sábado, 5 de mayo de 2012

Viaje al franquismo rancio


En menudo túnel del tiempo me he metido hoy sin comerlo ni beberlo. Resulta que en algún momento perdí el pasaporte, y ahora que parece que igual quiebra Europa digo, mejor me lo hago, por si hay que salir volao a alguna parte. Y bien, pido cita previa, tó muy moderno, tó muy bonito, informatizado y demás. Voy a la Comisaría de Policía con mi foto y el DNI y mis dos dedos índices en la mano.

Pero vaya. Que a la funcionaria no le gustaba mi foto. Me dice, "Esta foto está estropeada" —bueno, tenía una pequeña muesquilla debajo, fuera totalmente del trozo que sacan ellos en el pasaporte. Y total la iban a digitalizar... le digo, vaya, ¿no sirve? Y me dice, "Es que quizá tenga problemas, luego en algún aeropuerto".... y yo, "bueno, no creo, pero bah, eso me da igual, lo que me interesa es tener el pasaporte, si me lo puede hacer con ésta". Y dice, mirando el DNI, "Es que esta foto no es nueva: Es la misma foto del DNI." Que no es que fuese viejo el DNI, vamos, era de nuevo modelo—y además la foto no era la misma, era más reciente. Le digo "¿Pero entonces, es que no me parezco a la foto?" (igualito que soy estaba en la foto)—"No es cuestión de que se parezca o no. Es que la foto es vieja. Yo se lo aconsejo por su propio bien". Y le digo, "Mire, de verdad que me da igual. Si usted me lo quiere hacer con esta foto, yo prefiero hacérmelo antes que irme a hacer otra". "Es que no se lo puedo hacer. Porque la foto tiene más de cuatro meses". "Bueno, pues podría haber empezado por allí". Como me decía que era un consejo particular suyo, y me daba a elegir.... Así que me voy, me hago fotos y vuelvo. Y mientras espero, allí en la comisaría...

... —Caballero, la gorra.

Me vuelvo, era un guardia.

—¿Sí? ¿dígame?
—Que se quite la gorra.
—¿La gorra? ¿Que me la quite? ¿Por qué?
—Porque está usted en un centro oficial. No puede usted ir con gorra.
—¿Pero por qué? ¿Le molesta a usted?
—No, a mí no, pero es que aquí no puede llevar gorra.

—¿No? ¿Y eso dónde lo dice? ¿Está prohibido?
—Hombre, prohibido prohibido no sé, pero no va usted a ir con gorra aquí.
—Si hace el favor, indíqueme una norma oficial por la que no pueda yo ir con gorra.
A ver, no puede usted ir con gorra, por ética, caballero. Por ética.
—Será la ética de Vd., o sus gustos particulares, pero no son los míos.
—¡Pero bueno, aquí ya cada cual va a ir como quiera!

El guardia, que no era ningún vejestorio, no llegaría a los treinta, se retira horrorizado. Pero no pasa un minuto que acude el conserje. Que este sí entró en la época de Franco.

—Caballero, quítese la gorra.
—Mire, no tengo por qué quitarme la gorra.
—¡Que está usted en unas dependencias oficiales!
—Que yo sepa no está prohibido llevar gorras en dependencias oficiales. (Me podía haber quitado la gorra pero ya se me iban hinchando las narices, claro).
Por ser persona, se la tenía que quitar usted. Por ser como la gente.
—Mire, eso serán cuestiones de gustos u opiniones de usted, que no tiene por qué decírselas al público. Es como si yo le digo que no me gusta cómo viste usted. También me podría decir que no tengo que venir con vaqueros, ¿no? O que tengo que usar corbata. Como si le dice a este otro señor que no puede entrar aquí en mangas de camisa que va, o con deportivas.
—Así que no se va a quitar usted la gorra. Ya se ve, ya se le ve de lejos. ¡Que es usted el espíritu de la contradicción!

Para entonces ya había escena, y me estaba esperando que viniesen dos fornidos a confiscarme la gorra, o a arrestarme por resistencia a la autoridad, pero bueno. Por fin se imprime el pasaporte, y me lo dan, y me voy sin que me detengan en la frontera, aunque estaban allí expresando su escándalo mayúsculo.

De no creérselo, vamos.


Y porque estaba yo cabreao y en otra cosa. Y griposo. Que si no les podría haber informado de que siendo doctor por la Universidad de Zaragoza, tengo el privilegio reservado a los Grandes de España (por una de esas curiosidades de la historia), consistente en no tener que descubrirse ante nadie, ni bajo techado, ni siquiera ante el rey. Especialmente no ante el rey, ahora que lo pienso.







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