domingo, 20 de febrero de 2011

Facebook como sociedad líquida de individuos


La sociedad de individuos, característica del mundo postmoderno, la contrapone Zygmunt Bauman (desfavorablemente, entiéndase) a la "sociedad de ciudadanos" socialmente responsables—que no sé realmente de qué período histórico ha sido característica—o si pertenece sólo al desiderátum de las utopías o de las miradas selectivas e idealizantes sobre el pasado.  Cuando escribió esto Bauman no había Facebook, y apenas "redes sociales" en Internet. No es de esto de lo que habla Bauman, sino de las experiencias característicamente postmodernas—pero sin embargo se ajusta muy bien su descripción pesimista y desilusionada a lo que podría pensar de las relaciones sociales virtuales, siendo casi una descripción por anticipado de lo que viene siendo la red social de los individuos en lo que él llama la modernidad líquida:

Si el individuo es el enemigo número uno del ciudadano, y si la individualización pone en aprietos la idea de ciudadanía y la política basada en ese principio, es porque las preocupaciones de los individuos en tanto tales colman hasta el borde el espacio público cuando éstos aducen ser los únicos ocupantes legítimos y expulsan a codazos del discurso público todo lo demás. Lo 'público' se encuentra colonizado por lo 'privado'. El interés público se limita a la curiosidad por la vida privada de las figuras públicas, y el arte de la vida pública queda reducido a la exhibición pública de asuntos privados y a a confesiones públicas de sentimientos privados (cuanto más íntimos, mejor). Los 'temas públicos' que se resisten a esa reducción se transforman en algo incomprensible.
    Las posibilidades de que los actores individualizados sean 'rearraigados' en el cuerpo republicano de la ciudadanía son escasas. Lo que los anima a aventurarse dentro de la escena pública no es tanto la búsqueda de causas comunes ni de los modos de negociar el significado del bien común y los principios de la vida en común, sino más bien una desesperada necesidad de 'interconectarse'. [Nunca mejor dicho con respecto a Internet y Facebook—aunque quizá Bauman esté pensando en comunidades típicamente urbanas del tipo "grupos de autoayuda", etc.] Compartir intimidades, como no cesa de señalar Richard Sennett, tiende a ser el método preferido, si no el único restante, de 'construcción de comunidad'. Esta técnica de construcción sólo puede dar a luz 'comunidades' frágiles y efímeras como emociones dispersas y erráticas que cambian de objetivo sin ton ni son, a la deriva en su búsqueda infructuosa de un puerto seguro: comunidades de preocupaciones compartidas, ansiedades compartidas u odios compartidos—pero en todo caso comunidades 'perchero', reuniones momentáneas alrededor de un clavo en el que muchos individuos solitarios cuelgan sus miedos individuales y solitarios—. [Aquí está realmente certero Bauman, caracterizando las inútiles páginas de "gustos" de Facebook, comunidades inútiles, evanescentes e inutilizables de cientos o miles de gentes a las que les "gusta esto"] Como lo señala Ulrich Beck (en su ensayo 'On the Mortality of Industrial Society'),
aquello que emerge de la disuelta norma social es un ego desnudo, atermorizado y agresivo en busca de amor y ayuda. En su búsqueda de sí mismo y del afecto social, se pierde con facilidad en la jungla del yo [...] Alguien que anda hurgueteando en la niebla del propio yo se vuelve incapaz de advertir que ese aislamiento, ese 'solitario confinamiento del ego', es una condena masiva.
La individualización ha llegado para quedarse; todo razonamiento acerca de los medios de hacer frente a su impacto sobre el modo en que llevamos adelante nuestras vidas debe partir de la aceptación de ese hecho. La individualización concede a un número cada vez mayor de hombres y mujeres una libertad de experimentación sin precedentes—pero (timeo danaos et dona ferentes...) también acarrea la tarea sin precedentes de hacerse cargo de las consecuencias—. El abismo que se abre entre el derecho a la autoafirmación y la capacidad de controlar los mecanismos sociales que la hacen viable o inviable parece alzarse como la mayor contradicción de la modernidad fluida—una brecha a la que por ensayo/error, reflexión crítica y abierta experimentación, deberemos aprender a enfrentarnos colectivamente—.  
 

E individualmente, hay que añadir, claro.  Esto viene de la sección "El individuo en guerra con el ciudadano", de Modernidad Líquida (2000). Bauman es un tanto all-or-nothingist, "todo-o-nadista"—ve unos síntomas característicos de nuevas tendencias, y ya reduce el conjunto de la realidad a esos síntomas característicos como si hubiese todo sufrido una transformación de raíz, y no hubiese inercias más que notables en la sociedad humana. Yo tengo menos fe que él en esa hipotética sociedad de ciudadanos en la que los ciudadanos no sean a la vez individuos. La visualizo muy claramente en los movimientos de masas de ciudadanos, algunos de ellos ciudadasnos poco individuales, en los años 30 pongamos, todos socialmente muy concienciados y todos poniendo alguna colectividad nacional o de clase o de Pueblo o de lo que sea, por delante de las individualidades que eran denunciadas como un vicio burgués. En aquellos años de modernidad sólida Bauman era un comunista ortodoxo—en Polonia; luego heterodoxo dentro de un orden, pero siempre comunista. ¿Será Bauman un nostálgico de esos de que con Stalin primero, y luego contra Stalin, vivíamos mejor?

 
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