jueves, 2 de julio de 2015

Retropost #42: 26 de noviembre de 2004




26 de noviembre

Otra conferencia sobre el futuro de las filologías: por lo menos no parece que estén todavía decididos a poner un solo grado en Filología, o el Lenguas Modernas, o algo así. Tampoco está claro quién va a organizar los Másters, si los centros o los departamentos. Estamos en una fase muy preliminar (demasiado preliminar para las prisas que lleva el ministerio a la hora de implantar la reforma), y todavía están las reuniones de expertos un tanto autonombrados, porque claro: ¿de dónde salen? Los expertos son los que se animan a colaborar con la ANECA en sus planteamientos; los que disienten totalmente ni siquiera solicitan esos proyectos (que serían rechazados, claro). Luego, de entre los solicitantes, el experto en la sombra de la ANECA criba lo que no se parece a lo deseable según las directrices recibidas. Resultado: se obtiene tras largo método sólo lo que se buscaba, y la participación tan ventilada de la profesión etc. es sólo una cortina de humo. Claro que la profesión está desinteresada, desmotivada y dividida, y jamás va a hacer un frente alternativo rechazando este modo de actuar. Como decía la ponente, los filólogos nos hemos dejado comer terreno de modo vergonzoso. Yo intervengo para señalar que la renuncia a la denominación de "Filología" en los proyectos es una manera más de tirar piedras sobre nuestro propio tejado, y que no deberíamos renunciar a obtener un título de grado que coincida con el área de conocimiento. Pero no parece que vayan a ir las cosas por allí, ni mucho menos. Recalco las consecuencias prácticas de tener poco número de titulaciones, consecuencias que van mucho más allá del nombre: la troncalidad general hace imposible la concentración en un área de conocimiento. Hasta ahora los especialistas en Filología Inglesa hemos tenido una titulación denominada como nuestra área de conocimiento. Ahora se nos subsume en una más general. Es una devaluación a la que nos deberíamos haber opuesto utilizando otros cauces. Pero no hay ni consciencia de esto, ni interés real; así pues, tendremos lo que merezca la media de la profesión.









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