domingo, 20 de diciembre de 2015

Retropost #469 (25 de mayo de 2005): La Guerra de los Mundos


Había un país lleno de tensiones en la convivencia familiar, y con sus problemas de política interior y exterior, un país empero donde se vivía básicamente la vida cotidiana -- y que de repente se vio sumergido en un problema de una dimensión mucho mayor: invadido, planchado, masacrado, bombardeado por una civilización tecnológicamente muy superior contra la que no tenía la menor esperanza de poder defenderse. Los invasores tenían los planes de conquista trazados, y los siguieron implacablemente hasta dominar totalmente la situación, mientras columnas de refugiados huían aterrorizados, en medio de un mar de destrucción, y veían a sus ejércitos estrellarse impotentes contra las indestructibles máquinas de matar venidas de otro mundo. Pero... "ninguna ocupación tiene éxito, lo ha demostrado la historia", cito de la película. Nuestra adaptación al terreno nos ha dado el derecho de vivir aquí, mientras que los invasores serán rechazados, a pesar de su triunfo inicial, por el mismo aire que respiran. Cuando no por la resistencia subterránea. Vamos, que la película de Spielberg va de la mala conciencia existente en los EE.UU. acerca del imperialismo agresivo de su país en países como Irak. Las filas de refugiados occidentales, imagen que nos lleva a la Segunda Guerra Mundial o a la guerra de Bosnia-Herzegovina, nos recuerdan que los iraquíes son como nosotros, y que no necesariamente nos va a tocar siempre estar del lado que bombardea. (El Holocausto también palpita por aquí debajo).

¿Que la película va también de América, y que los marcianos son una alegoría de los terroristas? Pues claro, no pretendo negarlo: una cosa no quita la otra. Tanto más onírico, y cinematográfico, si se fusionan el yo y el otro, si se crea en los marcianos una imagen compleja en la que se funden el Otro absoluto que es el terrorista para su víctima, y el otro Otro dentro de nos-Otros–el terrorista que somos nosotros para otros. (La lógica de la abyección una vez más). Porque los marcianos, claro, también son terroristas infiltrados en el vecindario: en nuestro patio trasero, debajo de nuestras casas se ocultaba la amenaza, y no lo sabíamos hasta que empiezan a derrumbarse las torres. Holy shit! Las escenas de destrucción de edificios y de reacciones de masas no pueden sino recordar al 11 de septiembre. Pero Spielberg toma aquí partido por la acción y por un punto de vista limitado: corta la electricidad. Con lo cual se autolimita en el uso de imágenes dentro de imágenes del que tanto gustaba en otras películas. Gana así la película en intensidad, pero pierde en complejidad, porque la dimensión informática de esta guerra de los mundos desaparece. Nunca vemos, por ejemplo, el punto de vista del extraterrestre, aunque ellos sí tengan comunicaciones. Pero ya se sabe que es mejor no mirar con mucho detenimiento dentro de uno mismo: buscando terroristas por los subterráneos puede que tu cámara se encuentre con un espejo.

Los extraterrestres, por cierto, son el resultado de una noche de amor entre Alien y E.T. (los autoguiños de ojo del director son numerosos, parece un tic temblón). Casi parecen vulnerables estos no-marcianos: repugnantes pero no personalmente temibles en un cuerpo a cuerpo, si nos conociésemos en otras circunstancias. Son sus máquinas, los trípodes (hechas a su imagen y semejanza, claro, uno y trino - también a modo de los trífidos) las que hacen la destrucción. Recuerdan a pulpos y monstruos submarinos - pero también a un F-117 con patas. De repente se derrumban: los marcianos mueren envenenados por las bacterias terrestres. Aquí ha fallado su tecnología, y la de Spielberg - pero qué vergüenza, puestos a planear las cosas con tanto cuidado y tanta pasta. Puestos a modernizar la novela de H.G. Welles (oops), un retoque inteligente al final hubiera ayudado: los "gérmenes" no tienen hoy el impacto novedoso que tenían a finales del 19, al margen de que el final predecible a la manera sabida resulta decepcionante. Es decir, no basta con ambientarla en el siglo XXI para ambientarla en el siglo XXI. Orson puso el listón metaficcional muy alto al mezclarla con la realidad, y Spielberg ha preferido cortar por lo sano y contener la historia en unos límites en los que ya no cabe.

En cualquier caso, la película está llena de aciertos por aquí y por allá: gran parte del trabajo de los actores y de la cámara, escenas como la de la tormenta inicial, los cadáveres en el río, la lucha por el coche, o el tren incendiado... Hay otras escenas falsas, como el encuentro con la reportera en el avión estrellado (otra alusión 7/11 esa). Parece insertada bajo el dictado de la corrección política - solidaridad entre judíos, negros y blancos. También está escena del americano profundo paranoico (je, con razón - hasta los paranoicos tienen enemigos). Se supone que hay que exterminarlo, como momento moralmente duro de la peli; pero no queda convincente. Toda esta escena es demasiado larga y chirría. Tampoco Cruise debería ponerse al final a volar trípodes, eso abarata la película. Ni gusta (veo por las reseñas) que toda la familia se reúna al final, sin víctimas. Queremos más víctimas. Bueno, Cruise sigue siendo the odd man out, es una falsa reconciliación con su familia desestructurada la que sigue, tanta calamidad para que al final no se consiga remendar la familia americana. Y nos quedamos sin saber si el hijo, por fin abrazado, termina de hacer su trabajo de curso para el lunes sobre "la guerra de Argelia": le sugiero una visión comparativa con la de Irak y con la invasión marciana.

(Y más ciencia ficción y más extraterrestres: me han regalado, a domicilio además, This Island Earth, una peli de vintage SF que llevaba con ganas de ver desde los 70... ¡Gracias, Alessandra! Por cierto mientras leía varias críticas de la película en Google, me he fijado por primera vez en el pie de página que ponen, imitando los finales de las películas: "Ningún crítico cinematográfico ha sufrido daños durante la creación de esta página. De hecho, la página se ha creado sin su ayuda, ya que la selección y colocación de las críticas se ha determinado automáticamente mediante un programa informático." Ya que no hacen daño, ¿se va a apuntar alguien al servicio este de mensajería de Google?)









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