viernes, 8 de noviembre de 2013

Contra la excepcionalidad humana

Contra "el mito de la humanidad", un nuevo libro de Henry Gee, La especie accidental:

Henry Gee,  The Accidental Species: Misunderstandings of Human Evolution. Chicago: U of Chicago P, 2013.

Aquí una reseña en Forbes.

Nuestras falsas reconstrucciones, normalmente pensadas para favorecer nuestra imagen, dependen de la falacia retrospectiva que Gee llama "the Beowulf effect", basado en la carencia de información y la sobrevaloración de la existente:

‘The Beowulf Effect’: The tendency to build a pleasing narrative history out of what is actually a very small sample. By analogy, he points out how utterly dependent the existing literature of Old English is on the sparse number of written lines that have survived.
The few fragments of Old English literature that have come down to us from that remote yet immense period have survived thanks only to blind chance. For example, 30,000 lines of Old English poetry are known to us–all that’s left of more than six hundred years of poetry and song. For comparison, Shakespeare’s plays total some 150,000 lines, written over a period of twenty-four years. What’s more, almost all Old English verse is found in just four surviving manuscripts, all written in the West Saxon dialect of Old English around the year 1000—which does not mean that we knew who originally composted them, nor in what language. [p. 59]

Y termina el libro, claro, con una meditación (à la Stephen Jay Gould) sobre las consecuencias éticas de la gratuidad humana, y de nuestra implausibilidad. Nuestra libertad y capacidad de autogestión.

Lo que desde luego es excepcional es plantearse el problema de la no excepcionalidad como tal—y el de la gratuidad de la existencia, perspectiva atea y ateleológica. No se hace tanto como se dice. Debe ser que, como dice Gee, asusta no tener certidumbres, y asusta... no tanto ser como los demás, sino saber que se es como los demás. En lo de saberlo, sí que hay una excepcionalidad, me parece, aporética si se quiere.

Y es que nos gusta ser la excepción, porque ser la medida de todas las cosas.... no es excepcional. Es la regla.

 

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