viernes, 6 de mayo de 2011

Traidores en la cima de su carrera


En el Tribunal Constitucional— tribunal prostitucional, lo llaman por ahí. El Tribunal Constitucional, o mejor dicho, los agentes del PSOE en el Tribunal Constitucional, han anulado la decisión del Tribunal Supremo de eliminar las listas proetarras de las elecciones. Para eso no sólo han elegido favorecer la postura de la ETA antes que la del Tribunal Supremo. También han llevado la contraria a la fiscalía y abogados del Estado, a los informes policiales—y a la ley de Partidos, muy clara en este punto. Y han pasado a los batasunos por encima de las víctimas de ETA, y una vez más, como hicieron con el Estatuto de Cataluña y con tantas otras cosas, han demostrado que están allí precisamente para pervertir las instituciones, para torcer la constitución, y para imponer los intereses del partido que mande por encima de los del la ley y de la nación.  

Todo esto era sabido, y se venía comentando, y daban los vendidos magistrados múltiples pistas de lo que iban a hacer—por ejemplo, corriendo perdiendo el culo para responder en tiempo récord al recurso de los proetarras, mientras que hay recursos presentados por el PP que llevan allí años durmiendo el sueño de los justos en un cajón, y lo que seguirán aún. Esto es tan apestoso que indigna recordarlo, pero estos sinvergüenzas también estuvieron intentando que se reconociese a Cataluña como nación distinta de España, sin ponerse de acuerdo en la sala, hasta que salió adelante el estatuto con su independencia a medias, que bastante la ejercen por cierto.  

Para estas labores son útiles, utilísimos, los socialistas sin carnet, estos farsantes de la judicatura como Elisa Pérez Vera, o Pascual Sala, que si no tienen carnet del PSOE es precisamente para infiltrarlos allí donde se requiere un "elemento neutro"—estos son los imprescindibles, para el auténtico trabajo sucio. Porque la prevaricación, en este asunto y en este órgano, es alta traición, pero con garantías, de la que no se puede deshacer. El PSOE, por cierto, frotándose las manos, que lleva años derritiéndose de gusto cada vez que le puede hacer un favor a los etarras y darles carta política. 

Eduardo Madina, portavoz del PSOE, y un síndrome de Estocolmo personificado, ya iba diciendo que "el Tribunal Constitucional nos va a dar una alegría"—la alegría es que se pueda poner un sueldo a los que le pusieron una bomba, y mandarlos a casa con honores cuanto antes. Como siempre, tenía razón Jaime Mayor Oreja cuando decía que había una negociación con los etarras—quizá siguiendo protocolos distintos, quizá negociación por observación mutua, pero negociación con terroristas, como siempre, que es lo que les va, hacerle favor especial al que lleva la pistola. 

Este es un gobierno que miente hasta cuando se calla, dice bien dicho Carlos Herrera—Bono también iba dándose palmaditas en la espalda con el PNV, diciéndoles que tranquilos, que aquí no pasa nada, tenemos a las marionetas bien atadas. La aplicación de la ley en España, y esto se subraya una y otra vez cada vez que abre la boca el Constitucional, está podrida de arriba abajo, está dictada por los intereses de partidos y grupos de influencias. Es un país donde los delincuentes y criminales no es sólo que estén amparados y favorecidos, sino que muchos de ellos están en los puestos más altos, haciendo el trabajo sucio necesario, y manteniendo a raya a aquellos jueces, policías y políticos, cada vez menos, que no olfateen el ambiente, viendo de qué va esto, y que no se mimeticen con el entorno, corrompiendo también su ámbito de acción. 

Ahí los tenemos a estos magistrados, en la cima de su carrera, manteniendo a raya a los que aún resisten y no se rinden.

Aquí el comentario de Federico Jiménez Losantos sobre la decisión del Tribunal Constitucional.


 
 
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