miércoles, 10 de febrero de 2010

Queerer Than We Can Suppose


Una charla de Richard Dawkins, en excelente inglés y pronunciación, no como los de Chomsky, en TED. Sobre lo raro que es el universo, y cómo nuestro cerebro se construye una representación habitable del mismo... una versión que tiene muy poco que ver con la realidad.






Una explicación alternativa, claro, y aparentemente más aceptable, es que el universo es exactamente como lo vemos—siendo las apariencias la sustancia misma de la realidad. O, afinando un poco más: siendo la dialéctica de apariencias y realidad (incluyendo la "realidad científica" de las cosas aparentes) un juego cognoscitivo peculiarmente humano y jugado en contextos humanos cuya realidad y apariencia inmediata todos compartimos. El descubrimiento de realidades detrás de las apariencias, o la transformación de las aparentes realidades en meras apariencias, es un proceso cognoscitivo que sólo se puede dar sobre la base de esos contextos compartidos de la realidad humana–los que permiten, por ejemplo, colgar vídeos, o dar charlas sobre la estructura de la realidad.

Me viene a la cabeza la frase del Arcipreste de Hita: "Lo que semeja non es"—puestos a generalizar. Por supuesto en un sentido es: es a la vez la semejanza que aparece, y lo que se oculta detrás de ella y podamos descubrir. Hay que tener en cuenta que, aparte de la naturaleza traicionera de la realidad, los humanos nos dedicamos constantemente a traficar en apariencias, signos, disfraces y velos, empezando por las ropas. Pero quién dirá que el hábito no contribuye a hacer al monje.

Quería poner también una cosita de Goffman sobre esta cuestión de la apariencia y la realidad... 
...ah, sí, aquí está. En el mundo social (que también es queerer than we can suppose,) tenemos que mantener, en general, la apariencia de que las cosas son como aparentan ser. Y esto da lugar a una peculiar dialéctica entre realidades y apariencias:

"Llegamos ahora a la dialéctica básica. En tanto que actores sociales, los individuos se ocuparán de mantener la impresión de que cumplen con los muchos estándares que se emplean para juzgarles a ellos y a sus productos. Como estos estándares son tan numerosos y ubicuos, los individuos que son actores habitan, más de lo que podríamos suponer, en un mundo moral. Pero, en su faceta de actores, los individuos han de ocuparse no con la cuestión moral de estar a la altura de esos estándares, sino con la cuestión amoral de ingeniar una impresión convincente de que se están realizando esos estándares. Nuestra actividad, pues, tiene en gran medida que ver con asuntos morales, pero en tanto que actores no tenemos una actitud moral con ellos. Dedicamos el día a un contacto íntimo con los productos que mostramos en público, y nuestra mente está llena de comprensiones íntimas de ellos; pero bien puede ser que cuanta más atención prestemos a esos productos, más distantes nos sintamos de ellos y de los que son lo suficientemente creyentes como para comprarlos. Por usar una imagen diferente, es la misma obligación y ventaja de aparecer siempre bajo una luz moral constante, de ser un personaje socializado, la que obliga a uno a ser el tipo de persona que adquiere una experiencia de las artes y maneras de la farándula." (La presentación del yo en la vida cotidiana, conclusión).

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