Nos vemos esta película (en español Atormentada la llaman) situada en un ambiente poco hitchcockiano—la Australia colonial de los años 1830. Según la Dra. Penas, es un pastiche revuelto de Jane Eyre, Cumbres Borrascosas, Rebecca, y otras ficciones románticas, y es cierto que gustará a los amantes de ellas. De hecho es un cóctel muy acertado de todas ellas, y de alguna más, mezclando bien todos los ingredientes de traumas del pasado, castigos de la vida, rivalidades femeninas, hipersensibilidad clasista, etc. Puede verse entera, por cierto, en el Archivo de Internet, por ejemplo en su página del IMDB.
Es una historia de irlandeses exiliados en Australia: un matrimonio socialmente ostracizado, los Flusky, recibe en su casa al buscador de fortunas recién llegado (y primo del gobernador) Charles Adare. Charles redescubre en Lady Flusky a una vieja conocida de su familia, hace muchos años, que se fugó con el mozo de cuadras. El pasado oscuro que ocultan se redondea con una historia de asesinato: Flusky fue condenado por disparar "accidentalmente" y matar al hermano de su esposa, y por eso está en Australia, donde ha hecho fortuna—pero Lady Flusky le confiesa a Adare que fue ella quien disparó, y que Flusky la protegió y le hizo jurar que guardaría el secreto.
Ahora se apunta un romance entre Adare y Lady Flusky, que tras años de soledad en Australia está deprimida, borracha, y arrinconada en su propia casa por la intrigante ama de llaves, Milly, prima hermana de la Sra. Danvers de Rebecca— que ayudada por la dejadez de Flusky, mantiene a su esposa en un estado de atontamiento alcohólico, y aspira a sustituirla. Bien, tras un enfrentamiento entre el marido y el aspirante a amante, éste recibe un disparo. Y Flusky está amenazado con la horca, por reincidente. Su esposa intenta salvarlo rompiendo su juramento y contando a las autoridades que Flusky era inocente de su primer crimen. Pero Flusky se niega a corroborar la declaración. Adare salva la situación declarando galantemente que el disparo que recibió de Flusky era accidental—y a continuación deja Australia, y vuelve a su país pues "se le hace pequeño el territorio" según dice.
Lo despiden el matrimonio agradecido, que llevan camino de reconstruir su relación amorosa tras el incidente pasional—aunque es presumible que la señora Flusky seguirá siendo tan paria social como lo llevaba siendo. Entretanto la malvada Milly ha sido despedida, tras haber intentado volver loca a Lady Flusky alimentando sus delirios, drogándola y luego ya directamente envenenándola.
Es una película que juega con la figura del cicisbeo o galán consentido de la esposa, el papel de Adare, hasta que se corre riesgo real de adulterio (y de pelea con el marido, por las maledicencias no del todo mal encaminadas de Milly). El "romance" con Adare ayuda a Lady Flusky a salir de su sopor y a desalcoholizarse—me gusta la escena en la que Adare le devuelve su autoimagen, que estaba por los suelos, convirtiendo una puerta de cristal en un espejo: pone su chaqueta tras ella, y se ve allí la señora reflejada por primera vez en muchos años, pues había mandado tirar todos los espejos de la casa por odio a lo que veía en ellos: ahora se ve a través de los ojos del enamorado Adare, y le gusta lo que ve.
Otro plano típicamente hitchcockiano, de esos que se han vuelto clásicos pero que eran raros en él, es un travelling que nos lleva de la pareja Adare/Lady Flusky, enfrascados en su conversación ilusionada sobre futuros proyectos, a la figura de Flusky que se aleja por un pasillo cabizbajo y preocupado—pasando antes por unos buenos segundos de desplazamiento de la cámara por la habitación y por el mobiliario sin figuras humanas, con las voces de ellos hablando continuadamente en el sonido de fondo.
Bien, como se ve, el tema de la clase pesa mucho: estamos en un ambiente hiperbritánico, máxime siendo que estamos entre irlandeses (británicos de segunda, aunque sean angloirlandeses) y en las colonias australes: en el otro extremo del mundo hay que dejar aún más claras las barreras de clase que hacen a cada cual lo que es. El gobernador no recibe a Flusky, por muy rico que sea y muy señorial que sea su casa, pues es un ex-presidiario: la colonia está habitada por muchas clases de gente, pero hay líneas especialmente importantes que separan no sólo a ricos y pobres, sino también administradores y administrados, y hombres libres y hombres con antecedentes. Cuando Flusky invita a unos socios de negocios a una cena, todas sus esposas se encuentran indispuestas y no pueden acudir, para marcar la distancia entre la respetabilidad de ellas (que ni siquiera son aristócratas) y la escandalosa Lady Flusky, que se saltó a la torera las barreras de clase y decencia.
Bien, sólo un detalle más. Lady Flusky, con toques de histeria, creía ver ratas en su habitación, y Milly alimenta esos horrores quizá entendiendo que vienen de fuentes profundas, y que puede volverla loca. En la escena climática, coloca un objeto de horror entre las sábanas de su cama, quizá aludiendo al trauma erótico que ha marcado su vida. El objeto en cuestión es una cabeza humana disecada—trabajo de los aborígenes, y probablemente cabeza de un aborígen. (En una escena anterior vemos cómo un mercachifle intenta vendérsela a Flusky, y éste lo rechaza indignado). Observemos que es la única aparición de los aborígenes en la película: ni se les nombra, ni se les muestra—como por otra parte no aparece ningún inglés, pues al parecer aquí han dejado la administración de los márgenes del imperio a los irlandeses, ciudadanos de segunda. La película dibuja muchas líneas sociales y solidaridades de grupo diferentes, pero siempre dentro de la esfera colonial británica: lo que hay fuera de esa esfera está separado por una barrera social tan enorme que sólo puede aparecer dentro de la película a modo de afloramiento traumático del inconsciente—como objeto de horror innombrable y asociado a lo que está totalmente fuera de lugar, como la rata entre las sábanas.
Pero en fin, la intrigante Milly, sin ser psicoanalista, sabía muy bien lo que vale un símbolo—y los autores de la película por supuesto también. En una película sobre la respetabilidad y la identidad social, hay distancias sociales e identidades de grupo que sólo pueden figurarse de modo traumático, como retorno de lo reprimido.
Cine australiano clásico, en este sentido, donde las ansiedades frente al aborígen, y la abyección de éste, encuentran una formulación modélica. Es curioso que aquí lo reprimido innombrable, objeto de represión política y colectiva, sirva de símbolo o señal excesiva de lo reprimido individual, la traumática historia personal que sí acaba saliendo a la luz y siendo asimilada por los personajes. La historia del aborigen convertido en souvenir de espanto tendrá que esperar, sin embargo, a otras películas y a otra tradición fílmica.
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Under Capricorn (Atormentada). Dir. Alfred Hitchcock. Screenplay by James Bridie, based on the novel by Helen Simpson. Cast: Ingrid Bergman, Joseph Cotten, Michael Wilding, Margaret Leighton, Jack Watling, Cecil Parker. Photog. Jack Cardiff and Paul Beeson. 1949. Spanish DVD. (Hitchcock Gold Collection). Barcelona: RBA / Suevia Films, 2008.
Muy buen comentario sobre 'Under Capricon'.
ResponderEliminarEn mi blog estoy revisando toda la filmografia de Hitchcock, y todavía me falta mucho para llegar a esta y re-verla.
Buena entrada y buen blog, me hago seguidor, xD.
Un saludo.
¡Gracias! Eres el número 30, selecta minoría. Pues esta película al parecer fue elegida en los años 50 entre las mejores de la historia del cine por Cahiers du Cinéma, ahí es nada.
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