lunes, 28 de septiembre de 2015

Retropost #215 (29 de abril de 2005): Sacré Langage



Se publicó hace una temporada un libro sobre la diglosia en Egipto, que conozco a través de una reseña en Language and Literature (Niloofar Haeri, Sacred Language, Ordinary People. Houndmills: Palgrave Macmillan, 2003). Estudia la situación de la lengua estándar de Egipto, el árabe clásico, cuando se compara con la que habla la población para el trato cotidiano, el árabe egipcio, casi tan diferente como pueda serlo el latín del español. La lengua oficial escrita es el árabe clásico, y sólo algunos locos de la vida escriben en árabe egipcio, sobre todo en literatura que quiere reproducir el habla real. Pero los egipcios tienen que andar allí un camino que los occidentales ya recorrieron en el Renacimiento, al irse librando del latín y desarrollando un estándar en lengua vernácula. La existencia de medios de comunicación de masas aún hace mas curiosa la extrema diglosia: así, las noticias son en árabe clásico, y seguramente sería chusco el presentador que empezase a darlas en árabe egipcio; pero los seriales, telebasura, etc., son en árabe egipcio por supuesto. Y existe, según Haeri, una bajísima conciencia de la realidad lingüística y de la ideología que subyace a este divorcio entre el estándar y lo que se habla, o entre lo que se escribe y lo que se habla; el egipcio que todos hablan es considerado por la mayoría de los educadores como una lengua vulgar, grosera, "sin gramática", e impropia de recibir atención académica, cuánto menos de volverse vehículo de educación y cuánto menos de culto - porque subyace a todo esto la creencia en el carácter sagrado del árabe clásico, por ser la lengua del Corán. En fin, que les queda un laaaargo camino por recorrer... y esto demuestra que los caminos recorridos por otro no le sirven a uno, sino que tiene, desdichadamente, que estrellarse contra las mismas paredes y redescubrir las mismas soluciones tras muchos batacazos.

Por cierto, que lo del lenguaje sagrado también colea entre nosotros, listos que somos, de maneras más sutiles; así la obsesión por la corrección y la gramática, utilizadas siempre como manera de acogotar al personal, dentro y fuera de la academia. Ojo, que todos lo hacemos, y yo el primero; aunque a mí me gusta conocer las normas para luego jugar con ellas, o tentarlas para ver hasta dónde llegan (y mal puedes jugar con ellas si las desconoces). Otro síntoma de reverencia lingüística interesada: el uso del diccionario de la Academia para zanjar discusiones, como si fuese palabra divina, en vez de un precario y debatido consenso que va a remolque de la realidad lingüística. Oía recientemente en una tertulia que "matrimonio" nunca podrá ser el de dos gays, porque la Academia dice bien claro lo que es matrimonio, y porque matrimonio viene de "matri-" y allí no hay ninguna madre. ¿Supongo que quien argumentaba así no tendría objeciones al matrimonio de dos lesbianas? Ah, no, que no lo recoge la Academia. Pero si la ley cambia, cambia el sentido del término, y la Academia tendrá que recogerlo, ¿no? En lenguaje, hay una tendencia a creer que ya está todo hecho, y que así se va a quedar, o a querer que ya esté todo hecho, y que así se vaya a quedar. Pero todo fluye, y lo que más fluye es el discurso. Las lenguas, como bien dicen los integracionalistas, no existen: o más bien son una abstracción útil que imponemos sobre el discurso por tener puntos de referencia (siempre parciales...).

El temor al anglicanismo es otra versión del mismo fenómeno. Anglicanismo, dice la ministra, y es que la influencia inglesa nos desvirtúa el lenguaje, que es sagrado... Supongo que si un blog como este, tan lleno de anglicanismos, no es un blog académico, será entre otras cosas porque no sólo hay que ser académico, hay que parecerlo: y el lenguaje adecuado es, como sostenía Henry Higgins, la manera más importante de parecer lo que se es, o lo que no se es. Pero todas esas certidumbres fluyen, hasta las ciencias y las disciplinas académicas; de hecho pronto igual ni siquiera tenemos filólogos, y no nos tienen que preocupar los anglicismos. (Como decía Eliza Doolittle: Just you wait, 'enry 'iggins, just you wait....).





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