Así se ve el mundo desde mi moto cuando corro, sólo que la mía es de color verde, y tiene cuatro retrovisores. Y no llevo tatuajes. De todos modos no es moto de correr, la Kawasaki EN 500, y menos la mía. Esta última temporada me he caído dos veces, y aunque hemos salido todos indemnes, incluyendo la moto, Beatriz ha decidido que ya no sube conmigo.
Pronto no subiré yo conmigo, quizá—pero de momento aún rodamos. No digo que a top speed.
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