miércoles, 6 de junio de 2012

Maestros del Pirineo

Mis noticias de las Escuelas de Biescas no son anteriores a 1892. En esa fecha llegaron a Biescas un maestro y una maestra muy jóvenes llamados Amadeo García y Maximina Jordán...

Me han regalado (¡gracias!) por mi cincuenta y tantos cumpleaños, el "libro-museo" "As Crabetas"- sobre la infancia tradicional del Pirineo, de Enrique Satué y Roberto L'Hotellerie, un volumen que da gusto verlo, de los que pesan, y donde se habla de cuestiones de noviazgos y familias, nacimientos, bautizos, madres, vestido, pedagogía popular, enfermedades y curas, la escuela, fiestas, juegos y rituales, el inicio laboral... en fin, el paso por la infancia hace cincuenta, cien o ciento cincuenta años, incluidas las forganchas, losetas, chiflos, juegos en pandilla y demás.

En el capítulo de escuelas y maestros he encontrado esta foto (aquí copia a dibujo):




Estos niños serían los abuelicos que yo veía en el pueblo de crío. El maestro también sale en otra ilustración, ésta de 1906, donde se le nombra: era Amadeo García, tío abuelo mío. La escuela femenina la llevaba su esposa doña Maximina. (La separación por sexos aún duraba en parte cuando yo empecé a ir a la escuela). Aún me acuerdo el respeto con que hablaba mi abuela, Eusebia Pomar, de Don Amadeo y Doña Maximina, los maestros de Biescas cuando ella llegó al pueblo de niña, y que la animarían a hacerse maestra ella también. Es una historia que cuenta mi padre en La Maestra.

Mi abuela se casaría con el hermano de Amadeo, Ángel García Benedito, que fue padre de mi padre, y maestro de Escuer. De él también se habla en este libro, y no mal por cierto—incluyendo su triste fin en la guerra a manos de algunos canallas de esos que salen de debajo de las piedras cuando hay guerra. No fue el único maestro asesinado en los alrededores:

"Fruto de aquel triste estado de cosas, sólo en los alrededores de Jaca y Sabiñánigo, fueron fusilados entre julio y agosto del 36 el maestro de Orna, Anselmo Jordán Otín; el de Javierrelatre, Antonio Santolaria Viñuales, el de Escuer, Ángel García Benedicto; los de Jaca, Alfonso Iguácel Berges, Luis Boved Ayora y Félix Godé Capistrós; así como la de Sabiñánigo, natural de aquella ciudad, doña Pilar Beltrán Pueyo, y el de Bailo aunque ejerciendo en Asturias, y estando de vacaciones con su esposa e hija, Mariano Acín Gracia. Todos ellos, personas inquietas, profesionales y con una profunda mirada social." (286).

Recuerdos horribles dejó la guerra. Pero también buen recuerdo dejó mi abuelo en muchas personas.

"Y, para finalizar, en una estela que podría ser inagotable, don Ángel García Benedicto, maestro de Escuer, desarrolló un hermoso currículo que, de haberlo hecho en el otro bando, le hubieran proporcionado los más altos laureles: organizó, junto al sacerdote, la bajada del pueblo desde los míseros bancales al fondo del valle y la orilla de la carretera, hacía préstamo sin usura, se le concedió una biblioteca del Patronato de Misiones Pedagógicas, organizó una cantina y ropero para la infancia necesitada, daba clases de adultos por la noche, creó una escuela moderna en el nuevo asentamiento del pueblo, y ornamentó sus calles con infinidad de nogales y acacias a través de la fiesta del árbol. Un hermoso legado guardado todavía en la cabeza y en el corazón por el alumnado que todavía pervive."

"Miguela Sampietro Escartín nació en 1929 en Escuer y pronto quedó huérfana. Para ella, don Ángel fue su auténtico padre. En el año 2002 me entregó este bello poema manuscrito dedicado a su maestro. Como homenaje a él lo transcribo."

A Don Ángel García, nuestro querido maestro

Al entrar muchos preguntan
¿quién ha organizado el pueblo?
y todos les contestamos
nuestro maestro tan bueno.

Escuer pueblo nuevo
con mucha alegría
nos ayudó a construirlo
Don Ángel García.

Bien puesto llevaba el nombre
muy bien le correspondía
que fue un Ángel para Escuer
y para el que lo conocía.

Él nos mandó hacer la escuela
y a cuidarla con esmero
y nos enseñó a plantar
los árboles que hay en el pueblo.

A las tardes nos mandaba
a regar con ilusión
y al volver siempre nos daba
una gratificación

unas veces caramelos
otras naranjas o manzanas
y todos muy obedientes
íbamos de buena gana.

Muchas veces comentaban
y llevaban la razón
que era uno de los mejores
de la región de Aragón.

A los más necesitados
también nos dio algún dinero
y nos daba de comer
en los tres meses de invierno.

Primero a los de Escuer Alto
después, de abajo también
y qué feliz se sentía.

Yo nunca quiero olvidar
aquel cocido tan bueno
lo preparaba muy bien
Francisca del Herrero.

Nos daban un panecillo
que nos hacía ilusión
nos lo comíamos todo
aunque era buena ración.

Al terminar el invierno
nos preparaba un banquete
que a todos nos parecía
que estaba de rechupete.

Solamente uno entre todos
el que comía poquico
que si lo quieren saber
es Gregorio de Perico.

Muchas veces a mi madre
él le habló de esta manera:
Como eres viuda y ocho hijos
uno gratis la carrera.

Yo unos días a la escuela,
otros cabrero o vaquera
de esa manera imposible
que yo sacar la carrera.

No conocí a mis abuelos
y casi nada a mi padre
por eso sí mucho aprendí
del maestro y de mi madre.

Aunque se fue para siempre
en Escuer siempre estará.
El nos plantó los árboles
y mucho han crecido ya.

Sabemos que es un buen ángel
y que estará ya en el cielo
y nos sigue vigilando
para que seamos buenos.

Gracias, Miguela, y gracias Enrique. Mi padre, Ángel García Pomar, también estaba conmovido por el aprecio y el recuerdo que de mi abuelo tenía Miguela después de tantos años. Él, por su parte, llegaría a ser otro maestro muy querido y apreciado por varias generaciones de vecinos de Biescas. Era de esas personas incansables en intentar mejorar el pueblo y ayudar a la gente, y enseñarles a ayudarse unos a otros. Dar ejemplo, y no sólo dar clase de matemáticas o de física, era su manera de entender el papel del maestro—y está claro que en eso siguió el ejemplo de su padre, a pesar de perderlo tan pronto.

 

 




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