sábado, 14 de marzo de 2015

'La Filosofía del Presente' abreviada

Citas de La Filosofía del Presente de G. H. Mead (Selección abreviada de la traducción de J. A. García Landa)

I. El presente como lugar de ubicación de la realidad

Es tarea de la filosofía actual aportar congruencia mutua a esta universalidad de la determinación que es el texto de la ciencia moderna, y a la emergencia de lo novedoso que es propia no sólo de la experiencia de los organismos sociales humanos, sino que también se encuentra en una naturaleza que la ciencia, y la filosofía que la ha seguido, han separado de la naturaleza humana. La dificultad que se presenta de inmediato es que apenas ha surgido lo emergente, nos ponemos a racionalizarlo, es decir, emprendemos la tarea de mostrar que o bien ello o al menos las condiciones que determinan su aparición, pueden encontrarse en el pasado que le antecedía. (I)

Un presente, por tanto, en contraposición a la abstracción del mero transcurrir, no es cualquier fragmento seccionado de cualquier punto de la dimensión temporal de una realidad que transcurre uniformemente. Su principal referencia es el acontecimiento emergente, es decir, el ocurrir de algo que sea más que los procesos que han llevado a ello y que por su cambio, continuidad, o desaparición, añade a los transcurrires posteriores un contenido que de lo contrario no habrían poseído. (I)

El pasado, tal como aparece con el presente y el futuro, es la relación del acontecimiento emergente a la situación de la cual surgió, y es el acontecimiento el que define esa situación. La continuidad o desaparición de lo que emerge es el presente transcurriendo hacia el futuro. Pasado, presente y futuro pertenecen a un transcurrir que alcanza estructura temporal por medio del acontecimiento, y pueden considerarse largos o cortos al ser comparados con otros transcurrires similares. Pero tal y como existen en la naturaleza, en la medida en que esta expresión tenga sentido, el pasado y el futuro son los límites de lo que llamamos el presente, y están determinados por las relaciones condicionantes del acontecimiento con su situación. (I)

... estos períodos más amplios no pueden tener realidad excepto en la medida en que existen en presentes, y que todas sus implicaciones y valores se ubican allí. Naturalmente, esto nos remite, primero, al hecho evidente de que todo el instrumental del pasado (imágenes memorísticas, monumentos históricos, restos fósiles y demás) está en algún presente, y, segundo, a esa porción del pasado que está en transcurso en la experiencia en tanto que determinada por el acontecimiento emergente. Y nos remite, en tercer lugar, a la prueba necesaria de la formulación del pasado en los acontecimientos que surgen a la experiencia. El pasado del que estamos hablando yace, con todas sus características, en el seno de ese presente. (I)

Los pasados y futuros a los que nos referimos se extienden más allá de estas relaciones contiguas del transcurrir. Los desplegamos en la memoria y en la historia, en la anticipación y la previsión. Constituyen, de modo preeminente, el campo de la ideación, y encuentran su lugar de ubicación en lo que se llama la mente. Aunque están en el presente, se refieren a lo que no está en ese presente, como indica su relación al pasado y al futuro. Su referencia va más allá de sí mismos, y de esta referencia surge su naturaleza representacional. Pertenecen de modo evidente a organismos, es decir, a acontecimientos emergentes cuya naturaleza incluye la tendencia a mantenerse a sí mismos. Dicho de otro modo, son inherentes a su situación los ajustes realizados con respecto a un pasado, y una sensibilidad selectiva mirando a un futuro. Lo que se podría llamar el material a partir del cual surgen las ideas son las actitudes de estos organismos, hábitos cuando miramos hacia el pasado, y ajustes tempranos en el seno del propio acto hacia los resultados de sus respuestas cuando miramos hacia el futuro. En esta medida estas actitudes pertenecen a lo que se podrían llamar el pasado y futuro inmediatos. (I)

No estamos descifrando un manuscrito cuyos pasajes puedan hacerse inteligibles en sí mismos y queden como presentaciones seguras de esa porción que haya pasado antes, para ser suplementados con interpretaciones finales posteriores de otros pasajes. No estamos contemplando un pasado inamovible que pueda desplegarse tras nosotros en su integridad sin verse sujeto a más cambios. Nuestras reconstrucciones del pasado varían en su exhaustividad, pero nunca contemplan que sus hallazgos vayan a ser definitivos. Siempre están sujetas a reformulaciones concebibles, con el descubrimiento de nuevos datos, y esta reformulación puede ser drástica. Incluso las imágenes memorísticas más vívidas pueden ser erróneas. En una palabra, a nuestras seguridades en lo relativo al pasado nunca llegamos sobre la base de una congruencia entre el pasado construido y un pasado real independiente de esta construcción, aunque presupongamos una actitud tal—porque de hecho sometemos nuestras reconstrucciones hipotéticas inmediatas a la prueba del pasado aceptado y las evaluamos según se atengan al registro aceptado; pero este pasado aceptado se encuentra en un presente y es él mismo susceptible de una posible reconstrucción. (I)

mead

II. Emergencia e identidad

Contra el pasado metafísico y contra el modelo espacio/temporal de Minkowski como esquemas que puedan dar cuenta de la realidad de la investigación científica:

Esta concepción de la realidad como un rollo de pergamino infinito que se va desenrollando a ratos ante nuestra visión intermitente tiene otra variante en la imagen de la realidad como un continuo cuatridimensional de espacio-tiempo, de acontecimientos e intervalos, para siempre determinado por su propia geometría, y en el que nos aventuramos con nuestros propios marcos de referencia subjetivos, recibiendo impresiones momentáneas cuyo carácter de presente es una función de nuestra mente y no de ninguna sección de los acontecimientos ordenados en el universo. He sugerido que un enfoque semejante sobre la realidad no responde a la técnica y método científicos por medio de los cuales buscamos desvelar el universo. (II)

La relación de cualquier acontecimiento con las condiciones bajo las cuales se da es lo que denominamos relación de causa. La relación del acontecimiento a las condiciones que lo preceden inaugura al punto una historia, y el carácter único y singular del acontecimiento hace que esa historia sea relativa a ese acontecimiento. El transcurrir condicionante y la aparición del acontecimiento único y singular dan lugar pues al pasado y al futuro tal y como aparecen en un presente. Todo el pasado está en el presente en tanto que ese pasado es la naturaleza condicionante del transcurrir, y todo el futuro surge a partir del presente en la forma de los acontecimientos únicos que finalmente resultan. Desentrañar este pasado existente en el presente y sobre esa base hacer previsión del futuro es la tarea de la ciencia. El método es el de la ideación. (II)

Base de la ecología: Las plantas y animales, empero, presentan a la ciencia objetos cuyos caracteres esenciales no se encuentran en lo que sufre transformación, sino en el proceso mismo y en las formas que el objeto asume durante ese proceso. Dado que el proceso conlleva la interacción del animal o planta con los objetos circundantes, es evidente que el proceso de la vida confiere características al entorno de modo tan real como lo hace a la planta o al animal. (II)

La distinción que he indicado más arriba entre reducción y producción se corresponde con la que hay entre nuestras actitudes al pasado y al futuro respectivamente. El pasado lo reducimos a condiciones fiables, y todo el rico contexto del futuro en cuanto tiene lugar, si ha de ser comprensible y utilizable, debe incorporarse al irse tejiendo a esta red con la que podemos contar. Así, constantemente surgen nuevas cosas, cuya novedad al ocurrir se desgasta para adaptarse a la fiabilidad de lo que se vuelve familiar. Pero la cosa es ante todo el objeto físico de la experiencia del contacto. Encontramos aquí la relación fundamental entre el futuro y el pasado en el presente. La experiencia a distancia es la promesa de la experiencia de contacto. (II)

Fenomenología de la ciencia newtoniana: La ventaja específica de la mecánica newtoniana se debía a la estrecha correlación de su concepto fundamental de masa con el peso y el volumen de la experiencia de contacto. Siempre nos ha resultado fácil imaginarnos la subdivisión de los objetos perceptuales en partículas de masa, y traducir la inercia, la fuerza y el momento a términos del esfuerzo que requieren las experiencias de contacto. En la teoría mecánica las condiciones fiables a las cuales la ciencia ha reducido el pasado se han hecho inherentes a la partícula de masa, y la partícula de masa podía contemplarse como un refinamiento de la cosa física del mundo perceptual. Es esta correlación especial de la cosa física en la ciencia con la cosa de la percepción lo que le ha proporcionado su éxito al llamado materialismo de esta teoría. (II)

La falacia del atomismo y del mecanicismo clásico. Consiste esta falacia en la suposición de que es posible dar una explicación exhaustiva de cualquier acontecimiento que tenga lugar, en términos de las condiciones en que tiene lugar. (II)

Con la relatividad, el espacio-tiempo y la física cuántica hemos perdido la noción de entorno, comparable al del espacio newtoniano y a las partículas masivas newtonianas, en el seno del cual los asuntos del universo físico puedan tener lugar. Pues un continuo espacio-temporal no proporciona tal entorno. Es un mundo metafísico de cosas en sí, a las cuales se puede uno referir con los instrumentos matemáticos que nos vemos obligados a usar, pero no nos proporciona un entorno.  Le faltan las características que un organismo confiere a un entorno mediante su relación con él; y tiene una naturaleza de la cual han surgido tanto el organismo como el entorno, y que puede por tanto contemplarse como independiente de ellos. (II)

Whitehead, en efecto, se propuso conservar el movimiento y el cambio en el seno de un universo relativista. Querría conservar los diferentes sistemas temporales como perspectivas en la naturaleza, pero no veo que haya evitado la rigidez de la geometría del continuo espacio-temporal, ni tampoco veo de qué modo puede abrir la puerta a lo contingente el ingreso de objetos eternos sobre unos acontecimientos así determinados. (II)

El efecto (de la relatividad y la redefinición electromagnética de la materia) fue suprimir suprimir del trasfondo del pensamiento científico un espacio y un tiempo independientes en el seno de los cuales se pudiese edificar un universo físico, y una materia que pudiera pensarse con independencia lógica de los sistemas de las cosas que se edificaban con ella. Este trasfondo de historicidad desapareció con la relatividad y con la teoría electromagnética de la materia. (II)

La desaparición de un espacio absoluto y la relegación de la masa en favor de una concepción más general de la energía enfatizan el papel de los hallazgos científicos presentes como prueba y asiento de la realidad. (II)

Y sin embargo no podemos dejar de construir historias: de hecho se vuelven más fascinantes. Compárese por ejemplo lo apasionante de las historias de los cuerpos estelares de Eddington o de Jeans con la monotonía de una estructura mecánica newtoniana, o con las hipótesis kantianas o laplaceanas. Pero no son ya definitivas. Esperamos que cambien ante nuevos problemas y con los nuevos descubrimientos, y nos quedaríamos muy decepcionados si no lo hiciesen. Tampoco esperamos que se vuelvan más consistentes internamente como si se tratase del desciframiento de un oscuro manuscrito. En el procedimiento científico ya no hay nada que entre en conflicto con la noción de nuevos pasados que surgen junto con los acontecimientos emergentes. (II)


III. La naturaleza social del presente

En la ideación podemos recordar el proceso, pero un pasado tal no es una reintegración del proceso tal como tuvo lugar, puesto que se lleva a cabo desde el punto de vista de la emergencia presente, y es algo francamente hipotético. Es el pasado que reclama nuestro presente, y lo que le somete a prueba es que se adecúe a esa situación. Si, per impossibile, hubiésemos de acceder a ese acontecimiento pasado tal y como tuvo lugar, tendríamos que estar en ese acontecimiento, y entonces compararlo con el que ahora presentamos como su historia. Esto no es únicamente una contradicción lógica, sino que también niega la función del pasado en la experiencia. Esta función es la de una continua reconstrucción como crónica para servir a los propósitos de la interpretación presente. (III)


Si examinamos la base de este cálculo de un sistema a partir de otro hallamos dos características; una es la emergencia del acontecimiento a partir de las condiciones en las que ha aparecido—lo que, como hemos visto, da lugar a su historia y puede incluirse bajo el término general de evolución.   La segunda es la continuidad de condiciones idénticas desde el pasado hasta el presente. Las apariciones de los planetas, cuando se relacionan con las leyes de la masa y el movimiento, caen en una serie ordenada, y desde este punto de vista el objeto puede contemplarse como algo que surge de lo anterior. Desde el punto de vista de su emergencia se considera como que está en ambos sistemas, pero sólo en la medida en que se aplican a cada uno leyes comunes. (III)

Con el abandono del espacio absoluto y el éxito de Einstein al desarrollar la relatividad general, parece una exigencia lógica la emergencia del movimiento y el reposo a partir de la situación más abstracta que expresa lo que es común a ambos marcos de referencia, y que se manifiesta en uno como movimiento y en el otro como reposo. Y sin embargo, como acabo de señalar, semajante formulación nos saca del esquema de desarrollo que he esbozado arriba. Se refiere a la relación entre apariencia y realidad, entre los subjetivo y lo objetivamente real, no a la relación que se establece entre un objeto emergente que surge del pasado y aquello que lo condiciona. (III)

Como hemos visto, en el transcurrir desde el pasado hacia el futuro el objeto presente es tanto el viejo como el nuevo, y esto se aplica igualmente a sus relaciones con todos los otros miembros del sistema al que pertenece. (III)

La cuestión es que un cuerpo perteneciente a un sistema, y que tiene su naturaleza determinada por sus relaciones con miembros de ese sistema, cuando pasa a un nuevo orden sistemático acarreará en su proceso de reajuste al nuevo sistema parte de la naturaleza de todos los miembros del antiguo.

... desde el punto de vista de la relatividad newtoniana, dos sistemas espacio-temporales son alternativos: no se pueden aplicar los dos a la misma situación, a no ser de manera alternativa. Pero cuando usamos la fórmula de transformación de Lorentz, le estamos dando al cuerpo las características que el pertenecen en otro sistema espacio-temporal, y usando los resultados en nuestro sistema. Esto se confiesa cuando se afirma sin más que un cuerpo aumenta su masa junto con su velocidad, pero sin añadir a la vez que las unidades de medición espacio-temporal también cambian, es decir, que nos encontramos en otro marco de referencia que es alternativo al nuestro y que no se puede aplicar simultáneamente.  (III)

la correlación [entre el mundo electromagnético y la experiencia de contacto] se rompe en el punto en que se somete a la prueba de un hallazgo experimental, que debe tener una realidad propia, pues de lo contrario no podría someter a prueba la hipótesis. Debemos ser capaces de formular los hechos que se dan en nuestro propio instrumental (relojes, electrómetros) en términos que sean independientes de las transformaciones de Lorentz y de la relatividad einsteiniana. (III)

la realidad última no es lo que se refiere a la experiencia a distancia, sino lo que se puede presentar en la experiencia en contacto que esta experiencia a distancia promete, o con la que amenaza. Si no hemos de retrotraernos desde el mundo de la experiencia a un mundo metafísico de espacio-tiempo de Minkowski, con sus acontecimientos e intervalos, debemos volver al mundo perceptual de los hallazgos científicos. (III)

la otra característica llamativa de esta situación: que las cosas cuya sustancia pertenece al campo del electromagnetismo no pueden definirse en términos que permitan aislarlas como hallazgos perceptuales. (III)

Para los fines del método científico, la importancia de la experiencia por contacto no se encuentra en la realidad mayor que tenga la experiencia táctil o de resistencia frente a la del color o del sonido, sino en el hecho de que la observación y el experimento sí que acaban reduciéndose a una experiencia a distancia que por su parte ha de remitirse directa o indirectamente a lo que de hecho o concebiblemente podemos coger entre manos. (III)

Ahora la relatividad, junto con la teoría electromagnética de la cual ha surgido en gran medida, no sólo ha vuelto enormemente más compleja la teoría espacio-temporal de la medición, sino que también ha invertido lo que podemos llamar los términos de referencia de la realidad. En lugar de decir que la realidad de las perspectivas de nuestra experiencia a distancia se halla en esa experiencia de contacto que está firmemente asentada en la geometría de un espacio euclídeo y en el fluir continuado de un tiempo uniforme, hemos de decir que sólo en la medida en que podamos trasladar este espacio aparentemente euclídeo de nuestra experiencia de contacto a perspectivas dependientes del movimiento de objetos distantes, y descubrir fórmulas de transformación entre uno y otras, sólo en esta medida podemos alcanzar la realidad de lo que percibimos. (III)

Pero ya que el científico no puede alcanzar nunca el espacio-tiempo metafísico con sus acontecimientos e intervalos a no ser por presuposición, y ya que nunca puede captar el campo total de ningún contenido de energía, se ve obligado a poner a prueba sus hipótesis colocándose a sí mismo a la vez en su propia situación perceptual, pongamos la de un sistema en reposo, y también en la del sistema que se mueve con respecto al suyo, y comparando las estructuras espacio-temporales de los dos sistemas. Procede mediante transformaciones, pero son transformaciones que únicamente son posibles en tanto en cuanto el observador capta en su propia situación lo que conlleva[ría] el colocarse a sí mismo en la situación de aquéllo que está sometiendo a observación. Aunque esto es más complicado, en sus resultados vuelve a remitirse a ocasiones perceptuales. Ahora bien, esto es posible sólo si esa socialidad del pensamiento, en la cual ocupamos la actitud del otro asumiendo nuestra propia actitud divergente, es también una característica de la naturaleza. (III)

La conducta del organismo consciente está determinada tanto por un sistema fisiológico, desde atrás, como por una consciencia que tiende hacia el futuro. Esto, naturalmente, puede darse únicamente en un presente en el que se encuentren tanto el pasado condicionante como el futuro emergente; pero, como indican estos problemas, lo que se hace necesario además es el reconocer que en el presente la localización de un objeto en un sistema lo sitúa también en los otros. (III)

Y sabemos que lo que llamamos procesos conscientes son procesos fisiológicos, y que los procesos que generalmente denominamos comportamiento utilizan sus ajustes organizados para seleccionar los objetos a los que responden, y que como resultado de este comportamiento, las cosas comprendidas en el entorno de estas formas vivas y conscientes adquieren valores y significados. (—es decir, adquieren características emergentes relativas al nuevo sistema del viviente.) (III)

En los tres ámbitos (relatividad, aparición de la vida, aparición de la consciencia) es aplicable (...) el principio de la socialidad. En los tres hay emergencia, y la naturaleza de esta emergencia se debe a la presencia  en sistemas diferentes del mismo objeto o grupo de objetos. De este modo, encontramos que en un sistema con determinadas características de espacio, tiempo y energía, un objeto que se esté moviendo a alta velocidad adquiere un incremento de masa, porque queda caracterizado por diferentes coeficientes de espacio, tiempo y energía, y todo el sistema físico se ve afectado por ello. De manera semejante, es porque un animal está a la vez vivo y porque es parte de un mundo físico-químico por lo que la vida es un fenómeno emergente y por lo que extiende su influencia al entorno que la rodea. Y debido a que el individuo consciente es a la vez un animal, y a que es a la vez capaz de mirar hacia antes y hacia después, emerge la consciencia con los significados y valores que infunde al mundo. (IV)


IV. Las implicaciones del sujeto

No hay actitud consciente que sea de por sí cognitiva. El conocimiento es un proceso de la conducta que organiza el campo de acción de tal manera que puedan tener lugar respuestas aplazadas e inhibidas. (IV)

Así pues, la primera condición de la consciencia es la vida, un proceso en el cual el individuo mediante sus acciones tiende a mantener este proceso tanto en sí mismo como en generaciones posteriores, y que se extiende más allá de lo que tiene lugar en el organismo, hacia el mundo que lo rodea, y que define la parte del mundo que se encuentre en el ámbito de sus actividades como el entorno del individuo. La segunda condición es que la forma viva, en su proceso teleológico, pueda reaccionar como un todo, con un propósito (IV)

He dado por hecho que surge cierto proceso físico-químico sistemático que selecciona aquello ante lo cual reacciona de manera tal que mantenga el proceso, y que este proceso, apareciendo en el seno del mundo físico, emerge como vida. En esta situación surge ahora una forma que no sólo vive sino que hace de sus propias condiciones orgánicas, favorables o desfavorables para con la vida, parte del campo al cual reacciona o en el seno del cual vive. Una forma consciente es la que puede hacer que fases de su propio proceso vital se hagan partes de su entorno. (IV)

La sensación es el término que utilizamos para este elemento añadido en la vida, cuando el animal entra a formar en cierta medida parte de su propio entorno. (IV) —(Reflexividad—cf. el origen reflexivo de la consciencia como autocomunicación).

La primera forma de consciencia se encuentra en el ámbito de la experiencia de contacto. Aquí el animal responde al objeto y por el hecho de hacerlo responde a sí mismo no como un todo, sino sólo al funcionamiento de las superficies de contacto. Más tarde vienen a verse implicados estímulos a distancia en sus respuestas a sus propias condiciones orgánicas y entran en el ámbito consciente. El animal se vuelve así de manera cada vez más íntima parte del mundo de objetos que lo rodea. (IV)

Es del despertarse de respuestas diferidas y mutuamente conflictivas de donde se deriva la materia prima de la ideación. (IV)

La dificultad primordial a la hora de tratar estas cuestiones se encuentra en nuestra tendencia a separar la vida y la consciencia coincidiendo con los límites del organismo. La selección sin duda se ubica en la forma viviente, pero una forma tal puede vivir únicamente en un determinado entorno físico. Los procesos de la vida incluyen relaciones activas con objetos en un entorno, y los procesos vivientes conscientes también incluyen tales objetos. (IV)

los objetos perceptuales, con sus cualidades sensibles, pertenecen al ámbito de la consciencia, puesto que la experiencia a distancia existe como la promesa o amenaza de experiencia en contacto, y la manera en la que el futuro entra en el objeto es a través de la respuesta del organismo a sus propias respuestas. En el mundo perceptual el futuro que ya está allí en el presente móvil se termina de construir mediante las respuestas encaminadas a un fin de los organismos conscientes. El objeto distante viene a ser así lo que podemos hacerle o hacer con él o mediante él o lo que nos puede hacer a nosotros. Decir  que existe instantáneamente así como lo percibimos no es sino pedir confirmación de lo que está dado en la percepción. Estas respuestas dirigidas a un fin están allí en los organismos a la vez como tendencias y como resultados de respuestas pasadas, y el organismo responde a ellas en su percepción.(IV)

Las imágenes pertenecen a la perspectiva del individuo. Sólo él tiene acceso a ellas, y, finalmente, se trata siempre de material que ha aparecido en percepciones anteriores. Constituyen una parte extremadamente importante del entorno del individuo humano. Se hallan empero fusionadas de tal manera con los objetos y actitudes en el seno de los cuales funcionan y, especialmente en el lenguaje, con reacciones musculares incipientes, que es difícil definirlas y aislarlas en nuestra experiencia efectiva. Funcionan en gran medida en la construcción del pasado y del futuro. (IV)

una parte de la idea tal como aparece en la experiencia es algún símbolo perceptual, ya sea del tipo llamado imagen o de algo visto u oído. La otra parte de la idea—el universal de la lógica y de la metafísica—viene a ser aquello que he denominado actitudes o respuestas organizadas que seleccionan características de las cosas cuando pueden desvincularse de las situaciones en el seno de las cuales tienen lugar.  De modo especial nuestras respuestas habituales a los objetos familiares constituyen para nosotros las ideas de estos objetos (...)
en tanto que respuestas organizadas del organismo sí que entran en la experiencia que llamamos consciente. Es decir, el organismo responde a estas actitudes organizadas como responde a otras partes de su mundo. Y así éstas se vuelven objetos para el individuo. (V)

Ahora bien, es mediante estos procesos ideacionales como captamos las condiciones de la conducta futura tal y como se encuentran en las respuestas organizadas que hemos formado, y construimos así nuestros pasados anticipando ese futuro. El individuo que de este modo puede captar ambos puede además organizarlos más mediante la selección de las estimulaciones que los invocan y puede así elaborar su plan de acción. Sostengo que el pasado siempre se construye de esta manera, siempre, por tanto, con respecto a la situación que requiere esta actitud deliberativa. Simplemente he especificado las condiciones que en el seno de una evolución emergente han hecho que tales situaciones deliberativas sean posibles. (IV)

A resultas de la relatividad y el electromagnetismo: La pregunta metafísica es: ¿puede una cosa con dimensiones espacio-temporales y energéticas cambiantes ser la misma cosa con dimensiones diferentes, cuando al parecer sólo tenemos estas dimensiones con las que definir la cosa? Ha parecido más simple decir que la cosa real se encuentra tras estas experiencias, que son subjetivas y fenoménicas. Pero en lugar de esto aceptemos el pasar como el carácter definitorio de la realidad, y reconozcamos que en el pasar hay un cambio en la estructura de las cosas, y que, por causa del pasar, los objetos pueden ocupar diferentes sistemas. (IV)

El paso de un sistema en movimiento al mismo sistema en reposo, mientras el resto del mundo pasa del reposo al movimiento, significa pasar de uno al otro en lo que llamamos una mente. Estos dos aspectos existen en la naturaleza, y la mente también está en la naturaleza. La mente pasa de uno a otro en lo que llamamos su consciencia, y el mundo es un mundo diferente desde el punto de vista de una actitud con respecto al que es desde otra. Decimos que el mundo no puede ocupar ambos sentidos, si son mutuamente excluyentes, pero el paso en una mente le permite hacerlo, mediante transformaciones. (IV)

Coexistencia de un fenómeno en dos sistemas diferentes: las constantes en estas perspectivas diferentes no se refieren a entidades situadas fuera de la experiencia posible, sino que se refieren a este carácter organizado del mundo que aparece en lo que llamamos mente. (IV)

La dimensión temporal de la socialidad es esencial para su existencia. Uno no puede estar en Chicago y en Berkeley a la vez ni siquiera en el pensamiento, pero aun en el caso de que no tuviésemos la misma tierra bajo nuestros pies, que puede ser la misma en un instante, podríamos mantener una vida común en nuestro presente que transcurre en el pensamiento. (IV)

La comunicación, tal como usaré el término, siempre implica la transmisión de significado; y esto conlleva hacer surgir en un individuo la actitud de otro, y su respuesta a estas respuestas. El resultado es que el individuo puede verse estimulado a representar varios papeles en el proceso común en el que todos están involucrados, y puede por tanto encarar los diversos futuros que estos diferentes papeles llevan consigo, mientras alcanza finalmente la forma que adoptará el suyo. (IV)

Origen de la ideación como emergencia:
Deseaba presentar la mente como una evolución en la naturaleza, en la que culmina esa socialidad que es el principio y la forma de la emergencia. La emergencia de las cualidades sensoriales en la naturaleza se debe al hecho de que un órgano puede responder a la naturleza en actitudes sistemáticas diferentes, y sin embargo ocupar ambas actitudes. El organismo responde a sí mismo en tanto que afectado por el árbol, y a la vez responde al árbol en tanto que ámbito de sus posibles reacciones futuras. La posibilidad de que el organismo esté a la vez en tres sistemas diferentes, el de la relación física, el de la relación vital, y el de la relación sensorial, es responsable de que la apariencia del árbol como tronco áspero y follaje coloreados emerja en la interrelación entre el objeto y el organismo. Pero la mente en su sentido más elevado conlleva el paso de una actitud a otra con la ocupación consiguiente de las dos. Esta también tiene lugar en la naturaleza. Es la fase de cambio en la que ambos estados se encuentran en el proceso. Una aceleración de velocidad es el ejemplo más destacado de esta situación, y todo el desarrollo de nuestra ciencia física moderna ha dependido de que aislemos esta entidad en proceso de cambio. Pero mientras que esta ocupación concurrente de diferentes situaciones a la vez se da en la naturaleza, queda reservado a la mente el presentar un ámbito en el que el organismo no sólo pasa de una actitud a otra y ocupa así las dos, sino que también se aferra a esta fase común. Uno puede pasar de la situación en el seno de la que aparece un perro, a aquella en la que aparece un sapo, y así sucesivamente un elefante, y estar en todas las actitudes a la vez en la medida en que todas incluyen la actitud común hacia "un animal". Pues bien, esto es la más alta expresión de la socialidad, puesto que el organismo no sólo pasa de una actitud a otra, por medio de una fase que es parte de todas estas actitudes, sino que también vuelve sobre sí en el proceso y responde a esta fase. Debe salir de sí en el paso de una a otra, y reaccionar a este factor que se da en el paso. (IV)

la aparición de la mente no es sino la culminación de esa socialidad que se encuentra por todos los ámbitos del universo, y su culminación se encuentra en el hecho de que el organismo, ocupando las actitudes de otros, puede ocupar su propia actitud en el papel del otro. (IV)

Una sociedad racional — puede interiorizarse en el individuo aislado sólo en la medida en que pueda asumir los papeles de los demás a la vez que asume su propio papel. Se debe a la organización estructurada de la sociedad el hecho de que el individuo, al asumir sucesivamente los roles de otros en alguna actividad organizada, se halla a sí mismo seleccionando lo que hay de común en los actos interrelacionados de todos ellos, y asume así lo que he llamado el rol del "otro generalizado". (IV)

Organización interaccional del presente, pasado y futuro: El tramo mismo de presente en el seno del cual se encuentre esta autoconsciencia queda delimitado por el acto social particular en el que estemos implicados. (IV)

El presente interaccional o funcional frente al presente especioso:
En cierto sentido, su presente comprende toda esta actividad emprendida, pero puede hacerlo sólo mediante el uso de imágenes simbólicas, y ya que la empresa es un todo que se extiende más allá de los presentes especiosos inmediatos, éstos se deslizan unos dentro de otros sin dejar aristas. Un ruido grande a espaldas nuestras aísla uno de estos presentes especiosos. Su falta de relevancia para con lo que está sucediendo no le deja sino con el momento en el que el sonido resonaba en nuestros oídos. Pero nuestros presentes funcionales son siempre más amplios que el presente especioso, y pueden comprender largas secuencias de una actividad en curso que absorba atención concentrada ininterrumpida. (IV)

El anclaje o inserción de unas actividades en otras (Sintaxis temporal de la acción):
Las actividades emprendidas son parte, sin embargo, en grados diversos de intimidad, de actividades más grandes, de tal modo que rara vez se nos produce la sensación de un conjunto de presentes aislados. (IV)

La actividad presente como punto generador de pasados y futuros:
Deseo enfatizar cuanto sea posible la referencia de pasados y futuros a la actividad que es central al presente. La ideación extiende espacial y temporalmente el campo en el seno del cual tiene lugar la actividad. Los presentes, pues, en el seno de los que vivimos, van provistos de márgenes, y asociarlos a alguna crónica independiente más amplia es de nuevo una cuestión de algún presente más extendido que requiere un horizonte más amplio. Pero hasta el horizonte más amplio se refiere a algo que se ha emprendido, y a lo que se refieren su pasado y su futuro. Por ejemplo, la actual historia del sol es relevante para la empresa que consiste en desentrañar el átomo; y, con otro tipo de análisis del átomo, el sol tendrá otra historia y el universo se verá lanzado a un nuevo futuro. Los pasados y los futuros son implicaciones de lo que se está emprendiendo y llevando a cabo en nuestros laboratorios. (IV)

El Cristianismo como gran proyecto (o "gran relato") aportó el concepto de historia del mundo, y de logro común, pero se ha visto desplazado por el proyecto de la ciencia y de la racionalidad reflexiva:
Ahora bien, incluso en el ámbito de influencia de estos proyectos tan ampliamente universales, sus pasados y sus futuros siguen siendo relativos a los intereses involucrados en los proyectos mismos. Determinamos lo que ha sido el mundo mediante la búsqueda ansiosa de los medios que puedan hacerlo mejor, y estamos creando el objetivo de una sociedad consciente de sus propios valores, y dispuesta a procurarlos de modo inteligente, para sustituir el proyecto de la ciudad que no construyeron manos eternas en el cielo. (IV)

Este planteamiento, pues, nos libera de vernos esclavizados tanto por el pasado como por el futuro. No somos ni productos de la necesidad de un pasado irrevocable, ni de ninguna visión revelada en la Montaña. Nuestra historia y nuestros pronósticos serán acordes con los proyectos en el seno de los cuales vivimos, y nos movemos, y tenemos nuestro ser. Nuestros valores se ubican en el presente, y el pasado y el futuro nos dan sólo el inventario de medios, y los planes de campaña, para su realización. (IV)

Ya que la sociedad nos ha dotado de consciencia reflexiva, podemos entrar personalmente en los más amplios proyectos que extienda ante nosotros el trato entre seres racionales. Y como podemos vivir con nosotros mismos, además de con los demás, podemos criticarnos a nosotros mismos, y hacer nuestros los valores en los que nos veamos involucrados a través de los proyectos emprendidos por la comunidad de todos los entes racionales. (IV)





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