domingo, 5 de febrero de 2017

Retropost #1351 (5 de febrero de 2007): El Libro Negro




(Lunes 5 de febrero de 2007)
 
Esta es una película de Paul Verhoeven, la mayor superproducción holandesa de los últimos treinta años, nos comentan en la IMDB. Y a su manera se ve bien, en el género "película de nazis y aventuras". Ahora bien, tiene sus serios defectillos, mayormente de guión. Es la historia de una cantante judía, Rachel/Ellis (Carice van Houten), escondida de los nazis, que en su huida por la vida se ve envuelta en una célula de la Resistencia holandesa, célula totalmente infiltrada de espías nazis, según vemos al final. En el curso de la guerra, pasa Rachel/Ellis por prácticamente todas las posiciones disponibles para una mujer en la guerra: refugiada, trabajadora, colaboracionista, espía, enamorada, heroína, perseguida... casi un personaje alegórico se vuelve; para al final acabar de maestra en un kibbutz, donde empieza y acaba la película con un breve marco, con la guerra contenida en un flashback.

El marco tiene su importancia, pues es un tanto "pro-israelí", al presentar a los judíos atacados y asediados por los nazis tanto como por los invisibles atacantes árabes que llegan al final, mientras se cierra la película. Se presenta así una historia de continuas persecuciones pero con una identificación de unas y otras un poquillo tendenciosa, pues no es la misma la posición de los judíos bajo el régimen nazi y en Israel.

El kibbutz en cuestión lo financió la maestra con el botín que es el "money interest" de la película, botín obtenido ilegalmente por nazis corruptos (nazis, y además corruptos porque se quedaban el dinero para ellos, no para el Führer), matando judíos cuidadosamente seleccionados por la red de infiltrados. La lista y el botín se apuntaba en el librito negro que llevaba uno de los traidores, y éste sirve a Rachel/Ellis para probar que no era una agente doble (a pesar de sus revolcones —no se sabe si nauseabundos o gustosos— con los nazis). Y ésta es la historia que es demasiado artificiosa para sonar real, la historia de tanto doble agente infiltrado en las células resistentes, sólo para el lucro personal de un teniente que había por allí. Más que de alevosía, el efecto logrado es más bien de arbitrariedad; los personajes parecen cambiar de personalidad súbitamente según las necesidades del guión: ahora resulta que tal o cual es un traidor; excelente, vale, pero eso vuelve absurdas e incomprensibles muchas de sus acciones anteriores (arriesgadísimas misiones y rescates, por ejemplo); tampoco se sabe qué hacen que no detienen a un grupo tan vigilado de resistentes. La gente hace cosas absurdas e incomprensibles, quizá más en tiempo de guerra, pero tantas como estas no. (Vaya, ya se me ha ocurrido el contraejemplo. Los terroristas del 11-M, tan infiltrados de confidentes y policía... Bueno, aunque la realidad supere a la ficción eso no convierte a la ficción en ficción realista. Ya lo dijo Aristóteles: para ser realista, antes que ser realista, hay que parecerlo).

También me resultan especialmente desagradables los amores de la judía con el capitán nazi. Excelente, era una magnífica persona, suponemos, a pesar de masacrar a la población, pero sobra que la espía se tome tan en serio su papel, en especial cuando acaban de asesinar a su familia. ¿Ambigüedades del carácter humano? Seguramente, pero también (y más bien) arbitrariedades de la película. La realidad es mucho menos frívola, me temo, y menos aventurera que esta judía que tan alegremente canta para los nazis y se acuesta con ellos y hasta se enamora de ellos. Aunque miren a Hannah Arendt, si es que ya no sabe uno qué decir.

También, en muchas escenas, se comprime la acción de modos implausibles para el carácter, y los personajes se comportan de modo inconcebible en alguien que diez segundos antes estaba en una situación incierta de peligro mortal, o siendo masacrado, o perdiendo un hijo, etc. Es una convención cinematográfica de la que aquí se abusa bastante.

En suma, que los personajes parecen creados para las necesidades del guión, y renuncian alegremente a toda credibilidad o sustancia cuando se hace necesario seguir las vueltas y revueltas que les impone el curso preestablecido de los acontecimientos. Los actores hacen lo que pueden (a veces mucho) para seguir al personaje en estas piruetas vitales. Me pregunto si en realidad también pasa eso en la vida, y si será éste el auténtico mensaje de la película.



—oOo—

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Se aceptan opiniones alternativas, e incluso coincidentes: