirven de trasfondo y de la que pueden surgir. (168). Lo que sí parece evidente es que cualquiera de los otros tipos clasificados por Norrick puede ser un relato más o menos difuso o más o menos bien delimitado.

Capítulo 7: Extensiones del enfoque. Aquí se presentan análisis de otros tipos de narraciones conversacionales más "literarios": chistes, por una parte, y escenas de narración conversacional en Romeo y Julieta y Endgame por otra. En los chistes, se enfatiza el riesgo de fracaso a la hora contar chistes viejos, pues la evaluación es inmediata—aunque para mí que muchas veces se cuentan e igual sirven para intensificar la relación personal, aunque fracasen como novedades. En Shakespeare y Beckett se enfatiza la manera en que utilizan recursos (repeticiones, variaciones, interrupciones) propias de las narraciones reales, y de ahí su éxito. Aunque falta un análisis más profundo no sólo del papel estructural de estas narraciones en su contexto de la obra literaria, sino también en su contexto dentro del mundo ficticio. Como de costumbre, Norrick atiende sólo a unos pocos aspectos que son los que son objeto de su estudio, y se echa en falta un análisis más global, holístico, integracionalista, o desconstructivista, por qué no.

En las conclusiones, aparte de las recapitulaciones, se sugiere la posibilidad de estudiar cómo la narración lleva a rememorar y a recuperar detalles perdidos del pasado, y cómo los detalles concretos (aunque irrelevantes en sí) parecen tener importancia para los narradores como modo de anclar su narración en la experiencia personal, y como recurso para recordar y verbalizar.

Otro día quizá analice relatos personales de los que oigo, o de los que transcribo aquí mismo, o de los que yo mismo hago. No sé lo que valdría semejante análisis (aparte del interés autoanalítico)—pero apunto que los blogs son un nuevo medio, una nueva interfaz entre la narración interactiva y la escritura, y que pueden dar lugar a formas narrativas específicas que con toda seguridad aún están mayormente por desarrollar. Pero mi artículo sobre la narratología de los blogs, si llega a existir, habrá de esperar a otra ocasión: aquí ya he superado lo que se suele considerar un turno aceptable para un post.






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Retropost #1713 (30 de julio de 2007): Bee Uncritical

Bee Uncritical

Publicado en Ideología. com. José Ángel García Landa


Cito de La voz de Galicia de hoy (Domingo 29 de junio):

Las reinas lavan el cerebro a las obreras con química. Desvelado el secreto de la dominación en las colmenas. Según un estudio publicado en Science, la reina les lava el cerebro a las obreras, que sólo encuentran sentido a su vida sirviendo a quien ostenta el poder. Los autores de la investigación sostienen que la reina—por cierto, se aparea con muchos zánganos para que la diversidad genética garantice la supervivencia de la colonia—expele una sustancia química que reduce la capacidad de aprendizaje de las obreras jóvenes. Las bloquea para descubrir y evitar peligros (...).

En las colmenas humanas, ejércitos, partidos políticos y grupúsculos feudales, las cosas no funcionan a base de química, sino a base de identificaciones con grupos, intereses creados, espíritus de cuerpo, y métodos disciplinarios de exclusión e intimidación. Y en Occidente al menos, la erótica del poder más bien parece excluir y sustituir a otros tipos de erotismo antes bien que a edificarse sobre ellos—aunque casos hay para todos los gustos, mira Kennedy.

Sea como sea, estas analogías himenópteras tienen su belleza metafórica, y son precisas en un punto: los efectos colaterales del liderazgo parecen idénticos, en lo que se refiere al embotamiento mental producido en los adláteres, y la proliferación de actitudes acríticas hacia el líder. Vamos, que igual hasta hay química de por medio.



sábado, 29 de julio de 2017

Enamorarse o morir


Vaya, vuelven a seleccionarme los robots (supongo que son los robots) para una lista de grandes éxitos en versión cover. Esta vez se trata de canciones de Aute, y en concreto salgo en el número 11 de la lista con Enamorarse o morir.  Cualquier cosa menos callar, con lo majo que salgo callado.


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Retropost #1712 (29 de julio de 2007): Terroristas subvencionados

Terroristas subvencionados

Publicado en Terrorismo. com. José Ángel García Landa


(29 de julio de 2007)

Por fin va saliendo todo a la luz. Le cuesta, pero va saliendo. Hoy contaban en Onda Cero y en El Mundo que se acaba de revelar un elemento más del Proceso de Zapa impulsado por el gobierno autodenominado socialista para "acabar con la violencia de Eta". Se trataba de ponerles una pensión a los terroristas. Ya lo habíamos dicho aquí el año pasado, pero alguno podía pensar que eran delirios o manías de agoreros o blogueros obcecados. En absoluto. La realidad, como sucede con frecuencia, es mucho peor de lo que podrían hacer pensar los diagnósticos más pesimistas.

Hoy salen detalles, que especifican que se iba a poner a los miembros de la Eta una pensión de 1.500 euros mensuales, en un plan diseñado a diez años; pero no quedaba ahí la cosa, pues se contaba con pedir ayudas a proyectos de la Unión Europea. Supongo que para eso se llevó el tema de la negociación con la Eta al Parlamento Europeo, en una de las actuaciones más vergonzosas de esa institución.

También se estaba diseñando un plan con grupos y asociaciones de empresarios, para fomentar la contratación preferente (con subvención por medio, claro) de los asesinos, matones, bandarras y borrokos, por encima de la gente de bien. Porque esos se van a aguantar, pero a los facinerosos hay que tenerlos contentos. Que si no, matan y destrozan. También podría contarse, por supuesto, con la colaboración del gobierno vasco para reubicar y proporcionar empleos y sinecuras a los criminales en excedencia.
Hasta aquí es hasta donde les da el cerebro, y la ética, a nuestros actuales dirigentes.

A dónde se conduce con estos planteamientos, queda para la imaginación o inteligencia de quien sepa usarla.

Es, pues, una nueva fase del terrorismo de estado, una variante que va más allá de tratar las declaraciones de los sesudos gudaris como si del oráculo de Delfos se tratase. Va mucho más allá de las infiltraciones con agentes dobles (criminales también), más allá de las bandas de matones alternativas (tipo Gal) y más allá de la dinámica del árbol y las nueces ya institucionalizada en el gobierno vasco, que con una mano reprende a la Eta y con otra la subvenciona indirectamente, o les desgrava a Hacienda el "impuesto revolucionario" .

Pasamos ahora a la subvención directa, a la pensión otorgada al criminal por el mero hecho de serlo, y de haberse aliado con otros criminales, y de tener simpatizantes (criminales, claro) situados en puestos políticos de suficiente influencia.

Hay que recalcar que el proceso de zaP sigue en pie. Porque hace bien poco el PSOE, y todos sus aliados (es decir, todo el Parlamento menos el PP) se negó a revocar su abyecta resolución de 2005 de poner un fin al asunto etarra negociando con los terroristas en cuanto éstos se dignen. (Ahora querrán una pensión más alta, claro—además de sus otras exigencias).
Es indecente, es patético, es estúpido. Pero me dicen que también es normal. Que siempre ha sido, y siempre será así. Que el que no se conforma con lo que tiene, o con lo que le toca, si recurre a la violencia, para hacerse con lo que no es suyo, siempre saldrá ganando de una manera u otra. Porque las leyes no sólo están para contener a los malvados, sino también, y quizá principalmente, para mantener a raya a quienes se las creen, y permitir así que quienes están dispuestos a ir más allá tengan un margen de ganancia suficiente. En las autopistas, al que va a 120 lo adelantan. Y que cada uno elija su estrategia.

Quizá sea así. Sin embargo, creo que pocas veces se ha llegado a exponer este planteamiento públicamente de manera tan abierta, tan obscena, tan ofensiva, tan perniciosa.

La ETA, por fin, terrorismo de Estado.

El proceso de paz del Partido Socialista: pensiones y trato preferente para los criminales. No lo olvidéis—y no votéis jamás, nunca máis, a estos canallas y sinvergüenzas que nos gobiernan. Denunciémoslos, antes bien, a quien quiera oírnos—aunque está claro que la mayoría del personal prefiere no pensar en el tema. Así nos va.





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viernes, 28 de julio de 2017

Retropost #1711 (28 de julio de 2007): Vuelta y media

Vuelta y media

Publicado en Nenes. com. José Ángel García Landa


(28 de julio de 2007)

Vamos a Negradas dando vueltas (infinitas vueltas) por el fondo de la ría de O Barqueiro, y llegamos hasta el lugar de los tres puentes juntos que enlazan Lugo y La Coruña. El exceso de puentes y la belleza increíble del paisaje del fondo de la ría producían la sensación de estar uno en una realidad alternativa, o en otro planeta, o en un futuro interferido con el pasado—o en Myst, como diría Álvaro. Bajamos hasta la playa que está frente a O Barqueiro, vacía del todo y que ya la querrían pillar en las Seychelles. Subía la marea tan fuerte que no avanzabas nada nadando, pero bueno, nos lo planteamos como la cinta sin fin en un gimnasio. Si te dabas la vuelta, eso sí, ibas como un torpedo ría adentro. Y luego volvemos para Viveiro, que esta tarde los nenes tienen cumpleaños del vecinito Jairo en la ermita de San Roque.

Volviendo al coche, Álvaro llevaba una bolsa de baño agarrada, y me dice:

Mira, papá, consigo darle a esta bolsa infinitas vueltas en el mismo sentido, agarrada con la mano y sin soltarla un momento.

Y en efecto, hace a la bolsa girar de modo continuado, con un hábil juego de muñeca y hombro—y sin dar vueltas él alrededor de la bolsa, que sería una solución. Muy hábil, Abo. (Puedes probar a hacerlo, dilecto lector, a ver si das con la manera).

Así que, encantado, va Abo a presumir con el pequeño Pibo:

Mira, Ivo, puedo darle a esta bolsa infinitas vueltas con la misma mano sin soltarla un momento.

Eso es imposible—sentencia Pibo.

Mira.

(Y repite Abo la maniobra, ante el incrédulo Pibo—pero éste aún tiene un as en la manga).

Ah.– ¡Pero ahora tienes que darle infinitas vueltas! Lo has dicho. ¡Infinitas!
(Álvaro, pillado en pleno vuelo: ¡Aggg!).



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jueves, 27 de julio de 2017

La realidad inclusiva del tiempo (The Inclusive Reality of Time)


Lee Smolin y Roberto Mangabeira Unger han desarrollado (en 'The Singular Universe and the Reality of Time', 2015) un enfoque evolucionista sobre la cosmología cuyas consecuencias se extienden a muchos aspectos de las ciencias duras, en forma de una perspectiva evolutiva sobre la física y las matemáticas, y una crítica de la naturaleza de los objetos ideales atemporales. Este artículo hace accesibles en español algunas de estas nociones, y propone además desarrollar la convergencia entre las ciencias físicas evolucionistas y la teoría narrativa. Esta perspectiva complementaría de modo útil la luz que arrojan Unger y Smolin sobre la complejidad, dado que la narración se ha ido formando en tanto que instrumento cognitivo con unas capacidades únicas dirigidas para la representación de procesos de desarrollo contingentes y complejos, y con los acontecimientos singulares que de ellos resultan.




English Abstract:
tiempocatedral
THE INCLUSIVE REALITY OF TIME:

Lee Smolin and Roberto Mangabeira Unger have developed (in 'The Singular Universe and the Reality of Time', 2015) an evolutionary approach to cosmology with wider consequences extending into many aspects of the hard sciences, resulting in a major evolutionary perspective on physics and mathematics, and a critique of the nature of ideal timeless objects. This paper makes some of these notions accessible to a Spanish readership, and puts forward a proposal for an increased convergence of evolutionary physical science and narrative theory. This is a perspective which would usefully complement the insights on complexity presented by Unger and Smolin, given that narrative is a cognitive instrument uniquely crafted in order to deal with complex and contingent processes of development and the singular events resulting from them.





Notes: Downloadable document is available in Spanish.
Keywords: Complexity, Evolution, Cosmology, Physics, Mathematics, Metaphysics, Philosophy, Time, Narrative, Narratology, Narrative theory, Lee Smolin, Roberto Mangabeira Unger, Singularity, Cognition, Philosophy of Science, Science

Garcia Landa, Jose Angel, La realidad inclusiva del tiempo (The Inclusive Reality of Time) (July 14, 2016). Ibercampus (July 14, 2016). Available at SSRN: https://ssrn.com/abstract=3002081
 
_____. "La realidad inclusiva del tiempo." In García Landa, Vanity Fea 13 July 2016.* (Roberto Mangabeira Unger).
         2016
_____. "La realidad inclusiva del tiempo." Ibercampus (Vanity Fea) 14 July 2016.*
         2016
  _____. "La realidad inclusiva del tiempo." Academia 17 Aug. 2017.*
         2017
_____. "La realidad inclusiva del tiempo." ResearchGate 18 Aug. 2017.*
         2017




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Retropost #1710 (27 de julio de 2007): Piscina nazi

Piscina nazi

Publicado en Ideología. com. José Ángel García Landa


Sigo leyendo Les Bienveillantes, de Jonathan Littell, imprescindible novela de 900 páginas sobre el genocidio nazi, narrada de buena fuente por el Sturmbahnführer de las SS Max Aue. En sus viajes por el Tercer Reich, va pasando por Berlín, París o Stalingrado—por sitios clave, o por el culo del mundo; conoce a personajes históricos tristemente célebres como Eichmann, Himmler o Höss, o a personas de a pie, que procuran sobrevivir o se aprovechan de las circunstancias infernales en que se atrapan unos a otros. Todo en una Europa de pesadilla, que dejaría a Dante sin esperanzas de pasar al purgatorio. La novela abunda en escenas truculentas y horripilantes que retratan los límites de lo humanamente tolerable y hacen vacilar el sentido de la realidad y los parámetros de comportamiento humanos, obligando al lector a enfrentarse al absurdo que está ahí mismo al alcance de la mano, cuando la vida del otro (y por analogía la propia) no vale nada.
Aue es según él mismo un hombre vulgar y corriente, no un sádico ni un carnicero vocacional... aunque la procesión va por dentro. Sin embargo, en su vida cotidiana, le repugna la violencia directa, y procura hacer su trabajo de capataz de verdugos de modo impersonal y eficaz, pensando en el mejor funcionamiento del sistema—eso sí: sin cuestionar nunca el sistema ni hacer nada por cambiarlo. Y aunque está, como todos, endurecido al crimen por los horrores que va viendo y cometiendo, no se le escapa sin embargo el absurdo de todo lo que le rodea. Así, durante su visita a Auschwitz, tiene sueños o visiones en en los que el mundo "ideal" que está ayudando a crear se le aparece ya realizado como un inmenso campo de concentración, donde la vida humana es una simple cifra sin valor, y filas inmensas de internos van del nacimiento a la tumba, pasando por el trabajo forzado, y de ahí al horno crematorio. Vidas inútiles y despersonalizadas, al servicio de una maquinaria que las procesa y las consume, y que ha vaciado el mundo de sentido.

Al despertarme, me parecía evidente que estos sueños serenos, desprovistos de toda angustia, representaban el campo de concentración, pero un campo perfecto, que había alcanzado un punto de stasis imposible, sin violencia, autorregulado, funcionando a la perfección y también perfectamente inútil, puesto que a pesar de todo ese movimiento no producía nada. Pero reflexionando sobre esto más adelante, como intentaba hacerlo mientras me tomaba mi sucedáneo en la sala de la Haus der Waffen-SS, ¿no era acaso una representación de la vida social en su conjunto? Liberada de sus oropeles y de su vana agitación, la vida humana se reducía a poco más que esto: una vez que uno se había reproducido, se había alcanzado la finalidad de la especie, y en cuanto a la finalidad propia de uno, no era más que una añagaza, una estimulación para levantarse por la mañana; pero si se examinaba la cosa objetivamente, como yo pensaba que podía hacerlo, la inutilidad de todos los esfuerzos era patente, al igual que la reproducción misma, puesto que no servía sino para producir nuevas inutilidades. Y así daba yo en pensar si el campo de concentración, con toda la rigidez de su organización, su violencia absurda, su jerarquía meticulosa, no sería acaso más que una metáfora, una reductio ad absurdum de la vida corriente? (572, trad. mía).

Durante sus tareas como inspector de trabajos forzados, invitan a Aue a una fiesta en el cuartel de las SS en Auschwitz, y tiene lugar una de las muchas escenas donde el horror se potencia al surgir perfectamente integrado en medio de la vida cotidiana.

Claasen me miró: "¿Quiere venir? Hay una piscina al fondo del parque." Cogí otra cerveza de un cubo con hielo y los seguí entre los árboles: delante, oía risas, chapoteos. A la izquierda, corrían alambradas entre los pinos. "¿Qué es?" le pregunté a Claasen. —"Es un campo pequeño de Arbeitjuden. El Gruppenführer los guarda allí para trabajos de mantenimiento, el jardín, los vehículos, cosas de esas." La piscina estaba separada del campo de concentración por un leve montículo de tierra; varias personas, entre ellas dos mujeres en traje de baño, nadaban o tomaban el sol en la hierba. Claasen se puso en calzoncillos y se zambulló. "¿Viene?" exclamó al salir a la superficie. Bebí un poco más, y luego, plegando el uniforme al lado de las botas, me desnudé y entré en el agua. Estaba fresca, un poco color de té; hice algunos largos, luego me quedé en medio, flotando de espaldas, contemplando el cielo y las cimas temblonas de los árboles. Detrás, oía charlar a las dos chicas, sentadas al borde de la piscina, batiendo el agua con los pies. Estalló una algarada: unos oficiales habían empujado al agua a Wippern, que no quería desnudarse; juraba y tronaba al salir de la piscina con el uniforme empapado. Mientras miraba a los otros reír, manteniendo mi posición en medio de la piscina con pequeños movimientos de las manos, dos Orpo con casco aparecieron detrás del montículo, con el fusil al hombro, empujando delante a dos hombres muy delgados con traje a rayas. Claasen, de pie al borde de la piscina, aún en calzoncillos y chorreando, llamó: "¡Franz! ¿Qué coño estáis haciendo?" Los dos Orpo se saludaron: los detenidos, que andaban con la vista en el suelo, gorra en mano, se detuvieron. "Son judetas que los han agarrao pillándose unas peladuras de patata, Herr Sturmbannführer, explicó uno de los Orpo con un fuerte acento de dialecto Volksdeutschen. Nos ha dicho nuestro Scharführer que los fusilemos." Claasen se ensombreció. "Vale, pero ¿espero que no lo vais a hacer aquí, supongo? El Gruppenführer tiene invitados." "No, no, Herr Sturmbannführer, vamos más lejos, a la trinchera de allá." Una angustia insensata me invadió sin transición alguna: los Orpo iban a fusilar a los judíos aquí mismo y los iban a tirar a la piscina, y tendríamos que nadar en la sangre, entre los cuerpos flotando de espaldas. Miré a los judíos: uno de ellos, de unos cuarenta años, examinaba a las chicas de reojo; el otro, más joven, con la piel amarillenta, mantenía los ojos soldados al suelo. Lejos de tranquilizarme por las últimas palabras del Orpo, tenía la sensación de una tensión muy fuerte, mi angustia no paraba de crecer. Mientras los Orpo se ponían de nuevo en camino, me quedé en el centro de la piscina, forzándome a respirar hondo y a flotar. Pero el agua me parecía ahora una capa pesada, asfixiante. Este estado extraño duró hasta que hube escuchado los dos disparos, un poco más lejos, apenas audibles, como el ¡pop! ¡pop! de botellas de champán descorchándose. Lentamente, remitió mi angustia para desaparecer del todo cuando ví volver a los Orpo que seguían andando con sus pasos lentos y reposados. Nos saludaron de nuevo al paso y continuaron en dirección al Campo. Claasen discutía con una de las chicas, Wippern intentaba recomponer su uniforme. Yo me dejé ir de espaldas, y floté. (553-54, trad. mía)

Esta visión o pesadilla de Jonathan Littell me ha traído a la mente un sueño que tuve hace ya unas semanas, y que me produjo una sensación parecida. Me he vuelto a acordar varias veces de él estos días, pues también era una escena de horror inhumano asociada a la vida cotidiana—una escena en la que me encontraba yo en un papel similar al del nazi Aue. Voy a intentar recomponer lo que era el episodio central, que me parece una especie de alegoría de esos horrores cotidianos que según decía Vázquez Montalbán "crucifican la Tierra en cruz gamada ". Con lo cual no quiero decir, en absoluto, que todos seamos unos nazis—naturalmente.

Se trataba de un supermercado, un hiper, vamos, pues había grandes pasillos con estanterías de alimentos, y estaba yo con la familia haciendo la compra en la sección de carnicería. Todo productos envasados, en bolsas o en bandejas de corcho blanco, al modo de los hiper. Pues íbamos pasando por unas estanterías refrigeradas, y voy echando al carrito que si unas chuletas con su etiquetado, que si unas cabezas de bebé envueltas en plástico fino. Y me paro a ver este producto, porque al modo de los sueños, resulta que a la vez era perfectamente normal, y a la vez no lo había visto nunca, o no lo había comprado nunca. El caso es que yo lo veía como por primera vez, o como si no hubiese pensado en ese asunto antes. Sin embargo conocía perfectamente el modo de empleo; eran cabezas como cocidas ya, limpias y sonrosaditas como las manos de cerdo; un poquito más grandes que un puño (eran de bebés recién nacidos). Iban envueltas en un plástico de esos muy finos que se adhieren dando varias vueltas, y casi se deshacen, que sólo hay que desenrollarlos pues no están realmente cerrados. Un producto fresco, listo para el consumo. A través del plástico no se distinguían casi los rasgos, y aunque las abrieses no parecían realmente caras humanas, sino a modo de lechoncillos casi idénticos, con facciones refrotadas, apretadas y arrugadas, y bueno, carne barata tipo menuceles. Se echaban en el caldo, o en el cocido, a veces pelándolas, o sea arrancando del cráneo la cara y la carne, que salían muy bien, todo junto, como digo ya iban algo precocidas; o bien se podían poner enteras en las judías. Y yo volvía a coger del carrito una de las cabezas que había echado, y la miraba un poco como Hamlet, y reflexionaba sobre lo poco que me fijo a veces en las cosas. Porque como digo estaba cayendo en la cuenta en aquel momento, no con horror sino con una especie de extrañeza, que si se vendían cabezas de bebé en el hiper, es que alguien estaba matando bebés en plan industrial en algún sitio.Y me extrañaba que a esos bebés no se les diera importancia. Que si se les hubiese dejado crecer, en otro ambiente, etc., hubieran sido como yo, pero tal como estaba la cosa, ellos eran para el cocido, y yo iba comprándolos con mi carro—eso era extraño súbitamente. Pero más me extrañaba el hecho de que no había yo caído en la cuenta de este detalle antes, que era como si se me hiciera la luz. ¿Cómo habría hecho yo para no reflexionar sobre todo esto hasta ese momento? Se me hacía la luz sin mayores consecuencias, por otra parte; seguía comprando, pero era curioso—que no hubiese reparado yo en que si llegaban ahí las cabezas de bebé era porque en alguna parte (¿granjas?) las estaban criando y cortando y envasando. Me quedaba un poco con la sensación de que los hipermercados nos embotan la atención. In my dream.

No sé cómo acababa mi sueño. Felizmente, bien despierto, voy al hiper, y veo que por ninguna parte se venden cabezas de bebé precocinadas. Repito, no somos todos nazis—unas cosas son los asesinatos reales, y otra los símbolos oníricos de sentido ambivalente. Aunque aunque todo sean diferencias de grado, y aunque haya cosas desagradables en nuestra cultura que pudieran simbolizarse así... las diferencias de grado son cruciales, y no conviene echarnos a todos en el mismo saco. Como amenaza con hacer este sueño o pesadilla occidental.







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miércoles, 26 de julio de 2017

El fraile y los fusilados

Comentamos el libro de Fray Gumersindo de Estella Fusilados en Zaragoza 1936-1939: Tres años de asistencia espiritual a los reos (Ed. Tarsicio de Azcona & José Ángel Echeverria; Zaragoza: Mira Editores, 2003), un documento de primera mano sobre los fusilamientos del bando franquista durante la guerra civil española, escrito por un confesor católico de la prisión.
 
Texto completo:

El fraile y los fusilados

https://ssrn.com/abstract=2999698


José Angel García Landa

Universidad de Zaragoza
Date Written: October 5, 2013


English abstract:

The Friar and the Shootings

A commentary of Friar Gumersindo de Estella's book on 'The Shootings in Zaragoza 1936-1939: Three Years of Spiritual Assistance to the Prisoners before Execution' (Ed. Tarsicio de Azcona and José Ángel Echeverria; Zaragoza: Mira Editores, 2003), a first-hand document on the shootings carried out by the Franquist side during the Spanish Civil War, written by a Catholic confessor attending the prisoners.

Notes: Downloadable document is available in Spanish.

Garcia Landa, Jose Angel, El fraile y los fusilados (The Friar and the Shootings) (October 5, 2013). Available at SSRN: https://ssrn.com/abstract=2999698
10 Pages Posted: 17 Jul 2017    




 
También aquí:
 

_____. "El fraile y los fusilados." In García Landa, Vanity Fea 5 Oct. 2011.* (Gumersindo de Estella).

         http://vanityfea.blogspot.com/2011/10/el-fraile-y-los-fusilados.html

         2011

_____. "El fraile y los fusilados."  Academia 23 Oct. 2015.*

         https://www.academia.edu/18316253/

         2017

_____. "El fraile y los fusilados." ResearchGate 12 July 2017.*

         https://www.researchgate.net/publication/318379950

         2017

_____. "El fraile y los fusilados (The Friar and the Shootings)." SSRN 17 July 2017.*

         http://ssrn.com/abstract=2999698

         2017

_____. "El fraile y los fusilados." In García Landa, Vanity Fea 26 July 2017.*

         https://vanityfea.blogspot.com.es/2017/07/el-fraile-y-los-fusilados.html

         2017

_____. "El fraile y los fusilados." Net Sight de José Angel García Landa 4 Jan. 2024.*

         https://personal.unizar.es/garciala/publicaciones/elfraileylosfusilados.pdf

         2024







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Retropost #1709 (26 de julio de 2007): Bloggers

Bloggers

Publicado en Blogs. com. José Ángel García Landa


Leyéndome un informe del Pew Internet & American Life Project del año pasado, Bloggers: A Portrait of the Internet's New Storytellers, veo que soy un bloguero (americano) muy típico en algunos aspectos, y muy atípico en otros, lo cual debe sucederme con cualquier estadística que se consulte.
Algunos de los parámetros que miden:

- La mayoría de los bloggers no habían publicado nada antes en otros medios. Yo sí, como una amplia minoría (el 44%). Dada la facilidad de la tecnología para publicar y la accesibilidad... parece poco porcentaje el de los que se lanzan. Teniendo en cuenta sobre todo que son mayormente jóvenes.

- Lo de jóvenes: relativo. El 54% tienen menos de 30 años, pero eso quiere decir que el 46% tienen más de 30 años. Tampoco críos, y menos en España; en Francia sería otra cosa, con los skyblogs. Aquí me dice Álvaro que esto de los blogs es cosa de viejos (lo asocia conmigo, claro).

- Tema del blog: el mío, de tema múltiple y tipo diario personal, "my life and experiences", tema mayoritario en la blogosfera (37%) seguido de la política (11%) —y más atrás, deportes (6%), noticias y actualidades (5%), negocios (5%), tecnología (4%), y hobbies o enfermedades personales (1%). Ahora bien, me temo que lo que yo entiendo por "mis experiencias" no está tan generalizado. Porque son mías, claro. Es atípico también el hecho de que los bloguers "ancianos", o sea mayores de 30 años, suelen limitarse a un tema único o blog especializado, mientras que los jóvenes, o los inmaduros, somos más eclécticos.

Los bloggers son un poco más alternativos o minoritarios, en USA. Son indistintamente hombres o mujeres, pero hay más tendencia a bloguear entre las minorías culturales. Ligera.

El tema pseudónimos, que siempre me ha interesado. La mayoría de los blogs son pseudónimo-anónimos (el 55%), aunque hay una importantísima minoría de blogs firmados con la identidad "real" (46%)—como el mío, pues en contra de lo que muchos puedan suponer, no soy un ser de ficción inventado por una bibliotecaria aburrida.

Para la mayoría (84%) el blog es un hobby y algo a lo que no se dedica demasiado tiempo. Sólo uno de cada diez blogueros pasa diez horas o más por semana dándole al blog, como hago yo. Un 52% escriben mayormente para el público, un 32% para sí mismos. Yo aquí me apunto a las dos respuestas—porque qué sería de mí sin mi público.

Las principales razones para bloguear son la expresión creativa y el compartir experiencias personales. En mi caso también. Compartirlas no sé con quién, la verdad, pero en ello estamos. Otras motivaciones también las comparto: mantenerme en contacto con la familia (o más bien al revés), compartir conocimientos, motivar o concienciar a otras personas, entretener a la gente, acumular información... en orden descendente. Y lo que menos: conocer a gente nueva (??—vaya, qué pocos, yo tenía más esperanzas, aunque), y ganar dinero. Aún un 7% que espera ganar dinero me parecen un 7% de ilusos, pero bueno...

- Sólo un 34% consideran esto una forma de periodismo; el 65% no. Yo sí, en sentido literal (es periódico como una sequía), aunque ya sé que no es la Reuters.

Los blogueros son (somos) más creativos, más comunicativos, más enterados, más críticos y más intensos usuarios de internet que otros usuarios de Internet. Normal.

El 87% permiten comentarios, y el 43% (¿sólo? Extraño ) incluyen un blogroll.

La gente no sabe (no sabía el año pasado) lo que es el RSS o no lo usa. Aún queda mucho por desarrollar...

Y un trocito a relacionar con la cultura de la vanidad:

"Algunos observadores sugieren que los blogs no son sino el siguiente paso de una cultura naciente del narcisismo y del exhibicionismo espoleada por los reality shows y otros elementos del ecosistema mediático actual. Pero otros sostienen que los blogs prometen una democratización con voces que pueden ahora saltarse los filtros institucionales de los medios tradicionales. Se piensa que esta democratización tiene implicaciones para la práctica e industria del periodismo además de para el futuro del discurso cívico y político."

... temas todos que me interesan. Tanto el conflicto de voces como el lado vanitatum de la cuestión, pues ambos tienen parte de razón. Lo que no queda claro del estudio es si los blogueros han notado alguna diferencia en su cultura de la vanidad, o en su práctica política y democrática, gracias a su blog. Yo, bastante, aunque principalmente de puertas adentro. Las consecuencias sociales y políticas aún están por desarrollar; el medio ambiente y mi público siguen en general sin reaccionar al nuevo medio, salvo honrosas.

Y sobre "storytellers" propiamente, poco hay en el estudio. El tema de la narratología del bloguing queda apuntado y por desarrollar.



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