miércoles, 18 de abril de 2012

Inter(twittercon)ferencias

O peligros de las twitterconferencias, o quizá debería decir peligros de la interferencia presencial/en red. Desde hace más de veinte años recibo el Brown Alumni Monthly, por gentileza de la Universidad Brown, y este mes tiene en portada a la guruesa de las redes sociales danah boyd (nombre legalmente cambiado a minúsculas, para ser más ella  y más webchat). Atenta a la interacción en las redes sociales y a la autorrepresentación en red, boyd, casi digo Boyd, también está atenta a la red presencial, y "se viste de manera estilosa" como si imitase a su perfil de Facebook. Pero, demasiado dependiente de su ordenata portátil como parte de su cuerpo, tuvo un patinazo memorable que narran en el artículo, traduzco por lo sintomático del caso:

"En noviembre de 2009, boyd viajó a Nueva York a presentar lo que esperaba iba a ser una conferencia importante en una de las reuniones más importantes de profesionales de Internet del año. Su tema era lo que llama 'vivir en la corriente', o cómo no ahogarse en la inundación de información que recibimos constantmente. A los adolescentes, piensa, se les da especialmente bien esto. Los más entendidos en cosas red consiguen mantenerse abiertos a todo el material digital sin necesidad de procesarlo todo. Cogen lo que pueden manejar y no les preocupa que muchas cosas puedan escapárseles. Es una especie de ciber-Zen. 

'El objetivo es tener consciencia periférica de la información mientras fluye a nuestro lado, agarrarla en el momento adecuado, cuando es más relevante y valiosa, entretenida o significativa', dijo en la Expo. 'Es una cuestión de alineción, de alinearse con la información'. Habló del subidón que les da a algunos usuarios de Twitter 'que se sienten como si viviesen y respirasen con el mundo que los rodea, conscientes periféricamente, y en sintonía, añadiendo contenidos a la corriente y echando mano de ellos cuando es oportuno'. 

Boyd [¿Boyd?] esperaba que el atril sería inclinado de modo que podría apoyar allí su portátil y echar un vistazo a sus apuntes. Pero el atril era plano y los organizadores del evento le dijeron que no podía usar el ordenador. Acabó con la cabeza inclinada para abajo, leyendo apuntes impresos. 'Cuanto más nerviosa me ponía, más miraba esos apuntes', dice boyd. 'Esto acabó descontrolándose espectacularmente'. También tenía un foco apuntándole directamente a la cara. No podía ver al público. A medida que se iba angustiando, empezó a hablar cada vez más deprisa. Ya habla deprisa de por sí, y metió la velocidad hipersónica. Para permitir comentarios de su charla en tiempo real, los organizadores del evento habían puesto una pantalla en el escenario que mostraba los mensajes de Twitter que iban posteando los miembros del público a medida que ella hablaba. Por desgracia, los comentarios no iban dirigidos a lo que decía, sino a cómo lo estaba diciendo. 'No digo que danah no sea lista, es sólo que no es de la Tierra', decía un tweet. 'Wow que frase más larga, que alguien aplauda y la deje respirar', iba otro. El público empezó a reírse. Boyd, que estaba frente al público delante de la pantalla, no tenía ni idea de lo que todos veían tan divertido. Boyd luego se describió a sí misma como 'devastada'. Dos días más tarde, colgaron un vídeo de su charla en YouTube; pronto tuvo más de 2000 visitas.

No hubo duda de cómo respondería boyd a su humillación. Como lo hacía cuando la atacaban en Brown, se enfrentó a este último episodio de frente, públicamente, y con la web por medio. Blogueó sobre ello. En respuesta a las risas durante su charla, escribió: 'Me retiré en mí misma... Estaba leyendo en voz alta a la vez que pensaba cosas horribles sobre mí misma y mis fallos... Odiaba al público, me odiaba a mí misma.' Puede que sus lectores no lo supieran, pero ella solía vomitar antes de dar conferencias públicas. Ya no hace eso, pero, blogueó, 'aún no puedo comer... y voy al baño un zillón de veces'. 

Quizá en los días previos a Internet, boyd habría buscado consuelo con amigos o parientes o habría escrito una larga entrada en su diario. Pero boyd dice que los que se sumergen en el mundo de las redes sociales se vuelven de hecho mini-celebridades, con detalles íntimos de sus vidas expuestos a cualquier persona del mundo que los encuentre suficientemente interesantes para seguirlos. Nuestras vidas privadas son ahora mucho más públicas. En el pasado nuestras interacciones sociales eran 'privadas por defecto, públicas por esfuerzo', dice boyd. Ahora, son 'públicas por defecto, privadas por esfuerzo'."

Se me ocurren un par de comentarios: primero, que es una crueldad privar al ser humano en red de su móvil, su smartphone, su portátil o su tablet—para (para mayor absurdo) dejarle encima que lea papeles. Una conferencia TIC con curiosos criterios, la que sufrió boyd. A un organizador le tiene que patinar una neurona para no permitir ordenadores al conferenciante pero sí al público, y con pantalla Twitter detrás. Sádicos hay.

También hay masocas, para forzarse a sí mismos a comunicarse en un medio (presencial o no presencial) que no es del propio agrado. En la definición de ser media-savvy debería entrar el saber elegir de qué medios abstenerse, acorde con las capacidades e inclinaciones de cada uno. Yo por ejemplo he dejado de ir a dar conferencias por allí, o de intentarlo siquiera. Y el teléfono lo cojo sólo cuando me apuntan con una pistola. Quizá boyd debería limitarse a las redes sociales, a menos que le motive el subidón del directo (el subidón de vómito, vamos).

Otra cosa: en ese caso, boyd metió la pata espectacularmente al no colocarse al mínimo nivel que le pedía su público: tenía que haber leído también lo que se decía sobre ella en la pantalla Twitter. Hace poco estuve en una conferencia de Gina Tost, con pantalla Twitter, y tampoco parecía la conferenciante muy interesada en lo que se decía en la pantalla—cierto es que no era muy interesante, aunque intuí yo peligros potenciales del formato éste, que por lo que se ve ya los había estrenado boyd.

El tema de las conferencias con Twitter es que superponen lo que Goffman denomina dos canales simultáneos de interacción, y así crean interferencias entre ellos: la interacción oficial con el conferenciante, la charla oral en la que uno habla y los demás escuchan (la presencialidad presencial si se quiere), y la interacción oficiosa entre miembros del público (con o sin el conferenciante)—la presencialidad en red.  Claro que al hacer esto se crea un nuevo tipo de canal público, el que aparece en la pantalla de Twitter, algo más "extraoficial" que el que articula el público con su atención al conferenciante (o con sus risas). Y el corolario teórico más interesante, quizá, aparte de las lecciones prácticas que extraiga cada cual, es que también se genera un auténtico canal colusivo adicional en el público, precisamente el que no va a parar a la pantalla de Twitter, pero sigue ambientalmente presente en la sala multimedia—que multimedia siempre somos.

Aquí está la tesis doctoral de danah michele boyd sobre redes sociales, titulada (y viene al pelo) Taken Out of Context:  http://www.danah.org/papers/TakenOutOfContext.pdf
 

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