miércoles, 16 de septiembre de 2015

Retroposts #191 (14 de abril de 2005): Recurriendo al diario


Cuando no sepas qué poner en un post, pues a poner lo que has hecho. Bueno, se supone que un blog es un diario, ¿no? jill/txt sugiere que pongamos hasta las camas que hacemos y los platos que lavamos, aunque hasta ahí no llego, y de hecho confesaré que hoy ni una ni otro. Sí que he deshecho la cama a media tarde, que estaba planchao y me echado una siesta no de padrenuestro pijama y orinal que pedía Cela, pero sí al menos de ronquidos. Sera la astenia, la maldita primavera. Por la mañana analizamos en clase, en gran detalle, cómo se cuenta en un texto de Renacimiento la historia de unos asesinos en serie que utilizaban una cama-trampa para sus crímenes. Por la tarde, otra clase, de teoría literaria, donde disertamos a propósito de un texto de Sartre sobre por qué escribir – buena pregunta. Supongo que la respuesta es que también es una pasión inútil.

Con Álvaro transformamos grados, minutos y segundos; con Ivo leemos El Lobo Florindo y algo de francés. Oscar juega con un CD-ROM. Hoy es el primer día que el pequeño Oscar se ha ido solo por el mundo, a visitar a un amigo, se lo ha trabajado a pulso hasta que lo han invitado, está feliz y contento de llegar al colegio y ver a su colega Sergio. Ya tiene su mundillo, y cuando piensas que hace un año no sabía casi ni hablar.

Otras cosas hechas: hago bibliografías electrónicas; me llegan cartas, hago fotocopias e imprimo archivos, leo mensajes sms en el móvil, apunto comentarios en algún blog que otro, aparte del mío, compruebo el contestador del teléfono fijo (nada), oigo CDs y cassettes, y radios, y televisores, estoy hipermediatizado; hasta hago algunas rayas con un bolígrafo. Manejo fotografías. Coches. Ascensores. Documentos PDF. Escribo imeils a una bibliotecaria. Le recomiendo el cuento de Donald Barthelme "Critique de la Vie Quotidienne". Lo encontraréis en Sixty Stories– y no se os ocurra dejar sin leer las otras cincuenta y nueve.

(PS: Vaya, si es que estoy malucho, con un clásico trancazo. Ya decía yo que la siesta de ayer...)





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