domingo, 22 de diciembre de 2013

Más atención a la consciencia

Aquí hay un interesante artículo de Michael Graziano sobre el "efecto de consciencia" por así llamarlo:

 

Ese efecto generado, la experiencia consciente como una especie de historia que el cerebro se cuenta a sí mismo, lo liga Graziano a un análisis cognitivo del fenómeno de la atención, y de la dinámica de la representación cerebral, en retroalimentación dinámica con la percepción.

Un párrafo traduzco:

La atención requiere control. En los estudios de robótica modernos existe lo que se llama teoría del control, y nos muestra que, si una máquina tal como un cerebro ha de controlar algo, es útil disponer de un modelo interno de ese algo. Piensen en un general militar con sus modelos de ejércitos distribuidos en un mapa: le proporcionan una representación sencilla pero útil—no siempre perfectamente exacta, pero lo suficientemente aproximada como para ayudarle a formular una estrategia. De igual modo, para controlar su propio estado de atención, el cerebro necesita una simulación o modelo de ese estado  que sea constantemente actualizado. Al igual que los ejércitos de juguete del general, el modelo será esquemático y escaso en detalles. El cerebro se atribuirá a sí mismo una propiedad, y esa propiedad será un sustituto simplificado de la atención. No será preciso y exacto, pero sí transmitirá información útil. ¿Cuál es exactamente esa propiedad? Cuando está prestando atención a un objeto X, sabemos que el cerebro normalmente se atribuye a sí mismo una experiencia de X—la propiedad de ser consciente de eso, o estar conscientemente atento a eso. ¿Por qué? Porque esa atribución le ayuda a seguir la pista del foco siempre cambiante de la atención. Llamo a esto la "teoría del esquema de atención." Tiene como núcleo una idea muy sencilla: que la consciencia es un modelo esquemático del estado de atención de uno.

Attention requires control. In the modern study of robotics there is something called control theory, and it teaches us that, if a machine such as a brain is to control something, it helps to have an internal model of that thing. Think of a military general with his model armies arrayed on a map: they provide a simple but useful representation — not always perfectly accurate, but close enough to help formulate strategy. Likewise, to control its own state of attention, the brain needs a constantly updated simulation or model of that state. Like the general’s toy armies, the model will be schematic and short on detail. The brain will attribute a property to itself and that property will be a simplified proxy for attention. It won’t be precisely accurate, but it will convey useful information. What exactly is that property? When it is paying attention to thing X, we know that the brain usually attributes an experience of X to itself — the property of being conscious, or aware, of something. Why? Because that attribution helps to keep track of the ever-changing focus of attention. I call this the ‘attention schema theory’. It has a very simple idea at its heart: that consciousness is a schematic model of one’s state of attention.

En suma, mucho se parece esto a la teoría que yo vengo llamando de la consciencia entendida como reflexividad activa o "retroproyección" de representaciones para generar la realidad, en una circulación entre impresiones perceptuales y representaciones simbólicas que las procesan dentro del cerebro, y se retroalimentan a los centros de percepción. Expuse unas especulaciones neurológicas al respecto en mi artículo sobre la "Interacción internalizada: el desarrollo especular del lenguaje y del orden simbólico". 
 
Y por supuesto, tratando de esquemas, es una teoría que apunta muy bien a integrarse con los análisis sobre la construcción social de la realidad en la escuela de Berger y Luckmann, Mead, Goffman, el interaccionismo simbólico en general. (Ver por ejemplo La realidad como expectativa autocumplida, para una teoría goffmaniana de la consciencia individual que es también consciencia socialmente generada).  
 
Y tiene asimismo interesantes conexiones esta cuestión y este planteamiento sobre la atención consciente con otras reflexiones sobre la naturaleza virtual del mundo simbólico en que nos movemos, esa Matrix que algunos confunden con "la realidad" sin más, como si ésta se pudiese patear. George Berkeley ya estaba en esta película, claro, hace trescientos años.



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