domingo, 17 de abril de 2016

Retropost #848 (9 de abril de 2006): V de Vendetta



Me fui a ver la peli siguiendo la pista de los Wachowski, y como en Matrix se encuentra uno una reflexión bastante atrevida, ambivalente y a veces descarada sobre la relación entre sistema y terrorismo. Porque lo que es en Matrix los iluminados antisistema pueden encontrar casi una religión alternativa.

Bueno, pues aquí también va la cosa de Sistema y Terrorista, siendo el terrorista simpático, elegante, culto, con pasado atormentado y hombre duro que redescubre el amor, un cóctel imposible (pero bastante explosivo) del Conde de Montecristo, el Fantasma de la Ópera, el Zorro, Batman, y el Joker. Sobre todo si le pones la máscara de Guy Fawkes por encima a todo eso. Además es un terrorista inofensivo: sólo mata a matones del régimen, y sus voladuras controladas de edificios emblemáticos nunca causan víctimas inocentes. Vamos, que te lo ponen tan bien tan bien que la próxima vez que pilles a alguien con una camioneta de explosivos camino del Parlamento te dan ganas de decir, por favor, adelante, abra nuestras mentes, es lo que necesita el país. Hágalo de noche, que no hay nadie. Son bombas educativas; también las de la ETA y los aviones de Bin Laden eran instrumentos educativos, claro, sólo que les falta la elegancia y el savoir faire de este culto caballero, y además no coleccionan libros censurados. Las torturas tampoco elevan a las víctimas a un nivel mayor de conciencia en este sucio mundo real, ni los síndromes de Estocolmo son tan románticos y sentidos.

En resumen, la fuerza crítica y la mala fe de la película provienen del mismo origen: de la manera en que superpone la crítica a una tiranía fascista y la crítica a las democracias occidentales actuales. Presenta el régimen fascista del Líder como una alegoría del control del pensamiento a la 1984, pero eso junto con imágenes de usos de los medios para mentir, y para asustar a la población con gripes del pollo, que recuerdan a muchas de las cosas que pasan hoy en día en Occidente, y sobre todo en los USA. La película es hiperconsciente de la manera en que el Sistema y el Terrorista están mutuamente implicados; incluso lo muestra en forma de mise en abyme mediante un sketch humorístico filmado por un presentador rebelde (Stephen Fry, genial); Bush y Bin Laden han aparecido así en múltiples caricaturas y sketches. Pero esa consciencia de la película no le impide caer en errores de manipulación que vienen, básicamente, del género popular de superhéroes y supervillanos. Centra en exceso el mal y el bien en individuos (o en actitudes "de cada uno de nosotros") y no en estructuras de producción, intereses, dependencias y comportamientos que están mucho más imbricadas con la realidad de las cosas y son mucho más difíciles de cambiar. La toma de conciencia que produce el terrorista en las masas, con sus programas y sus voladuras de edificios, lleva a una revolución donde todos se disfrazan con su máscara de Guy Fawkes. Bueno, son cosas que pasan hasta cierto punto (la revolución naranja en Ucrania, quizá el caso más reciente). Pero la estética elegida aquí revela también la afinidad de estos movimientos revolucionarios con las técnicas de manipulación y despersonalización de masas que utiliza el Sistema. Acción y Reacción, otra vez, implicadas de una manera tal que la película comete seguramente las mismas falacias que denuncia.

V de Vendetta
Significativamente, el Ricardo III de Shakespeare era citado por el terrorista V, en su papel de controlador irónico de la situación; y la película también utiliza para caracterizar al Líder imágenes que aluden al tiránico Ricardo de la película de Loncraine/McKellen. Papeles divididos y compartidos a la vez entre el terrorista y el tirano. Claro que el tirano no se da cuenta de que nos recuerda al hitleriano Ricardo; es el director quien controla. En cambio, V sí sabe que cita a Shakespeare. Nuestros terroristas, en cambio, out here, no citan a Shakespeare, y ni el metro ni los edificios emblemáticos están vacíos. La película recomienda entender de manera inteligente las acciones de los terroristas como una lucha contra la tendencia del sistema a sistematizarse. Pero para eso ha de crear un terrorista imposible y un sistema que, a pesar de los parecidos, no es el sistema en el que vivimos; así se combinan de maneras impredecibles relevancia y arbitrariedad, ficción y realidad, efectismo barato y crítica inteligente, apología del terrorismo (inteligente-elegante-inexistente) y crítica al terrorismo (de Estado, sobre todo). Irritante y disfrutable, inmensamente falsa, y con una buena dosis de verdad y penetración también. Un producto altamente postmoderno, y muy pero que muy visible. Me he leído reseñas interesantes en La cosa húmeda y (via sua) en Howling Curmudgeons.




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