martes, 13 de octubre de 2015

Los circuitos neurales de la consciencia: Modo offline

Aquí una conferencia de Carmen Cavada sobre los circuitos neurales de la consciencia:





Sobre el "Estado por omisión del cerebro" o "default mode of the brain" de que habla Carmen Cavada (minuto 16).

Derek Bickerton hablaba, en su Adam's Tongue, de dos modalidades de funcionamiento cerebral; a una la llamaba el modo "en red" (online)—cuando el cerebro está atento a los sentidos e interactuando con el entorno.

Lo que Carmen Cavada llama "estado por omisión", el estar "en las nubes" o ensimismados, entendido como el estado habitual del cerebro, sería el modo "offline" de Bickerton: cuando el cerebro interactúa consigo mismo, desconectado del entorno inmediato y de la información de los sentidos, y atento a su propia autointeracción. Platón, Aristófanes, William James (con su stream of consciousness), se refirieron a este fenómeno, señala Cavada. Decía E. Klinger que gran parte de la actividad mental y de la experiencia propiamente humana consiste en esta experiencia interior en gran medida fragmentaria, cuya función desconocía pero consideraba que había de ser neurológicamente relevante.

La autointeracción, la reflexividad, ha sido frecuentemente definida como característica del pensamiento humano, y el cerebro, con sus involuciones y anfractuosidades, puede fácilmente concebirse como un instrumento generador de reflexividad, de autointeracción entre sus diversas partes, tan interconectadas entre sí y tan aisladas a veces de la información sensorial directa. (Ver por ejemplo El puesto del hombre en el cosmos de Max Scheler para una teoría fenomenológica de la reflexividad).

En el minuto 23 de la conferencia de Cavada se aprecia el papel en la consciencia de lo que he llamado la teoría de la retroproyección mental; la consciencia requiere no sólo la presencia de la "T" ante el sujeto perceptor, sino el papel activo del sujeto perceptor gestionando esa atención: organizando lo que ve, y proyectándolo de nuevo, comunicándose consigo mismo usando el mundo externo o la información sensorial, online, como una interfaz para la autointeracción. Creando bucles en la mente. Volveremos sobre esto en un futuro, hoy no. Es una noción esencial para la teorización del mundo como teatro, o de la realidad circundante concebida a modo de realidad virtual.

Pero volvamos atrás a un punto, porque quiero apuntar una última cuestión que me viene dando vueltas a la cabeza cuando estoy en modo offline.  A saber:

La distinción de Bickerton entre modos offline y online es provechosa, y la conferencia de Cavada explica bien dos cosas: uno, qué partes del cerebro han de activarse para la actividad en red, despierta y consciente. Y cómo el modo offline es una especie de simulación, de planificación del futuro y de simulación de actividades sociales hipotéticas, todo ello muy relevante para la planificación de la acción.

Pero puede ser útil intercambiar los nombres de "modo online" y "modo offline". Por lo siguiente: cuando estamos offline, estamos conectados no sólo a nosotros mismos, interactuando con nuestro propio cerebro, sino que estamos en red a nivel lingüístico, simbólico, y de representaciones sociales. No e
viendo artestamos realizando el trabajo de relacionar el input sensorial con esta red de informaciones culturales, pero precisamente por ello está el simbolismo más intensamente activo en sus propios términos consigo mismo. Cuando estamos desconectados del entorno físico y social, es por eso que estamos más intensamente en contacto no sólo con nosotros mismos, sino también con nuestras capacidades intrínsecas de interactuar con la realidad simbólica. Esto se aprecia de modo especialmente intenso en la escritura, en el pensamiento filosófico, y en la creación artística. También, en cierto modo, en esta curiosa mezcla de los modos online y offline que son la lectura, la percepción del arte, la inmersión en las narraciones. Conectados al arte, o al Texto, estamos a la vez conectados y desconectados del mundo, y desde luego muy conectados con nosotros mismos y con lo que nos constituye como humanos—una consititución en red, aunque sea in absentia, en una red desconectada e interiorizada, que nos une a la mente colectiva con señal más fuerte que una wifi potente, una señal grabada en nuestra propia arquitectura cerebral y en las conexiones que hemos ido construyendo.

Oía hace poco, en un viejo documental, en la exposición del Paraninfo de la universidad de Zaragoza sobre la fisiología de los sueños, la voz del viejo Santiago Ramón y Cajal, aconsejando la soledad y el aislamiento del mundo para permitir el pensamiento creativo y reflexivo, la interacción del pensamiento consigo mismo. En la multitud, decía este Ramón y Cajal de entreguerras, nos volvemos un mero canto rodado, un individuo-masa diría Ortega. En la soledad, en el modo offline, es donde el pensamiento se encuentra consigo mismo, y trabaja a sus anchas. Y no estamos ahí solos, pues el hombre solo no tiene sentido ni existe. Estamos en red incluso cuando estamos solos, quizá nunca más que entonces.



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