sábado, 16 de julio de 2016

Retropost 1059 (16 de julio de 2006): Las Vírgenes Vigilantes



A mí me da mal rollo hablar por teléfono. Así que no comparto la opinión de Proust, que hace un siglo, en 1907, decía en Le Figaro que leemos sólo porque no podemos estar siempre telefoneando a "l'amie à qui nous avions le désir de parler". Hoy, con la sobreabundancia de medios, sabemos que el obstáculo no es telefónico, sino que está dentro de nosotros mismos, o de nuestras relaciones. No queremos la presencia inmediata e ininterrumpida; creamos ficciones de interrupción.

Hillis Miller (Speech Acts in Literature 186ss) ve en ese texto y su versión revisada en "El camino de Guermantes" "one of the earliest profound considerations of the effects of new electronic communications media on human life". Efectos que vienen del propio medio, más allá de lo que se diga en concreto a través suyo.

Los medios electrónicos reproducen la voz, la imagen, la presencia, pero es presencia de los demás como ausencia lo que obtenemos a través de ellos.

"Una manera espectacular e inquietante en que el teléfono disuelve los límites y trae lo exterior adentro es transportando lo distante y dándole una cercanía fantasmagórica y espúrea. Tan pronto como pasa la llamada, esperamos con los oídos pegados al aparato escuchando un oscuro espacio aural, como la "ombre" que esconde a la otra persona, un espacio umbrío lleno de espectros" (190-91)

Y por fin, la voz: es ella, dice Proust, "Mais comme elle est loin!"

La cercanía artificial del teléfono es una invención contranatural de la tecnología, "lo que oímos es una clase de voz que nunca oiríamos en la comunicación cara a cara. Acerca lo distante, pero lo acerca como distante" (Hillis Miller 191).

Esa distancia es, pues, intrínseca al medio. Pero es más: la alienación comunicativa del medio se personifica, en la persona de la Operadora. A Proust le interrumpen las confidencias por teléfono cuando se pone íntimo las operadoras, las Vírgenes Vigilantes que dicen de repente "J'écoute!" cuando está en medio de una conversación.

Para interrupción e irrupción, cuando suena un teléfono a las doce de la noche, o la una. Aunque no haya muerto nadie, es la llamada de la muerte. Algo así decía Avital Ronell en The Telephone Book.

Las operadoras, con su irrupción en la conversación de Marcel, interrumpen la ilusión de que es posible a través de los medios la comunicación íntima y privada. Esta reciprocidad perfecta y utópica, dice Hillis Miller, sería una transgresión de la ley que dice que cada subjetividad permanece en soledad aun cuando sean promiscuamente expuestos los signos externos que emite. Las operadoras nos vigilan, y pueden además interrumpir la comunicación.

"Las operadoras de Proust llegan a saberlo todo sobre nosotros. Son omniscientes además de todopoderosas. Uno de los temores más extendidos sobre Internet hoy es que supone que todo lo más secreto y privado de nosotros se volverá del dominio público" (190).

Las Vírgenes Vigilantes se han vuelto, como Dios, más secretas e inescrutables. Quizá hasta las llevemos dentro también.

Otro aspecto de los medios para Proust y Hillis Miller es que nos perspectivizan, modulan nuestra voz, la muestran desde otro ángulo, revelan nuevos aspectos de nuestro ser. Así inestabilizan al yo, que no era tanto yo como el reflejo de una cultura de la letra manuscrita o impresa. La nueva escritura de la voz hace que sonemos distintos, y que seamos distintos quizá.

"These projections seem to many people still today more shifting and unstable, more openly artificial, more 'constructed' and 'virtual' than, let us say, the self communicated in a love letter" (Speech Acts in Literature 194).

Somos lo que el medio nos hace, y, a medida que nuestra comunicación está más y más mediatizada por ellos, nuestra "presencia auténtica", ITF, se convierte en una modalidad mediática más. Según la vieja hipótesis sobre el yo auténtico ahora descartada,

aunque la verdad única e inequívoca sobre los sentimientos de Françoise pueda quedar eternamente oculta, sigue existiendo en la "sombra" más allá de los signos que ella hace abiertamente. La experiencia telefónica de Marcel señala hacia una hipótesis diferente e incluso más inquietante, a saber que es posible que el yo sea creado, realizativamente, por el medio en el que se expresa. (Speech Acts in Literature 194)

Who speaks now?

Una última cuestión sugiere el teléfono a Marcel, aún más inquietante

"Es la manera en que hablar con alguien por teléfono es una premonición de la muerte de esa persona. La voz del teléfono no es únicamente [para Proust] la de una abuela suya diferente. Es la voz de alquien que ya está virtualmente muerta". (195)

Hacia 1900, el teléfono tenía un aura de psicofonía, de comunicación con los muertos. Luego la radio, y las grabaciones primitivas: la dificultad del sonido, las interferencias, hacían oir lo que parecía voces esquivas, a la vez ausentes y presentes: asociadas con la muerte. Hoy han quedado esos ecos para los programas de radio de madrugada, donde la explotación del propio medio, y la hora, les dan todavía un aire inquietante para algunos. A esas horas somos vulnerables a la sugestión de la verdad. Que, al final, nuestro ITF desaparecerá. Quizá queden nuestras grabaciones, nuestros escritos, nuestra versión "inauténtica" modulada por los medios. Psicofonías. Para Marcel, para Hillis Miller, esa fantasmagoría del medio infecta también nuestra presencia real, y la hace aparecer ya como una aparición fantasmal, bajo la vigilancia oculta de las siniestras Vírgenes. El teléfono puede sonar en cualquier momento.






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