viernes, 20 de enero de 2012

Estudiando lo que no sabemos que sabemos

Una magnífica y amenísima conferencia de Slavoj Zizek, "Why Only Atheists Can Truly Believe", en ocho partes. Zizek moquea como una fuente pero también emanan de él muchas ideas fascinantes—sobre la sociedad postmoderna y sus hipocresías, sobre las creencias y la fe, sobre el Otro y la abyección... —y sobre la ideología en acción, la imbricación en la vida concreta de la que nos cuesta separarnos, para llegar a saber que sabemos cosas que nos sabemos que sabemos. Y para empezar a situar cuáles podrían ser esas cosas, haciendo un cognitive mapping de nuestra situación, diferenciando la historicidad vivida de la historicidad conocida. (Mi idea del narrative mapping o del anclaje narrativo va un poquito en esa dirección también).




 
Como suele suceder con él, Zizek es a la vez tendencioso e interesante; pero en esta ocasión menos arbitrario y más interesante.

El Malo de la conferencia lo tiene la tentación de encontrar un sentido global a las cosas, aunque sea un sentido incomprensible—la religión o religión descafeinada que busca encontrar un sentido al mal en el mundo. Para Zizek esa es la revelación del libro de Job: que Job se niega a encontrar ese sentido, a pesar de la insistencia de sus "amigos". Reflexionando sobre este fragmento de Pope, se me ocurre empero que en el límite el sentido y la falta de sentido no tienen sentidos tan opuestos,

Una (u otra) disensión: Zizek (en una concesión al Zeitgeist) encuentra la tolerancia repugnante y paternalista, como criterio para regir nuestras relaciones con el Otro. Yo en cambio la encuentro esencial: creo que siguiendo la lógica de su propio razonamiento sí hace falta una dosis de tolerancia con lo que no nos gusta pero hay que tolerar. Y una dosis de intolerancia, claro, con lo que ni nos gusta ni hay que tolerar; es una distinción esencial.


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