sábado, 3 de junio de 2017

Retropost #1641 (3 de junio de 2007): Zodiac


Mucho más me gustó en conjunto Se7en, aunque digan que esta Zodiac es la mejor película de Fincher hasta la fecha. Conste que Zodiac está muy bien hecha en muchos aspectos, pero es una película demasiado larga para llegar a donde llega, sin resolver mucho, y con notables fallos de tensión. Deja al espectador insatisfecho, no tanto por la no resolución del caso, sino por haberle dedicado tanto tiempo y esfuerzo y detalle a algo que va a parar en nada. Durante la propia proyección de la película, la gente olvida y se hace vieja y pasa a otras cosas. Y hasta los asesinos en serie se aburren—ciertamente sería un tormento obligarles a ver todas las películas que se han hecho sobre Zodiac, es como para desanimar a un copycat killer que fuese razonable. Pero no lo son, claro, ni ellos ni los directores de cine, y vuelven incansablemente al mismo asunto. Esta vez las faltas de hortografía de las cartas que escribe el asesino son tan gordas y aparecen tan en primera línea que le quitan todo el glamur intelectual al quíler semianalfabeto éste. Tipos tan cutres no merecen semejante inversión de atención, dinero y personal, y menos volver a recrear la California de los años sesenta con todo detalle—que es lo mejor de la película en realidad, en el día a día, aunque también se dan el lujo de mostrarnos la pirámide de San Francisco creciendo en versión digitalizada para mostrar el paso del tiempo. La película falla por un argumento que a base de buscar contar diversos aspectos de la historia de la investigación se pierde constantemente en líneas muertas: quizá el cine no está hecho, o al menos esta película no lo está, para contar una realidad que se resiste a ser narrativizada. Comenzamos con un argumento de ética periodística, pero esos personajes desaparecen, se pierde el foco en ellos. En los asesinados no digamos, porque ninguna de las víctimas interesa al espectador. Los policías encargados del caso, y sobre todo Toschi, se ven frustrados, ninguneados por las autoridades y luego por la película, pues sus investigaciones rozan al culpable sin llegar a demostrar nada. Y el protagonista en cuyo libro se basa la película nos desorienta al principio, no interviene en la historia hasta el final, también en direcciones erráticas (como requiere un caso sin solución) con lo cual el efecto sobre el espectador es más de irritación y frustración que de otra cosa. Es el fallo de optar por (o ir a parar a) una forma imitativa del hecho narrado: investigación larga y frustrante, sin solución, que da lugar a película larga y frustrante, sin solución. Y se ha de recurrir a muchas explicaciones finales en títulos de crédito, casi un certificado de estructura narrativa fallida. El fracaso familiar del novelista-guionista viene casi a avisarnos de que esta película se basa en una obsesión poco recomendable, de crucigramista o sudokista plasta. Seguirle los pasos hasta tal punto al asesino durante años viene a ser casi jugar su juego—algo que parecen no poder evitar hacer los medios, y el público. El asesino en serie tipo Zodiac es el terrorista propio del suelo americano: busca atención, su crimen no es un fin, sino un medio para publicitarse, y acongojar a toda la sociedad en espera del siguiente. Busca ser el mejor caso. Pero paradójicamente, un buen caso, uno llamativo, es un caso resuelto; el vuelo del asesino en serie es efímero y necesita del topetazo final. Que aquí no hay propiamente. No creo que esta vez el marasmo patético de irresolución en que acaba Zodiac invite a ningún copión a plantar pistas para ser capturado. Y si aquí se cita a Harry el Sucio y se nos recuerda la invitación de Zodiac a hacer una buena película sobre él, creo que por fin ha encontrado lo que merece, y esta película no volverá a ser citada intertextualmente en Otra vez no, por favor: El Regreso de Zodiac. Pues este final que no lleva a nada no lo quiere ni el propio asesino, que busca, como cualquier otro agente narrativo, una clausura más espectacular. Sea como sea, les dedicamos demasiado tiempo y atención a esta gente, cuando lo que necesitan es quizá lo contrario, una caja oscura donde meterlos.


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