martes, 14 de diciembre de 2010

El Gran Diseño y Hacedor de Estrellas (2): La ley de la ley




Notas y divagaciones sobre el capítulo 2 de Hawking y Mlodinow, The Grand Design. El progreso del conocimiento en la humanidad lo ligan Hawking y Mlodinow al descubrimiento de leyes y regularidades en la naturaleza—haciéndola predecible, y no sometida al capricho de entidades sobrenaturales. Según Aristóteles, fue hacia el siglo VI a.C


"cuando Tales de Mileto formuló por primera vez la idea de que el mundo se puede entender, de que los acontecimientos complejos que nos rodean podrían reducirse a principios más simples y explicarse sin recurrir a explicaciones míticas o teológicas" (18)

Es lo que algunos han llamado el sueño de Tales. Su desarrollo en la ciencia moderna daría lugar a los conceptos de reducción y de consilienciala reducción de todos los fenómenos al cálculo físico-matemático, y la consiliencia o convergencia de todas las disciplinas del saber, que habrían de resultar ser congruentes entre sí al predicar verdades compatibles entre sí y con la realidad del mundo.

Por los mismos años, Pitágoras o los pitagóricos formularon al parecer la primera ley física matematizada: la relación entre la armonía de los sonidos y la longitud de las cuerdas de los instrumentos musicales—"si fue así, se podría considerar esa simple fórmula matemática el primer caso de lo que ahora conocemos como la física teórica" (19). Y a Anaximandro, vecino de Tales, se debe la primera noción de la teoría de la evolución:


"razonó que ya que los bebés humanos no pueden valerse por sí mismos al nacer, si el primer humano hubiese aparecido en la tierra siendo un bebé no habría sobrevivido. En lo que puede haber sido el primer atisbo de la evolución, razonó Anaximandro que las personas deben haber evolucionado a partir de otros animales cuyos cachorros son más resistentes" (20)


A Demócrito debemos la primera teoría atómica. Por su parte, Aristarco hizo cálculos matemáticos sobre el tamaño relativo del Sol y la Tierra...  También descentró a la humanidad al aventurar que era la Tierra la que giraba alrededor del sol, y no al revés, y que las estrellas deben ser soles más lejanos. La idea de que el Universo no está centrado en la tierra y en el hombre no germinaría sin embargo hasta ser retomada muchos siglos más tarde, a partir de Galileo, con el desarrollo gradual de la nueva ciencia.

La física se desarrolló al desligarse los movimientos de los cuerpos de la noción de intención—y de las preconcepciones aristotélicas sobre el movimiento de los cuerpos—y cuando pasó a observarse y describirse el comportamiento de la naturaleza, sin más —el cómo, no el por qué. Durante toda la Edad Media, el cristianismo fue hostil a la idea de un universo gobernado por leyes inflexibles. En 1277 el obispo de París publicó una lista de 219 errores o herejías, y una de ellas era la idea de que la Naturaleza sigue leyes, pues eso entraría en conflicto con la omnipotencia de Dios. 

La concepción moderna de leyes de la naturaleza la formuló Descartes—para quien las leyes son inalterables porque son un reflejo de la propia naturaleza de Dios.  (A esta concepción parece remontarse Hawking directamente en su libro anterior, Historia del Tiempo, cuando le daba fin diciendo que "conociendo las leyes de la naturaleza, conoceremos la mente de Dios). Sigue una interesante observación de Descartes sobre el concepto central de la nueva teoría de Hawking—descartando, por así decirlo, por anticipado, la teoría del multiverso:


"uno podría pensar que Dios todavía tendría la elección de crear diversos mundos diferentes, correspondiéndose cada uno de ellos con un conjunto diferente de condiciones iniciales, pero Descartes también negó esto. Fuese cual fuese la disposición de la materia al principio del universo, sostenía, con el paso del tiempo se desarrollaría un mundo idéntico al nuestro. Además, tenía la impresión Descartes que una vez Dios ponía el mundo en marcha, lo dejaba funcionar solo por completo" (27)


Vemos en Descartes un planteamiento verdaderamente favorable a una conjunción razonable de ciencia y religión—y de hecho, habría que argüir que la autonomía de las leyes del mundo ya estaba muy avanzada en el razonamiento escolástico, en la noción de las causas secundarias. De hecho, cada vez se va dejando menos sitio a Dios, en el sentido de una voluntad que pueda actuar al margen de las leyes naturales. Igual que callaron los oráculos clásicos al llegar el Cristianismo, fueron callando los milagros con el desarrollo del humanismo y de la ciencia—y la acción de Dios vino a identificarse, para Descartes o para Hawking, con las leyes de la Naturaleza, o con el diseño (por usar este término al cual ninguno de los dos le hace ascos) que las ajusta y las hace ser lo que son.


Muy distinto es el Hacedor de Estrellas concebido por Olaf Stapledon—pues éste sí se dedica a hacer un mundo tras otro, unos más perfectos, otros más simples, más complejos.... según diferentes leyes. Volveremos a este Hacedor más adelante. Hay que señalar que en la concepción dominante del mundo a lo largo del pensamiento occidental, tanto mítica como cristiana como científica, el mundo es uno y tiene una sola historia. Es lo que llamábamos la concepción lineal del mundo, que podría contraponerse a las concepciones ergódicas o multilineales que descarta René, y que proponen Stapledon, Feynman y Hawking-Mlodinow.

Dada la idea de un mundo gobernado por leyes, surgen tres preguntas (29): 1) ¿Cuál es el origen de las leyes?  2) ¿Hay excepciones (milagros)?  3) ¿Hay un único conjunto de leyes posibles?

Kepler, Galileo, Descartes y Newton identificaban a Dios como la encarnación de las leyes de la naturaleza, cosa que haría redundante la idea de un Dios reducido a ellas, o nos hace entrar en una regresión infinita (qué Dios detrás de Dios la trama empieza, etc.). Laplace fue el primero en declarar que Dios era una hipótesis inútil—eliminando los milagros y sentando el principio del determinismo absoluto de cuanto ocurre en el Universo. (Un determinismo hipotético o axiomático, claro, no aplicable al cálculo en detalle de fenómenos complejos, y por tanto un tanto metafísico). Hawking también se proclama determinista, pero también le pondré un pero:

"Este libro se enraíza en la noción de determinismo científico, que implica que la respuesta a la pregunta (2) es que no hay milagros ni excepciones a las leyes de la naturaleza. Sin embargo, volveremos a tratar en profundidad las preguntas uno y tres, las preguntas de cómo surgieron las leyes y si son las únicas leyes posibles." (34)

Pero un determinismo con múltiples mundos a su disposición deja en cierto sentido de serlo, pues la realidad ya no es inflexible sino que se desparrama en multitud de realidades alternativas.  Y, asimismo, habría que preguntarse cómo podría dejar de ser metafísica, también, la noción propuesta ahora por Hawking y Mlodinow y tantos otros, sobre estos múltiples universos. ¿Podría haber alguna prueba física para avalarla, o se trataría de un mero razonamiento matemático? ¿Son universos incomunicados excepto a través de la razón? Porque la existencia de otros mundos matemáticos vendría a ser una versión magnificada del Flatland de Abbott—una especulación consistente en sí, pero con menos puntos de contacto con nuestro mundo de los que allí tendría una esfera flotante. El "ajuste fino" de las leyes del universo para permitir la existencia de objetos, etc., es un problema intelectual al que es razonable buscar una explicación: pero resolverlo postulando infinitos mundos existentes.... en alguna realidad trascendental, a la que sólo se accede a través de la mente de un matemático, no parece ser la solución que pueda dejar a mucha gente satisfecha. Aparte de que solucionar el problema del ajuste fino de las leyes a base de añadir muchos mundos viene a ser como matar moscas a cañonazos. ¿Será que, al menos en este mundo, no hay otra manera de acabar con según qué moscas?






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(PS, 2016: Una propuesta alternativa, y más convincente, sobre el problema del ajuste fino, de la cosmología de los multiversos, y sobre "la ley de la ley"—me refiero en concreto a la cuestión de "qué leyes puede seguir la formación de leyes físicas"—puede encontrarse en el libro de Roberto Mangabeira Unger y Lee Smolin The Singular Universe and the Reality of Time (Cambridge UP, 2015), que propone una cosmología evolucionista, y muy crítica con el uso que dan Hawking y otros a la matematización de la física).



 
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