jueves, 29 de octubre de 2009
Einstein el mutante
A cuenta de las noticias en la lista PsyArt sobre las células gliales y su papel en la imaginación, pasa Carole Brooks Platt este mensaje:
Oddly, I had just found a copy of an old NYT article on Einstein's brain yesterday. Yes, he did have "an unusual preponderance" of glial cells, but also he was missing the parietal operculum and the Sylvain fissure which means his inferior parietal lobe was unusually large (15% wider than normal according to the Canadian researchers who actually handled his brain). His temporal lobes were actually smaller than normal. The fact that the parietal lobe, responsible for mathematical thought, three-dimensional visualization, and spatial relationships (see article) was so large and the temporal lobes (responsible for language processing) were small, would give him an enormous advantage for the kind of work he did, while disadvantaging his language ability. The article reports Einstein did not speak until he was 3 years old and later had trouble forming sentences.
Carole
www.carolebrooksplatt.com
Aquí hay un par de artículos sobre el tema: sobre la estructura cerebral atípica y sobre la preponderancia de gliales en una de las áreas.
Parecería que, como otros, Einstein era un mutante. Y quizá un mutante múltiple, pues en principio no parece que esa estructura cerebral anómala en diversos parámetros, estructuras y dimensiones vaya a resultar de una única mutación. Debió ser Einstein, y quizá sea el caso de otros genios, una conjunción única de singularidades genéticas. Genios genéticos podríamos llamarlos... Otros genios hay no genéticos—menos geniales quizá—los que resultan sólo de estar en el punto donde se encuentran dos ramas del conocimiento que van creciendo y creciendo hasta que chocan...
Del cerebro de Lenin, otro cerebro legendario, he oído que era extraordinariamente pequeño. Malas noticias para el comunismo. No tengo noticias de que se exhibiese en un frasco de formol, al lado de la momia, el prodigioso órgano. Estaba menos mitificado, eso sí, que el de Einstein.
Sobre el cerebro de Einstein entendido como un objeto mitológico contemporáneo escribió Roland Barthes uno de los ensayos de Mythologies. Divertido e iluminador, cómo no... se centraba en la imagen de Einstein como genio puramente material, pura materia gris productora de ecuaciones; un superhombre de la cogitación sin misterio, todo él resumido en un órgano calculador, contrastado con los misterios que intentaba desentrañar, o superpuesto en su materialidad humana a los límites del secreto del Universo, un secreto siempre por desentrañar, y que dejaría incompletamente resuelto...
Parece que no paramos de darle vueltas a Einstein entendido como cerebro. Pero hay una ironía en esto. En su análisis del Cerebro de Einstein, Barthes presupone en todo momento que es un cerebro como los demás, y que de hecho no hay misterio en su sustancia: que todo el añadido es mitología, y que Einstein no es, en tanto que cerebro, distinto de cualquier otro cerebro. Todo es construcción—la ciencia de Einstein y la imagen de Einstein; nada es naturaleza en Barthes, y la naturaleza de Einstein es la simple naturaleza humana, sólo que magnificada discursivamente. Einstein es como todos nosotros.
Ahora podemos sospechar que Einstein era un mutante; y que en su cerebro había algo analizable aparte de las mitologías que lo rodeaban. O, quizá para literalizar la ironía... que las mitologías no eran gratuitas, y estaban allí por algo.
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