miércoles, 8 de marzo de 2017

Retropost #1496 (8 de marzo de 2007): Revoluciones, y catástrofes, y cataclismos, y muertes masivas

Homo erectus

Como muchas otras personas, Stephen Jay Gould leyó el libro de T. S. Kuhn La estructura de las revoluciones científicas, pero a diferencia de otras personas, que lo leyeron y se quedaron como antes, a Gould le plantó una semilla en el cerebro, o más bien le produjo una revolución conceptual. Los cambios en las concepciones teóricas, sostiene Kuhn, no tienen lugar de modo gradual, sino por la sustitución súbita de paradigmas explicativos: teorías nuevas que parten de nuevos supuestos, hacen nuevas preguntas y resuelven distintos problemas. Gould está así muy atento a la evolución de las teorías de la evolución (una bonita reduplicación se produce aquí) y descubre en ellas este paradigma catastrofista: la teoría que él aporta es, pues, una catástrofe teórica, como lo fue la de Darwin en su momento. La historia (catastrofista) de la teoría es parte de la teoría evolutiva de Gould; no puede entenderse la evolución, nos dice Gould, sin entender las teorías de la evolución; su teoría es también una metateoría de la evolución.

Gould desarrollaría pues a lo largo de su carrera una compleja teoría de la evolución, expuesta en detalle en The Structure of Evolutionary Theory (título que quizá aluda al de Kuhn, y no sólo a estructuras "estables"). Esta teoría evolucionista reformulada supone una crítica al darwinismo clásico (en su formulación clásica dominante en el siglo XX, la Nueva Síntesis). Sin rechazar totalmente las ideas de Darwin (al cual profesa gran respeto y admiración), Gould las matiza, las limita y las incluye como un componente de un proceso evolutivo global que va más allá del darwinismo. Básico en el darwinismo era el concepto de gradualismo: pequeñas transformaciones imperceptibles pero graduales, por efecto de la selección natural y a base de tiempo (mucho tiempo), producen grandes diferencias, y dan origen a la variedad de formas vivas.

Frente a esta teoría gradualista, la teoría de Gould es catastrofista. Aquí está el segundo catastrofismo al que me refería. La teoría de Darwin supuso una "catástrofe teórica" y un cambio de paradigma, pero en el caso de Darwin no se da esta bonita reduplicación: su novedad, su catástrofe teórica, fue terminar con el catastrofismo en historia natural y (siguiendo a Lyell) desarrollar una influyente teoría gradualista. Para Darwin todo sucede de modo gradual; de la misma manera que la acumulación de empresas individuales produce una fuerte economía nacional en la economía política de Adam Smith, así en Darwin la lenta acumulación del trabajo de la selección natural da origen a las especies—de modo gradual y en absoluto catastrofista.

Para Darwin, las especies se transforman lentamente, se subdividen... en realidad el concepto de especie no es tan importante para él. Se fija en los individuos, y no llega a extraer las consecuencias de que no formen los individuos un continuo—de que las especies sean algo más que clasificaciones arbitrarias sobre una gama continua de formas.

Para Gould, no. Las especies cambian poco: aparecen bruscamente, se mantienen durante un tiempo corto (es un decir) o largo (largo de verdad). En general, se mantienen fijas. Y luego desaparecen—siempre. Como los individuos al morir... claro, que también pueden dejar especies hijas, que quizá (o quizá no) las sobrevivan. El caso es que las especies aparecen de modo comparativamente súbito: normalmente por la evolución producida en una población aislada, que luego se expande a otro ámbito geográfico más extenso. Este es uno de los sentidos en que el contenido de la teoría de Gould (y no sólo su efecto en la disciplina de la biología) es catastrofista. Las especies no aparecen de modo gradual, sino catastrofista, o revolucionario. Es lo que se llama la teoría del equilibrio puntuado, desarrollada por Gould junto con Nils Eldredge. Equilibrio, por la fijeza relativa de las especies, y puntuado por momentos relativamente breves de especiación: un origen "súbito" (súbito a escala geológica).

Y muchas veces también desaparecen las especies de modo súbito y catastrofista. Este es el tercer sentido en el que la teoría de Gould es catastrofista. Enormes cantidades de especies desaparecen de modo súbito en períodos de extinciones masivas. Las extinciones masivas son producto, literalmente, de catástrofes: cósmicas, climáticas, ecológicas. Observemos que sólo este tercer tipo de "catástrofe" en Gould responde a nuestra noción habitual de lo que es una catástrofe.

Veamos. De los dinosaurios, que dominaron la tierra durante muchos millones de años, sobrevive sólo una rama colateral, multiplicada eso sí hasta la saciedad de variaciones—las aves. De entre los mamíferos, los monotremas (si merecen ser llamados mamíferos) se juntan con los marsupiales en un rinconcito del planeta, en el resto, todo placentarios y alguna zarigüeya. De todos los homo que había hace unos millones de años, sólo queda (mira tú) una especie que además está exterminando a sus parientes evolucionarios más cercanos... Una de las razones principales por las que el árbol de la vida muestra la extraña distribución que contemplamos son las catástrofes súbitas, que acaban con familias enteras de especies de manera brutal, y al azar, dejando que los supervivientes luego se diversifiquen y proliferen en variedades ecológicamente similares a veces a las especies desaparecidas. Pero delfines en lugar de ictiosaurios, pongamos. El azar reina en la teoría de Gould: el azar y la estadística. Las formas vivas tienden a proliferar hasta alcanzar los límites estadísticamente tolerables. Al borde del equilibrio hay pocas especies; la mayoría se concentran en la intersección de los valores medios de un gráfico.

La posición del hombre es particularmente atípica e inestable según esta teoría—Hetero sapiens. Si nos atenemos a ella, son de prever más revoluciones y catástrofes. Porque hasta en cuestiones de catástrofes y revoluciones se sigue un cierto orden. Pero... calma. Hablamos aquí a escala geológica, y antes de que llegue la madre de todas las catástrofes, da tiempo a que llegue una nueva revolución en la teoría, posiblemente para restaurar algún gradualismo que nos deje menos revolucionados.


 

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