lunes, 15 de mayo de 2017

Retropost #1610 (15 de mayo de 2007): Los preciados apuntes


Últimamente me he apuntado a recibir Ibercampus, una revista web sobre la universidad ibera—supongo que por mantener más bajo el porcentaje de correo basura. Hoy leía esta noticiapreciación: "La red pondrá en apuros a los profesores que impartan material desfasado". Entre otras: "Muchas universidades españolas ya piden a los profesores que cuelguen los apuntes en Internet, para que los alumnos tengan acceso al material libremente. Algo que, según algunos expertos, pondrá en evidencia a aquellos contenidos pobres o desfasados y, por ende, a sus autores."

Vaya, yo creía que los alumnos tenían acceso libre a bibliotecas, libros, la red, el OpenCourseWare... pero resulta que faltaba el meollo meollorum, la madre de la madre del cordero: los apuntes que contienen la única vía hacia el conocimiento de la Materia... Porque, por supuesto, nadie se molesta en consultar la bibliografía recomendada, habiendo apuntes.

Aparte, esta nueva Directiva hacia la Calidad se contradice con otra: se supone que los alumnos ya no van a oír clases magistrales, que van a ser desterradas a Tomi, ni van a tener que hacer exámenes. ¿Para qué quieren apuntes, pues? En clase realizarán (en grupo) unos ejercicios prácticos que supondrán trabajo realizado y—por supuesto—aprobado. ¿Para qué van a querer apuntes teóricos sobre unas disciplinas que son esencialmente prácticas? Igual he entendido mal, y lo que hay que poner en red son los ejercicios a realizar en clase. Y las soluciones, claro. O igual ya no hay que ir a clase para nada mejor; apaga y vámonos, bastantes estudiantes ya lo hacen.

Otra cosa es que no sé si en el contrato con la Universidad entra (igual ahora lo añaden en la letra pequeña) la obligación de publish or perish en este sentido. ¿Será la Universidad la dueña de tus lecciones, con copyright además? Supongo que en buena ley se entiende que el saber emana de la Universidad, siendo tú sólo su portavoz, o quizás más bien un mero empleadillo prescindible, y obstáculo a su labor docente.

Podría quizá hacer como el Van Veen de Nabokov, y después de colgar mis apuntes en versión podcast, descargarlos simultáneamente en clase mientras muevo los labios, asegurando así la calidad docente del material impartido.

Yo lo malo es que muchas veces no sé lo que voy a decir en clase hasta que lo digo. Claro que tengo un programa, y hasta a veces apuntes—de esos viejos y amarillos, algunos incluso en Internet, con fondo amarillo—pero normalmente lo que digo no se parece mucho a los apuntes. Al menos no la parte interesante de lo que digo. A veces también participan los alumnos—no todo lo que yo querría. Igual les debería pedir a ellos que me digan también lo que van a decir, para colgarlo en la red. O, en lugar de ir a clase, hacemos un blog todos juntos, y así ya lo tienen hecho los del año que viene, y no tienen que consultarlo. Porque, por supuesto, ni tomar apuntes ni repetir lo ya hecho por otros parecen actividades formativas, y de todos modos todo está en ya la red. O en las bibliotecas. ¿Comentarios?





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