miércoles, 21 de diciembre de 2016

Retropost #1278 (21 de diciembre de 2006): La misteriosa llama de la reina Loana

La misteriosa llama de la reina Loana

Publicado en Literatura y crítica. com. José Ángel García Landa


Que es el misterioso título de la última novela de Umberto Eco, vendida masivamente a cientos de miles de personas hace un año y ahora leída por unos pocos y olvidada por muchos, supongo. Del olvido va, y al olvido va, supongo. Aunque no está mal para un público cortado a la medida de Eco: vamos, de una edad parecida, de intereses similares, especialistas en semiótica si es posible, nostálgicos de la cultura popular de hace años, reprimidos sexuales y dados a enamoramientos platónicos... porque la novela va más o menos de Umberto Ego y su mundo interno y obsesiones y ansiedades particulares.  
 No es que esté mal, no... pero realmente es la novela de un hombre de ideas embebido en sí mismo y en sus ideas. Le falta vida, interacción, sociedad, a pesar de los intentos del autor, los personajes que no son Yambo, el protagonista, pasan como sombras por el trasfondo, o como voces que resuenan en su cabeza. Excesiva, exhaustiva, en su dedicación a los viejos recuerdos que nos formaron. Supongo que también va sobre el autoembebimiento, o sobre nuestro destino último que es hacernos nuestro propio mundo y habitarlo mayormente en soledad mientras la muerte va distribuyendo sus rayos aniquiladores a nuestro alrededor, y un día nos toca.
Es una novela sobre la memoria, sobre cómo somos memoria; estamos hechos de recuerdos. Como en otras novelas sobre la amnesia, se utiliza aquí como estrategia para involucrar al lector y seguirle y guiarle los pasos a medida que se adentra en la novela: el narrador en primera persona (luego sabremos que es Giambattista Bodoni, "Yambo", librero sesentañero) ha perdido la memoria, no sabe quién es, el lector tampoco lo sabe, claro, y así poco a poco lo vamos conociendo a medida que se conoce. Es un nuevo nacimiento a la vida, con una mente inocente de sí, y como estrategia narrativa es ciertamente sugestiva, y está magistralmente llevada por Eco. Claro que inocente del todo no es... lo que nos encontramos es un personaje diseñado a medida para ejemplificar algunas de las ideas de Eco sobre el conocimiento enciclopédico: porque eso es lo que Yambo tiene, es una colección de citas, una enciclopedia sobre dos patas y sin recuerdos sobre sí mismo. Un caso tan perfecto que uno duda que pueda existir como no sea a modo de estrategia narrativa, pero oye, cosas veredes.
Y la historia es la historia de cómo Yambo recupera la memoria de su identidad, de cómo llegó a ser quien es... o más bien quien ya no es, porque la mayor parte de los recuerdos personales se recuperan tras un segundo ataque cerebral, con el protagonista reducido a una especie de limbo comatoso o conciencia lúcida e incorpórea. Mientras estuvo deambulando de nuevo por el mundo, el nuevo y viejo Yambo conoce (que no reconoce) a su mujer Paola, duda sobre si sería amante de su ayudante la bella librera Sibilla (¿le dará ella alguna pista? No), se las apaña como puede para no actuar como un marciano. Esperando recuperar sus recuerdos viaja a la casa de campo de su abuelo en Solara, mantenida en hibernación durante cuarenta años, oye discos viejos, relee sus cuadernos de deberes y sus lecturas infantiles, sus tebeos... sin mucho éxito de momento.
Todo va volviendo poco a poco tras un segundo infarto cerebral que deja a Yambo sin cuerpo ni sentidos, pero con recuerdos. Esta parte recuerda al Innombrable de Beckett, que se hallaba en una situación parecida, pero con problemas de identidad aún más angustiosos que los de Yambo. Es sin embargo una bonita variación sobre el tema y homenaje supongo a Beckett.
Aquí volvemos con doble intensidad a la recuperación de la cultura popular de los años cuarenta: los tebeos, las historias de ciencia-ficción, las aventuras de héroes machotes en países exóticos, donde se hallan mujeres atractivas con velos tentadores, como la reina Loana...
De todo esto se ve que disfruta enormemente Yambo (un eco de su autor), y que con estas cosas retro pierde los papeles.  El libro está decorado abundantemente con viñetas y portadas de época, y se somete a detenido análisis la influencia de esos Sandokanes, esos Rip Kirby, esos Pinochos y Chapetes, esos Capitán Trueno que diríamos por aquí, en el imaginario del protagonista. También se vuelve cada vez con más precisión e intensidad a escenas vividas durante la época fascista y la Segunda Guerra Mundial, al final incluso rememorando la participación de Yambo, aún niño, como guía para unos resistentes contra las SS. Y se reconstruye el amor platónico (platónico a falta de otra cosa), ideal, del joven Yambo, la colegiala Lila Saba, cuyo rostro está tan velado como el de la reina Loana que es quizá su encarnación en otro plano de la economía mental del Yambo tineiyar.  La lluvia caótica de imágenes paraliterarias se acelera al final y se combina en una parodia del apocalipsis, a medida que Yambo se acerca a la visión beatífica del rostro de Lila, y de la muerte, dos experiencias que quedan más allá de lo efable. Un final con muerte, recuerdos y cita, entrada simultánea en la luz y en la oscuridad. Rosebud.
 Tunnel light  
Atrás quedan las personas reales, Paola, con quien hizo el amor Yambo por última vez dudando si ella cometía adulterio al hacerlo; Sibilla, con quien no lo hizo (¿o sí?), sus hijas, la vieja criada de Solara, algún amigo... Mucho más vívidas son las personas recordadas: el abuelo, su amigo mayor Gragnola, suicidado para escapar de los fascistas. Y sobre todo las lecturas, seres de letras más literalmente, más conocidos, más cercanos realmente al protagonista, que está hecho de ellas. A través de las lecturas vemos cómo llegó Yambo a ser lo que es, desde las novelas de aventuras, pasando por la poesía y la frustración amorosa y sexual, a las sublimidades decadentes y egocéntricas de Huysmans... un sistema interno de actitudes, desplazamientos simbólicos y fetiches privados. Todo esto sugiere una vida mental y emocional tenuemente conectada con la gente real que lo rodea, y más centrada en su propio universo personal. Lo dicho: Umberto Ego... Se non è vero, eccóme, è ben trovato. Ciertamente, a pesar de los años de desfase entre Eco y yo, es ésta una historia personal que me suena bastante, en cuanto al ambiente y la relación con las lecturas, una especie de variación sobre mi propia experiencia de la lectura y la memoria y los años del fascismo.
Si es que el colapso cerebral le da a Yambo cuando descubre entre los papeles de su abuelo un original del First Folio de Shakespeare. A mí también me daría, me parece. La gente le importa menos, en realidad, a este Yambo absorto en sí; los comparsas vivos pasan a segundo plano, y quedan los recuerdos y lecturas. Y qué poquita cosa somos al final, "hombres de letras"... a poor player, an unperfect actor on the stage, que (antes o después) olvida su papel. And then is heard no more: un día ya no oímos más esa ecolalia resonando en nuestra cabeza. Who now, who knows. Nos convertiremos, con suerte, en un recuerdo, o en una cita.







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