domingo, 28 de junio de 2009

Adam's Tongue 3: ¿Simios cantores?

Reseña del libro de Derek Bickerton sobre el origen del lenguaje, Adam's Tongue (2009)



Con la moda del determinismo genético que ha venido dominando el panorama evolutivo, entre Dawkins y la secuenciación de genomas, se ha enfatizado el estrecho parentesco genético entre humanos y grandes simios, de tal modo que

"cada vez más gente daba por supuesto que la mayoría si no todo de lo que se veía como rasgos y comportamientos típicamente humanos (y en muchos casos, exclusivamente humanos) no eran sino expansiones de rasgos y comportamientos que se encontraban en los simios. Esta perspectiva se reflejaba en los títulos de obras populares sobre la evolución humana: El mono desnudo, El Tercer Chimpancé, y (naturalmente) El Simio que Hablaba y El Simio Parlante" (55)

Se presuponía que con el cambio de dieta de los simios, el elemento de inteligencia maquiavélica y competitiva presente en chimpancés y bonobos llevó a una expansión y diversificación del su sistema de señales (SCA), que se convirtió poco a poco en lenguaje—y esto complicó la vida social, y eso llevó en retroalimentación a una complicación del lenguaje... En algunos círculos, dudar de que las cosas sucedieron así es casi como declararse creacionista; se ha vuelto un dogma que impide replanterse la cuestión del origen del lenguaje.

Para esta teoría es un problema que hay monos que tienen cosas más parecidas a un protolenguaje, o a palabras, que nada que tengan los chimpancés y los bonobos. Y esto parece ofender a la idea de una escala progresiva, según la cual la especie más cercana a nosotros debería tener el SCA más cercano a un lenguaje.... pero no es así. Y no lo es porque el SCA no es una especie de intento fracasado de lenguaje.

Esta teoría de la continuidad simiesca también tiene en su contra que ignora elementos cruciales: que la ecología y hábitat de los protohumanos eran muy distintos de los de los grandes simios; y también que los humanos desarrollaron un grado de cooperación desconocido en ninguna otra especie de primates. Los humanos son socialmente competitivos, como los simios, pero tambien altamente cooperativos. Los chimpancés lo más vistoso que hacen en cooperación es despulgarse de dos en dos (Bueno, también cazan en grupos a veces—JAGL).

El planteamiento corriente es que como somos inteligentes, desarrollamos el languaje. Señala aquí Bickerton una especie de falacia de la retrospección en el planteamiento de este tema: como ahora expresamos nuestros pensamientos con el lenguaje, damos por hecho que el lenguaje nació como un modo de expresar pensamientos. El razonamiento de Bickerton aquí se atiene más a una teoría del lenguaje como exaptación: nacido no de la inteligencia, sino de la cooperación y comunicación, el lenguaje encontró luego otros usos—y contribuyó al desarrollo de la inteligencia. Y no al revés. Hace falta aquí una especie de replanteamiento copernicano: "Pero primero tenemos que ver por qué no puede mantenerse una evolución en línea recta hasta el lenguaje partiendo de un SCA típico de los simios" (59)

Amy Pollick y Frans de Waal buscan el origen del lenguaje en los gestos de los simios. El problema es que los SCA de los grandes simios son más limitados que los de los monos. Así pues, Pollick y de Waal ven los gestos como más flexibles, más adaptables y por tanto más lingüísticos... —aunque de hecho es más probable que las similaridades en gestos de simios y humanos se deban a homologías heredadas del antepasado común, no a desarrollos comunes. Los monos necesitan SCAs detallados, con llamadas de alarma, pues corren peligros de depredadores. Los simios no. Debemos concebir a los protohumanos como los habitantes no de la selva sino de un ecosistema muy diferente, con necesidades de comunicación diferentes de los de ninguna especie de simios actual.

La teoría de los simios cantores ha sido una de las más frecuentes en especulaciones sobre la evolución del lenguaje, ya desde Darwin, si no desde Rousseau (y hoy Mithen). Y sí hay simios cantores: los gibones, que hacen largos cantos y cantan dúos en pareja. El problema es que en la sabana eso de cantar es un peligro; los gibones viven en los árboles, pero nuestros antepasados probablemente tendían a hacer menos ruido que los simios, no más. Alison Wray ha propuesto que las señales SCA, que son en principio holísticas, no descomponibles, pudiesen por mera repetición del azar dar lugar a un inicio de descomposición en partes, una especie de morfología incipiente. Bickerton también descarta esta hipótesis del protolenguaje holístico, pues para él descansa en la falacia de que el lenguaje y la comunicación animal son en el fondo lo mismo, y no lo son. El SCA de por sí no tiene los ingredientes necesarios para evolucionar y convertirse en un lenguaje.

Dean Falk ha propuesto otra teoría, asociada al cuidado de los bebés. Los niños humanos necesitan mucha atención y cuidados de la madre, transporte—y Falk propone que el lenguaje pudo nacer de la necesidad de mantener el contacto entre madre y niño cada vez que éste se era depositado en el suelo, algo que tenía que suceder constantemente. Bickerton no ve por qué sonidos sin más, para tranquilizar (y no palabras con significado) no pueden cumplir esa función. En suma, según Bickerton,

"No hay modo de que "las palabras emergieran" sin alguna serie de circunstancias muy concretas y específicas que forzasen a las palabras a emerger—no de los cantos de los simios, ni de los arrullos de las madres, ni de los despulgamientos, ni de la descomposición de enunciados holísticos, ni de ninguna de las docenas de propuestas que se han formulado durante años." (73)

Aunque antes de cerrar el tema de los simios también hay que tratar la cuestión de si los simios pueden aprender a hablar, cosa que también se ha intentado demostrar.



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