jueves, 11 de febrero de 2010

Cocinando el POD



Hoy hemos tenido consejo del departamento de Filología Inglesa y Alemana, con punto único: primer acercamiento a la elaboración del Plan de Ordenación Docente. Un papeleo aburridísimo y una pesadilla para la dirección, a pesar de la sugestiva aplicación informática Odile que les ayuda a hacerlo. Y es que hay hacer muchos cálculos de horas y grupos, y mover muchos cables, ajustándose al viento (que este año no es favorable) para conseguir el objetivo primordial, que es justificar muchas necesidades y dividir muchos grupos para generar muchas plazas. Es el axioma incontestado del POD, o el Plan detrás del POD: conservar la plaza de los que están, y colocar a todos los que podamos que aún no están. Huy no, qué digo, que es para mejorar la atención al estudiante, el fin último.

Cierto es que la idea de empezar la implantación del Grado con grupos de 70 estudiantes, según ordena el Rectorado... como que no casa mucho con el espíritu de Bolonia. Pero la Universidad está en crisis, endeudada hasta las orejas, y tendrá que reducir grupos y costes. Así que nuestro departamento decide contraatacar por gambito lateral, creando grupos de prácticas, que aún se puede... Aunque sean una pesadilla de organizar en cuestión de horarios. Y seguramente les viene bien a los estudiantes, practicar.

Aunque por el camino se consigue colocar a muchos socios y asociados que están a la espera de merecer, y eso interesa. De hecho, lo de colocar asociados no está tan fácil: para obtener ese contrato hace falta justificar que se está trabajando fuera de la universidad, con lo cual las plazas suelen quedar vacantes, y luego salen para cubrirse por urgencia con los retrasos de rigor. Ahí ya se coloca mejor a quien haga falta. Tampoco es fácil obtener ayudantes doctores, y es que debe ser que no hay un solo doctor de Filología Inglesa en paro en el país. En fin, que entre lo difícil que está colocar a los del grupo de uno, y lo difícil que está encontrar a alguien que cumpla los requisitos de las plazas, no es tarea fácil para los muñidores del POD, y requiere la cosa muchos cálculos y vueltas y revueltas. Vamos, que haciéndolo se ha puesto enfermo el director Dr. Guillén, y ha dirigido la reunión de hoy el Dr. Sánchez García, que ya apunta maneras de futuro director.

Yo he abierto la boca para hacer una observación. Resulta que tanta sed de plazas, y tiene este departamento una plaza guardada en salmuera desde el año 2003—una cátedra de universidad, nada menos. Pero esa no piden nunca al Rectorado que la desempolve, ni que la saque a concurso. ¿Por qué será?

Yo me presenté a esa cátedra, y también otros profesores del departamento, y de fuera, cuando sí salió a concurso en el año 2003. Se dejó vacante. Al parecer el tribunal juzgó que ninguno estábamos preparados (y eso que sumábamos muchos muchos sexenios). Vamos, que no se cubrió porque no interesaba darla a ninguno de los candidatos, a quien estaba repartiendo el bacalao. Aquí está parte de la historia. ¿Mi interpretación? Pues que había que pasar por delante a algunos profesores mejor vistos que ni habían firmado esa plaza, ni la podrían haber ganado creíblemente de haberla firmado. Y pasaron, pasaron, con el tiempo.

Bien, pues la plaza aquella, la cátedra fantasma, no se cubrió, a pesar de eso, ni se volvió a sacar a concurso—con la excusa de que estaba la cosa sub iudice. Pues yo había recurrido (el único que lo hizo) y pasaron muchos años hasta que se resolvió el asunto, dando por buena la actuación del tribunal (es que hay una cosa que se llama ficciones legales).

Pero ahora no está sub iudice. Y se preocupaba mucho la Dra. Onega en la reunión de hoy por que no se fuese a perder la plaza, con las pocas cátedras que hay en este departamento, decía.... (Yo también pensaba cosas, aunque muchas veces se contiene uno de decir lo que piensa en estas reuniones, créanme. Que hay pocas cátedras, dice la presidenta del tribunal que dejó esa plaza vacante—y la anterior también, por cierto).

Entonces he expuesto yo mi opinión: que la Cátedra Maldita debería sacarse a concurso de una vez. Que ya se la ha toreado bastante, y que ahora este departamento sólo puede hacer una cosa administrativamente coherente con ella, que es sacarla a concurso y cubrir la plaza. Pero entonces me dicen, los gestores de las cosas: Es que no hay nadie que se pueda presentar. Nadie, oigan. Se supone que esta frase quiere decir "no hay en el departamento ningún profesor acreditado que vaya a presentarse a esa plaza". Presuponiendo, como buenos funcionarios públicos, que la institución está allí para sus propios habitantes, para coparla los que ya están en ella. No eres bienvenido, forastero—la endogamia universitaria funciona como los pueblos del Oeste. Es la dinámica que se presupone en el Departamento como artículo número uno de funcionamiento: hay que procurar generar plazas que vayan a ocupar los miembros del departamento. O sus meritorios. Y oigan, que la universidad no les va a llevar la contraria, pues no quiere verse a las espaldas con todos los que ya están, y con la crisis, y con uno más que llega de fuera. Así que desde el Rectorado se toleran, cuando no se favorecen, la endogamia y los arreglillos feudales de los departamentos.

Pero es que la frase clave en realidad no quiere decir que "la cátedra ha de ser para un miembro de este departamento"—como aparenta. No. Porque si así fuera, ya la habrían cubierto cuando salió en su momento, que estábamos todos perfectamente capacitados para obtener la plaza, y no se nos dejó ni pasar al segundo ejercicio. No. La frase no hay nadie que se vaya a presentar quiere decir, en realidad, no hay nadie de la cuerda de los catedráticos que se vaya a presentar.
Y así se crea escuela. Con lo bien que nos vendría que sacase la plaza una persona sin hipotecas ni deudas ni pleitesías. Pero qué digo. Esos no llegan ni a cien metros del tribunal.


Por supuesto yo he dicho que se podría presentar cualquier español o extranjero acreditado para ello. Pero me temo que de lo que digo en este consejo hace tiempo que no se toma nota. En el consejo pasado votaron mis colegas (así, por todo el morro, y en pleno) que no tenía yo ninguna publicación académica ni ningún año de experiencia docente en la universidad que me permitiese optar a docencia en el máster. Cero puntos en los dos apartados del baremo me pusieron (—los de su cuerda en cambio sacaron muchos más puntos, claro). O sea que no me van a hacer mucho caso, al del ceropuntos. Claro que, cocinada por quienes ejercen semejante criterio, sale la ordenación docente un poco distorsionada.



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