domingo, 16 de septiembre de 2012

Melancolía, la Muerte Total y la Cueva Mágica

Quizá sea Melancolía la película que más me ha gustado de Lars Von Trier—ésta y Dancer in the Dark. Recomiendo mucho ver las dos. 




Melancolía va sobre una novia con tendencias depresivas, Justine, que estropea su noche de bodas, o su vida. Descubre que sus intentos de sonreir a la vida y a su novio Michael no la convencen—la comedia humana del bodorrio que ha montado, y su horrible familia, pueden con ella y se desmorona. El teatro de la vida le resulta insoportable. La ataca la depresión profunda y en lugar de hacer el amor con su marido se va a echar un polvo con un invitado insignificante, sólo por estropearlo todo y terminar de arrancar las apariencias a la cruda realidad. También insulta a su jefe y pierde su trabajo, aprovechando la ocasión. Luego, Justine va cayendo en una catatonia profunda, de la que sale parcialmente a medida que se enfrenta a la muerte no ya propia, sino de todo el universo humano. Justine es acogida por su antipática hermana Claire y por su cuñado John en su mansión del campo, donde se celebró la boda frustrada. Se normaliza un tanto en contacto con el jardín y los caballos. Pero mientras, se acerca a la Tierra un planeta, Melancolía, que se asocia a la depresión de Justine. 

Según los científicos el planeta pasará cerca, aunque algunos dicen que chocará con la tierra. El cuñado John se prepara para el espectáculo astronómico, pero Justine sabe que habrá una colisión y que todos morirán. También "sabe" que será el final de toda la vida del Universo, pues ésta sólo existe en la Tierra. Es el fin de todo, un apocalipsis en toda regla. Como película de ciencia ficción es muy original por el tono emocional y existencial que se da al tema del apocalipsis, transformándolo en un paralelo simbólico de la depresión, y también de la angustia ante la muerte. 

El paterfamilias flojo, el cuñado John, se suicida, al descubrir que todo va a morir en unas horas. La película evita espectáculos de terror colectivo, el fin del mundo llega en una casa de campo aislada, sin noticiarios ni electricidad, sólo con los animales actuando de forma extraña. La hermana de Justine, Claire, está también aterrorizada, y le propone esperar el fin tomando un vino en la terraza. Justine le dice que su plan le parece una mierda, y aprovecha para decirle que sabe "cosas" sobre el universo, a saber, que sólo hay vida en la Tierra y que nunca más la habra en ninguna parte. Nada significa nada ni tiene consecuencias, por tanto. 

Pero Justine saca algo de fuerzas de flaqueza, sólo por acompañar a su sobrinito, desorientado por la actitud de sus padres. El padre le había dicho al niño que no había lugar donde esconderse, y el pequeño está asustado. Justine le dice "Ah, pero si te dijo eso es que se había olvidado de la cueva mágica." Y pasa a construir una cueva mágica con el niño, cortando cuatro palos para hacer una tienda sin paredes. Allí se sienta Justine, triste y serena, dándole las manos a Claire que llora y a su sobrinito que cierra los ojos, mientras el planeta Melancolía se agranda en el horizonte y al final arrasa todo, dejando la pantalla negra.

Hay una reseña positiva de Roger Ebert. En este artículo de Andrew Gordon, "The Bride of Melancholia", se analiza la película y se interpreta en conexión con las tendencias depresivas del propio Von Trier, y por qué éste también estropeó la fiesta en el Festival de Berlín. Es una de las mejores transposiciones cinematográficas de la depresión, dice Gordon. También me parece interesante la película por la conexión que establece entre la depresión y el descreimiento. El planeta Melancholia es también la muerte, claro, que no se limita a pasar cerca, dejándonos en una vida posterior, sino que es realmente el final real y absoluto de todo. En ese sentido también es la película una logradísima expresión cinematográfica de la idea de la muerte—expresión que consigue ser a la vez directa e indirecta, por su asociación a la depresión de Justine. La depresión aparece así como la intuición de una experiencia de la muerte inexpresable de otra manera, de una muerte en vida. 

Había un cómico americano, Danny Kaye creo que era, que ponía acento ruso para contar este chiste:

Vunce I vas in a grreat Russian trragedy—Everybody dies.

Vunce I vas in a grreat Russian Operra—Everybody dies.

Vunce I vas in a grreat Russian Comedy—. Everybody dies. But they die happy.


Y dentro de este movimiento negativo de Melancholia, en el que nadie se salva, everybody dies, resulta estéticamente satisfactorio el toque positivo que proporciona al final la Cueva Mágica—cuando Justine, alienada de todos y de sí misma hasta el final, por fin acepta participar en los rituales que la unen a otros.  Al final hace un gesto de aproximación a los demás y les da la mano en el último momento, en atención sobre todo a las ilusiones que ella perdió hace tiempo pero que todavía reconoce en la inocencia de su sobrinito. 

La Cueva Mágica es la religión, las ficciones humanas, la creencia en el más allá y en otra vida, el mundo virtual humano que construimos para vivir juntos en él, negando la evidencia. Por cortesía hacia los demás, Justine entra en la Cueva Mágica. En cuanto a Von Trier, quizá hacer la película sea su manera de entrar en la Cueva Mágica. Aunque no sea lo mismo entrar en ella que mostrar cómo se entra. Como Justine, que tiene contacto privilegiado con su creador, él también "sabe cosas" y tiene que contarlas. Es la paradoja de la creación artística pesimista: a la vez desautoriza las ilusiones humanas, y, sin embargo, participa de ellas por el mismo hecho de avenirse a crear arte.


 
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