martes, 9 de marzo de 2010

Ma réputation


"La reputación, hoy" — es el último artículo de Arcadi Espada, sobre el anonimato, insultos, y sentimientos sin disfrazar en la red. Le fascina ese cruce airado de opiniones anónimas porque ve entre toda la basurilla de los anónimos una cierto contacto estimulante con la verdad de las cosas—con una parte al menos. No estoy de acuerdo, sin embargo, en la frase quedona ésa de que "en Internet todo es mentira mientras no se demuestre lo contrario." No más que en el mundo en general, en todo caso.

Yo antes participaba ocasionalmente en sitios de éstos donde la gente firma anónimamente o pseudónimamente por sistema. Pero nunca jamás he escrito nada en Internet sin firmarlo con mi nombre y remitiendo a mi sitio web o correo electrónico (auténtico). Lo cierto es que he dejado de frecuentar los sitios por donde pululan los anónimos; y tampoco me gusta que me pongan comentarios anónimos. Aunque si son civilizados por supuesto tienen un pasar: también hay gente educada que al parecer jamás se atrevería a opinar nada sobre nada si tuviese que firmar su opinión. Una hiperprudencia, en la mayoría de los casos. De hecho creo que hay mucha gente que tampoco se atreve, o le da cosa, poner cualquier tipo de comentario en Internet, aunque sea con seudónimo. Es curioso que con las redes sociales ha cambiado un poco esto, y muchos le van perdiendo el miedo; tanto más curioso cuanto que en Facebook la gente sí suele apuntarse con su nombre auténtico, hale a las bravas, supongo que porque es lo que se lleva allí, sin más, por convención occidental.

El otro día me maravillaba yo de lo que abundo por Internet (hoy 124.000 resultados de búsqueda según Google) pero es curioso que it's crowded and cold, in my public life: de tantísima página casi ninguna opina sobre mí, si exceptuamos las de mi blog. La mayoría son enlaces a páginas que he escrito yo mismo, o que remiten allí de segunda mano. Debate sobre lo que digo, cero (o sea, que reputación cero) tanto en mi sitio como fuera de él en general. Al principio tuve alguna invasión de trolls, pero salvo algún sarpullido ocasional, los dejo en paz yo a ellos y ellos a mí. Y raro es el artículo mío que suscita algún comentario. Total que nos quedamos mano a mano mi reputación y yo, como Moustaki con sa solitude.


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