domingo, 25 de abril de 2010

Más allá del tiempo (The Time Traveler's Wife)

Premisas básicas de esta película: Henry (Eric Bana) tiene un problema genético que le hace viajar en el tiempo, sin control, a ciertos momentos del pasado o del futuro; esto complica su relación con Clare (Rachel McAdams) pero también le añade un picantillo. (—Por ejemplo, Clare, harta de Henry tras unos años de matrimonio se echa de amante a Henry joven, que así se pone los cuernos a sí mismo. Eso es adulterio dentro de un orden y guardando las formas). Henry viaja en pelotas, como un Terminator sensible: lo malo es que tiene que robar ropa lo primero de todo, allá donde llega. No puede cambiar lo que pasa, ni saber todo lo que va a pasar: viaja selectivamente, sin control pero controlado, sólo a aquellos puntos del pasado que no estropean el guión. Para quien quiera una reseña centrada en los absurdos del viaje en el tiempo, aquí está la de Roger Ebert. Claro que como a quien no admita el género de la comedia romántica con paradojas temporal/dimensionales, al que nos ha llevado la historia del cine, se le va a hacer bastante durilla, le será mejor no verla. Les gustará en cambio a quienes les guste Ghost (mismo guionista); o más recientemente El curioso caso de Benjamin Button. O aquélla de Robin Williams, Más allá de los sueños; o La casa del lago; Ójala fuera cierto, o Frequency. También les gustará a quienes toleren la comedia romántica en todas sus variantes. Y seguramente también a los amantes de las paradojas temporales de todo tipo, que los habrá: los gustosos de Regreso al futuro, Deja vu, El día de la marmota, Kate&Leopold, Next, Minority Report, Paycheck, A Sound of Thunder, The Terminator, Time Cop, Star Trek (2009)... La madre de todas estas películas en su versión dura está en La máquina del tiempo, de H.G. Wells, pero recordemos que la versión familiar aún es más clásica: el Villancico de Navidad de Dickens, y si aceptamos la Divina Comedia como comedia romántica, allí están ya algunas paradojas y una visión de las relaciones amorosas con Beatriz, desde más allá del tiempo.


En la reseña de Stephanie Zacharek se apunta a los aspectos desagradables de la película (en especial para quienes les desagraden las comedias románticas). Aquí el viaje en el tiempo lleva a una relación entre Henry adulto y Clare niña que combina en dosis calculadas la pedofilia y el romanticismo lacrimógeno. "Qué monada serías de pequeña", le decimos a nuestra pareja. La película es muy consciente del terreno peligroso, y de ahí las alusiones veladas a la escena de la niña en Frankenstein, y a Lewis Carroll, en esta escena del prado.

Una reseña más sensible a la intención y logros de la película es la de Mick LaSalle:

The truth is, "The Time Traveler's Wife," in its clumsy way, does something significant. It takes, as its subjects, the sadness and grandeur of life and the mystery of time, and it offers a full experience to those who find its wavelength.

Time travel is a natural topic for movies. Take a moving picture camera and point it at anything, absolutely anything. Then wait a year or two, or 50 or 100. Eventually, those images will become heartbreaking to somebody. It's the nature of the medium. In the same way, The Time Traveler's Wife makes us aware of the ephemerality and preciousness of all things.

En las fotografías, en las películas, está contenida la muerte del tiempo pasado y a la vez su supervivencia. En una escena de armonía familiar salen filmando Henry y Clare a su hija Alba, con una cámara de video ya ahora demasiado grande, de los años 90. La proliferación de imágenes de vídeo casero de nosotros mismos (mías pocas por cierto), sumadas a los ya tradicionales álbumes de fotografía, llevan a esta superconsciencia del paso del tiempo como una historia personal que queda registrada, y a la que podemos regresar en cierto modo. Esto lleva a su vez a un deseo de explorar los sentimientos de incongruencia así producidos, y las posibles paradojas que imaginamos.

Ya la narración es de por sí una máquina del tiempo—de viajar en el tiempo, y de reorganizarlo y recombinarlo de maneras imprevisibles. Nuestra propia experiencia es narrativa, y cada nuevo medio de comunicación, cada nueva tecnología, aporta consigo sus propias posibilidades de narrativización, y su propia dinámica temporal. Estas vienen a intensificar y complicar nuestra experiencia del tiempo, pues lo experimentamos en sus formas complejas mediante la representación y sus tecnologías. En el artículo sobre los blogs y la narratividad de la experiencia desarrollé algo esta línea de razonamiento.

En cuanto al cine, con su temporalidad alternativa, que avanza tan inexorablemente como la flecha del tiempo del Universo, y la imita y la duplica—el cine es quizá el mayor experimento de representación temporal desarrollado hasta la fecha. Aunque supongo que los videojuegos lo están alcanzando rápido... con otras posibilidades de inmersión e interacción. Con el cine no interactuamos: progresan las películas al margen de nuestra intervención, en un tiempo que a la vez es y no es el de este mundo. Ya las primeras películas de los Lumière proporcionaban esa inmersión en un espacio y un tiempo alternativos: esas eran tan lineales como nuestra noción ingenua del tiempo real. Pero pronto aprendió el cine a combinar distintas espacialidades y con ellas distintos tiempos: en las películas de Griffith ya se aprecia esa multiplicidad temporal, y con el desarrollo de los flashbacks el cine desarrolla su potencial de manipulación temporal. En Ciudadano Kane, las narraciones verbales se convierten en imágenes, y el supuesto relato verbal de los narradores se vuelve por primera vez una experiencia de viaje en el tiempo tan vívida como la experiencia de primer nivel en la que se apoya. Claro que pronto mostró Hitchcock (en Stage Fright) que la narración verbal convertida en imágenes podía pertenecer a una línea temporal ficticia, inventada por el personaje. Y en general el cine ha ido explorando esta dimensión del status dudoso de cada una de sus imágenes, asociándolas a recuerdos, a ensoñaciones—subjetivizándolas, uniéndolas a un punto de vista poco fiable. Eso lo hacía a su manera discreta el cine clásico de Hollywood—pero lo intensifica el cine de autor típicamente europeo, alrededor de los años 60. Y la naturaleza inestable de la realidad cinematográfica se vuelve un estándar del cine comercial en ese tipo de películas sobre realidad virtual, cada vez más frecuentes desde los años 80, en las que la realidad flojea. Ahora ya flojea hasta en la comedia romántica, género inocuo por excelencia.

Existe cada vez más consciencia en Norteamérica del carácter narrativo de la identidad personal: ver por ejemplo este artículo de "On the Human" sobre la identidad narrativa. Es algo quizá muy relacionado con la ideología del logro personal, y con la ritualización extrema de la identidad pública en esta cultura. A esa narrativización, y a esa ritualización, contribuyen mucho las tecnologías de la representación. Pronto hasta los obituarios serán cinematográficos, o multimedia, archivando la personalidad públicamente presentable y haciéndola accesible en diversos momentos del tiempo. Sobre esto había una película muy interesante de Omar Naim, The Final Cut (La memoria de los muertos). Y mucho hay de funeral en esta película de Más allá del tiempo. Gran parte de su intención parece ser acomodarnos a la pérdida, en especial a la de padres y cónyuges, desconstruyendo la linealidad ineluctable de la vida, para espacializarla, hacerla accesible y rewindeable en diversos puntos. También los vídeos caseros, o las fotografías del álbum, son viajeros en el tiempo que inciden de manera sorpresiva y poco controlable, en nuestras emociones, y volvemos a ver aquellas caras del pasado, unas veces más jóvenes, otras más viejas; unas veces son mosmentos de antes de que naciésemos, otras, reaparecen precious friends hid in death's dateless night, o amores perdidos por el mundo y por el tiempo y a quienes nunca volveremos a tener cerca. Con lo cerca que estuvieron, y si el tiempo fuese un lugar al que ir, allí seguiríamos con ellos, siempre en algún momento de nuestra historia, o allí podríamos ir a pasar un rato, a hablar del presente, del pasado y del futuro.

En la película, hay mucho de preparación para la muerte. Empieza con la escena de la muerte de la madre de Henry, un personaje rememorado (y visitado) a lo largo de la película. Siguen las premoniciones y visiones parciales de la muerte del mismo Henry. Aparece Alba niña hablando con Alba mayor, también ésta una time traveler, que le anuncia la muerte de su padre, y le enseña cosas al respecto que sólo terminará de aprender cuando sea más mayor. La imagen de Henry desapareciendo inopinadamente a cada momento y dejando sólo su ropa, por una parte sirve para lucir el físico de Eric Bana, pero por otra parte remite a lo que queda de los muertos, sus cosas—sus zapatos especialmente, en la última escena donde los recoge Alba tras la última (?) aparición y desaparición de Henry, años después de su muerte. En recuerdo nos visitan, los fantasmas de los difuntos, a veces cuando menos lo esperamos. Nos ayuda a los humanos, prisioneros del tiempo como cualquiera, el ensanchar un poquito los muros de la cárcel, y concebir nuestra existencia como algo que trasciende al tiempo. Como una película, que tiene una dimensión secuencial, temporal, pero también una dimensión espacial—es tiempo almacenado, y podemos volver a cualquir momento de ella. En películas como Más allá del tiempo esta dimensión formal del cine se ha tematizado, y ha invadido el argumento, organizando la experiencia de los personajes de modo puramente cinematográfico. Y es que no sólo querríamos ser estrellas de cine, que para eso se hicieron las estrellas, para vivir virtualmente en ellas, sino que también querríamos que todo el tiempo que hemos vivido estuviese almacenado y accesible en alguna parte—que nuestra identidad no se perdiese con el paso del tiempo, sino que pudiese permanecer, y volver y volver otra vez a los mismos sitios donde vivimos y fuimos, a veces, felices.

Para eso se hicieron las almas, y los rituales de recuerdos. Esta película es uno más. ¿Viajeros en el tiempo? Todos lo hemos sido, lo somos—viajando despacito—y lo seremos, más súbitamente, queramos o no. Por eso han hecho esta película, que es menos absurda de lo que parece.


The Time Traveler's Wife. Dir. Robert Schwentke. Screenplay by Bruce Joel Rubin, based on the novel by Audrey Niffenegger. Cast: Eric Bana, Rachel McAdams, Michelle Nolden, Alex Ferris, Arliss Howard, Brooklynn Proulx, Jane McLean, Roy Livingston, Brian Bisson Maggie Castle, Fiona Reid, Philip Craig, Stephen Tobolowsky, Hailey McCann, Tatum McCann. Music by Mychael Danna. Photog. Florian Ballhaus. Ed. Thom Noble. Prod. des. Jon Hutman. Art dir. Peter Grundy. Exec. prod. Richard Brener, Justis Greene, Brad Pitt, Michele Weiss. Prod. Dede Gardner and Nick Weschler. USA: New Line Cinema / Nick Wechsler / Plan B, 2009.

The Lake House

—oOo—

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Se aceptan opiniones alternativas, e incluso coincidentes: