viernes, 7 de marzo de 2014

Teoría de la clase odiosa

Según Thorstein Veblen, el desarrollo social lleva a la aparición de clases ociosas que se definen por mantenerse alejadas del trabajo productivo, parasitando la producción de los demás. La propiedad privada no surgió para cubrir las necesidades vitales, sino como signo de distinción de clase. Las primeras propiedades fueron las mujeres esclavizadas o los bienes arrebatados al enemigo (la clase ociosa es primitivamente una clase guerrera). Y así la riqueza y las posesiones se convierten en meritorias de por sí en una fase posterior de la civilización. 

Pero ojo:

"En virtud de un refinamiento ulterior, la riqueza adquirida pasivamente por herencia recibida de los antepasados o por otros medios se convierte en algo incluso más honorable que la riqueza adquirida por propio esfuerzo" (Teoría de la clase ociosa 54).



—¿Y por qué? Porque, nos aclara Veblen, el esfuerzo productivo deshonra de por sí según la filosofía implícita de la clase ociosa. De ahí que perviven todavía rastros de barbarie primitiva en el comportamiento de esta clase (a pesar de todas sus recepciones y ceremonias y etiquetas):

"Según el criterio popular, los honores más altos que están al alcance de la especie humana quizá sean, todavía hoy, los que se ganan dando muestra de una extraordinaria eficacia depredadora en la guerra, o de una cuasi-depredadora eficacia en el arte de gobernar." (Veblen, Teoría de la clase ociosa 55. Énfasis mío).
Ahí es nada. A Veblen no lo han leído nuestros políticos, ni falta que les hace—lo llevan impreso de fábrica.


 
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