martes, 7 de diciembre de 2010

Nada es nada





En este puente gris poco hay que hacer, estando rondados como estamos por lo grave que está tía Pilar, la madrina de Oscar. Vamos a acompañar a la familia a la UCI, algún rato, pero no hay esperanza de que salga de ésta con bien.

También paseamos sin mucho rumbo—les hago fotos a las hojas caídas en el suelo, cada una de las cuales debería ser inventariada y archivada en ordenadores norteamericanos. Y trasteo con la guitarra en una plaza invadida de chiringuitos navideños, a las horas que no hay megafonía ni gente. Vimos Notorious, una buena película de Hitchcock—Rebecca no se dejaba ver. Y ahora estamos con An Education.

Además, trabajamos mucho. Me he leído la última historia del universo, The Grand Design, de Hawking y Mlodinow, que intenta razonar cómo puede salir todo de la nada, a pesar de lo que diga el rey Lear. Volveremos sobre este libro.

Y hoy he estado revisando este artículo que teníamos pendiente desde hace años, sobre The Stone Diaries, novela de Carol Shields. Volviendo a ella ahora que tan presentes tenemos los trayectos de las vidas. Al final todas las vidas parecen hojas caídas, pero si creemos a Shields, y hay que creerla, no hay manera de sumar los momentos de la vida para hacer un todo. Y, mirando hacia atrás, los sentidos de la vida no se unifican, sino que se ramifican y multiplican hasta la incoherencia. Aquí está el artículo en Academia y también en el SSRN.




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