Fotos del congreso de Praga (ENN5)

Aquí la última (¿hasta la fecha?) de mis intervenciones en un congreso internacional, en el 5º Congreso de la European Narratology Network, de Praga, en septiembre pasado.

Conferencia de García Landa en Praga


Aquí he encontrado más fotos del congreso.

—oOo—

Retropost #1886 (30 de noviembre de 2007): William Gibson - SPOOK COUNTRY

William Gibson - SPOOK COUNTRY

Publicado en Literatura y crítica. com. José Ángel García Landa


A photo on Flickr


Bonita novela, como todas las de William Gibson, sin encumbrarse a las alturas de su Neuromante, que está difícil. Otra vez, como en las recientes, nos ambienta en un presente cyberpunk, como si fuese un novelista de ciencia-ficción de los años 60 intentando imaginar la Red en 2007 (cosa que por los 60 no se dedicaban mucho a hacer, hay que hacer deberes retrospectivos). Gibson es un tecnófilo, lo que se llama un friki, pero tiene que hacer una novela legible para el público no friki (por tanto no le conviene serlo mucho tampoco). Las experiencias de los personajes están aquí supeditadas, como en toda ciencia ficción clásica, a la experiencia de la tecnología.

Ahí está la sustancia del libro, básicamente en la experiencia de la tecnología a través de la lectura, y en el estilo de cómo representar la realidad infiltrada por la tecnología.

Porque la sustancia del argumento no queda en mucho, así resumido (ningún argumento, supongo). Una periodista debutante, ex cantante de rock, Hollis Henry, es contratada para seguir la pista a un movimiento extraño detectado por la red, de los que se controlan con GPS. Por una curiosidad de su jefe, friki detector de tendencias y curioso profesional (Hubertus Bigend, de Pattern Recognition). Se trata de un contenedor errante. ¿Qué contendrá? Descubrimos al fin que dinero negro de desvíos de fondos de la guerra de Irak; y aterrizamos con Cayce, digo con Hollis, en medio de un complot para marcarlo ese dinero radiactivamente, y que trinquen a los traficantes. Las motivaciones y decisiones de por qué hacer eso precisamente están cogidas con alfileres, y son la parte decepcionante de la novela—un wishful thinking en el que hay frikísimos justicieros profesionales que se dedican a chafarles el plan a los que se enriquecen con la guerra. Vamos, un entretenimiento que de supercalculado, superfinanciado y supereficaz se pasa (ahora sí) a la fantasía. Sea como sea, Hollis da con los desbaratadores del blanqueo de dinero, y elige no desbaratarles el plan a su vez. Son una especie de bromistas de vanguardia (buen, uno, "the old man"), que necesitan supertecnología y tradiciones locales de gangsterismo especializado para llevar a cabo su plan. Mientras, Hollis se reune con los antiguos miembros de su grupo rock (disueltos y de culto), y parece que van a rehacer su mayor éxito artístico en versión anuncio de coches: esto también para Hubertus, que no se sabe por qué ha perdido el interés en seguir la pista a los contenedores errantes, y ahora quiere promocionar coches chinos.

Este es el argumento central, que se alterna con dos líneas argumentales periféricas: la de Milgrim, un yonki especializado en traducciones extrañas, y que es reclutado a la fuerza como ayudante para el contraespionaje usado por los blanqueadores de dinero negro (contraespionaje incompetente, por mucho que se crean superespías). Milgrim es el Mortadelo o sirviente irónico del matón Brown, que se hace pasar por agente del gobierno para intentar proteger el contenedor de dólares de posibles intrusiones. No lo consigue. Al menos hacen buena pareja (desavenida) para el lector, una especie de Amo y Esclavo hegelianos.

No lo consigue, por arte del arte de sus contraespías rivales. Son una extraña familia chino/cubana pasada por Rusia, agentes especiales a sueldo, que mezclan tradiciones de guerra fría con protocolos familiares, algo así como una cuisinelocal insuperable para gourmets del espionaje. ("Spook country", país de espías, se refiere a estas superposiciones de protocolos de espionaje y contraespionaje y tráfico y manipulación de datos). Tienen en la familia protocolos probados de vigilancia, planes organizados al milímetro, habilidades gimnásticas sobrehumanas, systemas especializados de doble espionaje a los espías, y hasta una religión local de divinidades afrocubanas que los inspiran y ayudan en sus misiones. El protagonista de esta línea, Tito, es un chaval encargado primero de sembrar pistas falsas y luego de disimular los agujeros de balazo radiactivo que le han dado al contenedor para marcarlo. Una vez seguido hasta la costa oeste de Canadá, donde converge una acción que empieza con Hollis en Los Angeles y con Milgrim y Tito en Nueva York.

Parte del encanto del libro, más fácil de leer que otros de Gibson, está en extraer el sentido de cada frase o percepción de los personajes y relacionarlos con este argumento que sólo poco a poco va cogiendo forma, claro. Por ejemplo, cada capítulo tiene un títuo críptico ("Into the Locative", "Eleggua's Window", "Glocking", etc.) que sólo se hace legible una vez has atado cabos tras leer el capítulo. Una manera estratégica de limitar la legibilidad de cada frase, percepción o escena. El libro desarrolla así un cierto culto a la propia oscuridad, o a sus propios protocolos especializados, o a las experiencias y tradiciones locales que crea, de manera que requiere atención ligar los pensamientos o palabras de los personajes a la situación. No por complejidad psicológica, a menos que sea representación de un cierto tipo de complejidad psicológica la ligazón de la atención a la semiótica intensa de cada momento (pasada a veces por distintas gramáticas culturales y filtrada por tecnologías de la representación). Es esa la experiencia más peculiar de la lectura de las obras de Gibson, más intensa (me parece) en Neuromante o Idoru—quizá porque ahí las tecnologías son futuristas e inexistentes, y aquí en cambio son actuales. Hace Gibson lo posible, sin embargo, para que nuestra actualidad esté en perpetuo desfase consigo misma: siempre habrá una tecnología que no conocemos, y que podemos creer que es futura cuando resulta que ya se inventó hace diez años, no puede uno estar en todo, y ese es el papel de Hollis Henry, relativamente al día la chica pero indocumentada cuando se trata por ejemplo del locative art, esculturas virtuales en 3-D invisibles para quien no lleve tales cascos. Que es el hilo por donde empieza a salir el ovillo de la novela.

La novela termina con una vuelta al "locative art", con Hollis y sus amigos mirando una representación virtual en 3-D del Gusano Mongol de la Muerte, encarnación de los temores irracionales e informes, enroscado alrededor del rascacielos del millonario friki Hubertus Bigend: invisible para todos, menos para quien tiene la tecnología adecuada para verlo.

Con el mundo invadido y controlado por la red, el ciberespacio ha pasado a estar fuera del ordenador, a ordenar más bien y a virtualizar la realidad en la que habitamos, como le dice a Hollis el hacker Bobby Chombo:

"Someone told me that cyberspace was 'everting'. That was how she put it."
"Sure. And once it everts, then there isn't any cyberspace, is there? There never was, if you want to look at it that way. It was a way we had of looking where we were headed, a direction. With the grid, we're here. This is the other side of the screen. Right here. (....) The world we walk around in would be channels" (64).

Y ese es el spook country en el que vivimos de momento: una época de intrigas avanzadas, con tecnologías especializadas e inaccesibles para otros, usadas para fraguar planes secretos, para organizar el caos a favor nuestro—el efecto percibido por quien no tiene las gafas 3-D o la información privilegiada seguirá siendo el de no ver nada, o ver caos. Pero los planes perfectos también se tuercen, y producen más caos en lugar de la comprensión que prometían. No podemos enterarnos de todo, ni procesar toda la información que circula por las ondas ahora mismo, en el aire que hay entre la pantalla y el ojo. Y así el final de la novela es imperfecto—Nos queda, sí, el consuelo marginal de que quizá algún malo haya sido castigado. Pero el arte se va a vender al márketing chino, y no parece muy halagüeño el futuro, con ese Gusano Mongol de la Muerte como emblema de la vigilancia online y del ubicuo Hubertus. Hollis parece desorientada al final, y Gibson a través de ella, y yo. Una historia que queda a medias—como tantas en la vida.

Claro que Hollis también está desorientada desde el principio, ex-icono del pop sin futuro claro, atrapada en una flotación postmoderna que no sabe dónde la lleva—veamos un párrafo ambientado en la California multicultural:

There was a cab, she saw, the driver reclining behind the wheel, possibly asleep, dreaming perhaps of the fields of Azerbaijan. She passed it, a weird exuberance rising in her as the wind, so wild and strangely random, surged along Sunset, from the direction of Tower Records, like the back-draft from something straining for takeoff. ("White Lego", 4).

El pasado rural queda doblemente atrás, filtrado no sólo por los sueños del taxista inmigrante y desubicado, sino por la percepción que de él tiene Hollis, todavía más desenraizada de un pasado en el que (si está marcada por algo) es por su pasado estrellato (Sunset Boulevard) que la mitifica, y por presencia atemporal ahora en la Tower of Song—el ser la antigua cantante de The Curfew le va abriendo puertas en este argumento que ahora se esfuerza por despegar. Obsérvese también el viento, cuyo efecto es hacer que no nos sintamos en casa; aquí está tecnológicamente mediado por la experiencia de los reactores, que tanto nos desubican, y que nos proporcionan la experiencia del jet-lag como emblema de la sensibilidad postcontemporánea.

Otra metáfora gibsoniana para el cielo, al menos comparable a aquella famosa del cielo como la pantalla de la tele sin programa: "The sky had a Turner-on-crack intensity" (151).

Y ¿el futuro? ¿el famoso futuro? Una mayor integración de la percepción y la red. No una red global, sino redes locales, selectivas, círculos, canales...

"The locative (...) lots of us are already doing it. But you can't just do the locative with your nervous system. One day, you will. We'll have internalized the interface. It'll have evolved to the point where we forget about it".

Al parecer, gran parte de lo ya hecho ya está internalizado y lo vamos olvidando. Blogs. "The net of telephony, all digitized, and all, she had to suppose, listened to" ("Spook Country" 158).


William Gibson. Spook Country. New York: G. P. Putnam's, 2007.






—oOo—

Retropost #1885 (29 de noviembre de 2007): El Zeitgeist proabortista

El Zeitgeist proabortista

Publicado en Ideología. com. José Ángel García Landa


A cuenta de lo de las siniestras clínicas con trituradora de fetos/bebés. Se ha detenido a algún médico "rompecocos" (es el término utilizado por ellos para llamar a lo que hacen varias veces al día), pero la mayoría siguen rompiendo cocos en serie sin mayor problema: es legal sobre el papel, o sea, legal. Pero ha vuelto una vez más el tema del aborto a primera plana de las noticias. Y a última plana: me parece que la columna de Cristina Fallarás en la última página del ADN de hoy ("Aborto, qué sorpresa") es buena muestra del pensar mayoritario sobre el tema. Al menos, es representativa de las actitudes que hoy se aceptan como generalmente admisibles en torno a la cuestión. La lógica que usa también me parece representativa, y digna de análisis. No es un sesudo artículo, sino más bien un artículo descerebrado, y de ahí su valor representativo. En rojo, su artículo; en negro, mi comentario:

Aquí, claro, nadie se había dado cuenta de que los hospitales públicos, "los del seguro," no practican abortos. Nadie se había dado cuenta de que, cuando las mujeres deciden abortar, se las suele enviar a clínicas privadas.

En efecto, todos fingíamos. Pero Fallarás acertará, y denunciará la hipocresía general, de la cual ella está exenta. Con su ironía.

Aunque habría que matizar que "se las suele enviar" es tendencioso. En un artículo que defiende el derecho de la mujer a elegir, tendría que decir que las mujeres eligen ir a clínicas privadas. A veces, siguiendo consejos de quien sea (eligiendo seguirlos); a veces, van tras haber sido denegado el aborto en un hospital público. Pero no "se las envía". Van. Y no se trata de que "las mujeres deciden abortar", decisión que (según nos contará luego Fallarás) sólo les compete a ellas: se trata de buscar colaboración y ayuda y financiación pública para la práctica de un aborto.

Este es otro punto muy importante del Zeitgeist: todo lo que no es punible es subvencionable. El gobierno PSOE trabaja cuanto puede, ciertamente, por implementar este criterio.

Pero evidentemente, este ideal no está aún plenamente realizado. Así que si no corresponde colaborar y ayudar en el lugar donde se ha solicitado, "se enviará" a la mujer a la clínica privada, o al cuerno, o a donde sea. Igual que si le van a Cristina Fallarás a exigir que ayude a practicar un aborto. Pues supongo que evaluará el caso, y luego enviará a la interesada a donde corresponda, habida cuenta de sus responsabilidades, su situación profesional, etc. Desde el principio del artículo se introduce la presuposición, claro, de que el seguro debería pagar todos los abortos sin condiciones. Lo cual es mucha presuposición. Para empezar, presupone una ley distinta de la que tenemos, que es a lo que va el artículo, y el Zeitgeist proabortista. Lo que va a hacer Fallarás es acusar a los hospitales públicos de hipocresía por cumplir la ley: —no a las clínicas privadas (o a usted o a mí) por no cumplirla. Ojo, que no es lo mismo.

Allí, en la privada, aborta más del 90% de las mujeres. Vamos, todas. Pero justo ahora la ciudadanía cae del guindo. Y digo la ciudadanía, porque en la Administración lo saben bien y lo toleran. Y lo practican.

Bueno, en la Administración practican la hipocresía en todo caso. El aborto, está menos claro. Quien practica el aborto libre y masivo (como el amor libre pero pagando que decía el catalán) es la privada, no la Administración.

Pongamos—porque los datos bailan—que el año pasado abortaran 80.000 mujeres en España, que se sepa.

80.000 españolas, será. Aparte hay una peregrinación de extranjeras que vienen aquí como antaño iban a Londres, sabiendo que la ética, o la ley, o las dos, están flojas si la bolsa sona. Una industria nacional, vamos, y una industria que va a ir a más en Cataluña en concreto con los planes del Tripartito, y no lo dudemos, también en España con sólo que continúe la cosa como está en términos legales: sin necesidad siquiera de que IU y el ala Progre-SSista del PSOE introduzcan el llamado "aborto libre". (Habría que preguntar, por cierto, si contaría técnicamente como aborto para ellos, y habría de ser subvencionable con los impuestos de todos, el infanticidio del bebé tras el parto natural, con tal de que se le rompa el coco antes de cortar el cordón umbilical. O si habría que recurrir a la inyección letal para que naciera muerto. Es un tecnicismo).

Eso quiere decir que, en 80.000 casos de gestación, la embarazada presentaba problemas psíquicos o físicos, corría riesgo la vida del feto o era fruto de una violación. Muchos casos, claro.

¿La vida del feto? De la madre, será. La del feto me temo que en el caso del aborto no importa que corra riesgo, puesto que de eso se trata, de que corra riesgo, ¿no? Creo que se refiere Fallarás (pero se ha liado) a graves malformaciones del feto. Físicas. Las graves malformaciones psíquicas no cuentan: esas las encontramos por la calle todos los días, y en cualquier página del periódico.

En fin, que reconoce Fallarás que algo falla en los 80.000 (o 160.000) casos. Que la ley es un coladero. Y nos va a proponer no que se aplique bien, sino que se suprima.

Y que sean tantos responde exactamente a una sola razón: a que la ley española exige que sea así. Porque para abortar aquí tiene que darse al menos uno de esos tres requisitos.

Obsérvese el razonamiento. La voluntad de abortar es lo dado, el punto de partida incuestionado. Queremos abortar. Y queremos bien, por supuesto. Ahora bien, sólo podemos si se da uno de esos tres supuestos (y no se da). Ergo... que se dé, y punto. Y el rompecocos lo dará por bueno. Y Fallarás, también. (Y encima nos llamará hipócritas a los demás).

Esto es como decir: no quiero ir al trabajo, que es muy duro y no lo deseo para mí. Pero: sólo puedo quedarme en casa si un médico me da la baja porque estoy enfermo (que no lo estoy, hay que joderse). Ergo: que me la dé (previo pago). Es más: que se cree una oficina de médicos especializada en dar la baja a quien la pida, y sin pagar. ¿Y los derechos del pagano, me dirán? Ah, pero es que el pagano no tiene derechos. En el caso que nos ocupa, sólo tiene derecho a que le rompan el coco.

Los de Sanidad lo saben, y por eso mandan a las mujeres a abortar a clínicas privadas.

Si eso hacen los de Sanidad, y Fallarás lo sabe, debería denunciarlos. Huy, pero qué digo.

No descarto que haya casos de médicos que no practican el aborto en su hospital, pero luego sí lo hacen en la privada, que renta más. Es evidente que falta inspección y voluntad de inspeccionar en estos casos. Y ahí estoy de acuerdo con Fallarás. Pero me temo que las consecuencias que extraemos son totalmente contrarias. Lo que me parece inadmisible es decir, como me temo que quiere decir Fallarás, que la Sanidad pública, en cuanto tal ("los de Sanidad") envía a las mujeres a abortar a clínicas privadas por el hecho de no practicarles el aborto ya mismo allí en la pública. Esto es como si me dicen que los del banco me obligan a atracarlo, me abocan a ello, vamos, si son tan cabrones que no me conceden un préstamo a fondo perdido porque eso no entra en sus roñosos parámetros.

Si no fuéramos todos tan hipócritas

—tranquilos, que no cambia el tono. Está utilizando esa persona verbal que no viene en las gramáticas, la primera persona del plural no inclusiva—

admitiríamos que los médicos de los hospitales públicos no quieren firmar los daños psíquicos que la madre alega.

¿Qué os decía? Fallarás admite esto, por supuesto, luego "no es hipócrita". Es más, admite, o reclama, que los médicos deberían firmar esos daños psíquicos que la madre alega, o mejor no firmar nada, porque ¿quién mejor que la madre ("madre" es un decir—la embarazada que no quiere ser madre, sería más exacto... pero siempre da juego traer a las sufridas madres a colación, que madre no hay más que una—aun en una argumentación donde el papel de la madre es hacer triturar al "hijo")—quién mejor que la madre, digo, para autodiagnosticarse y conocer sus propios daños psíquicos? En especial los futuribles. De entre los cuales queda extraído del razonamiento, como con aspiradora, el posible daño psíquico causado por el acto de abortar. ¿Quién mejor que la madre, claman Fallarás, las Mujeres Dueñas de Su Cuerpo, e Izquierda Unida, para decidir si tiene un tumor o no, o si hay que amputarle la pierna o no?

A los de las privadas no les importa.

Ah, mira qué enrollados. Porque cobran, claro. A tanto el rompecocos, se me van los prejuicios rápido. Y si me suben el listón hasta los ocho meses, o hasta los nueve, o hasta estrangular al neonato, voy subiendo la tarifa—todo es cosa de coger la marcha.

Pero a estos tíos enrollaos no los critica Fallarás, no, ni a las tías enrolladas que usan su cuerpo y el del feto con libertad y autogestión. La elección y decisión de la mujer es sagrada; aparta y anula cualquier otra consideración. Por tanto es un pequeño defecto de los tíos enrollados el hecho de que cobren. Deberían hacerlo gratis. Y para eso está la pública. Y el dinero público, que no es de nadie. Es la propuesta de Fallarás. Igual ella misma se apuntaba a romper cocos, ya que tan bien le parece: honesto oficio, como cualquier otro. Con plus de progresía.

Si además tenemos en cuenta que cerca del 95% de las mujeres que abortan lo hacen acogiéndose a este supuesto, llegaríamos a la conclusión de que la mayoría de abortos son ilegales.

—¡Vade retro! Tanta ilegalidad es imposible. "¡Y si la hay, hay que cambiar la ley!"—me dice.

Como si me dicen que hay 80.000 atracos, es que debe ser que está mal la ley del atraco, y hay que cambiarla, y despenalizarlo. Que tantos atracadores no pueden estar equivocados.

Entonces los políticos tendrían que admitir que el error está en la Ley, que los supuestos sobran cuando se habla de un derecho.

Quod erat demonstrandum. Un derecho sin límites ni cortapisas de ninguna clase. Qué digo derecho: una obligación de todos, la de pagar los abortos barra libre. El derecho al aborto deducido del derecho del uso ilimitado y subvencionado del cuerpo de uno, o de una, que es reina. Como el derecho al suicidio (asistido por la seguridad social, claro), el derecho a las amputaciones cosméticas y a las operaciones de cirugía estética creativa por autoodio (pasen la factura al erario), el derecho a autodeclararse inválido permanente (con obligación del médico de certificarlo), y similares derechos de uso del propio cuerpo, que para eso tenemos libertad, y derechos, y recaudadores de Hacienda.

abortion
Así el razonamiento de Fallarás (Fallarás), y el de los periódicos que tan insensatamente difunden estas ideas por así llamarlas.

Lo peor, saben, es que casi todo el mundo tiene un pensamiento así de débil y nebuloso. Y que por tanto irá la cosa a más y más: no tanto sobre la letra de la ley, sino por la vía de los hechos. En democracia acaba imponiéndose la debilidad mental de la mayoría, aunque lleve en fila india a Hitler. Por la fuerza de las cosas, sale más a cuento la no interferencia con las cuestiones que mueven dinero y voluntades, que buscarse líos saliendo en defensa de gente indocumentada (judíos, fetos de ocho meses, etc.) que vaya usted a saber si serán humanos para empezar. El feto a la trituradora, el vivo al bollo, y pelillos a la mar. No jodamos la marrana, y por lo menos que se quede la cosa como está, con hipocresías y todo: que por lo menos quien se quiera pagar un aborto de dudosa legalidad, que se lo pague, que estamos en el país de la tolerancia, ¿no?

Así que bien tendremos que tolerar las opiniones de Cristina Fallarás, ya que se publican en diarios de tirada masiva y la gente las lee sin escándalo. De hecho, son ideas compartidas por casi todo el mundo, entiendo. Los alemanes hace unos años veían tan normal no pensar mucho en lo que pasaba en Auschwitz. Y algo parecido nos pasa a nosotros. Nosotros inclusivo. Después de todo, bien hay que vivir en Alemania, si allí has nacido.






Post-Modern Top Ten



Dear Jose Angel Garcia Landa:

Your paper, "NOTES ON 'THE ORDER OF DISCOURSE'", was recently listed on SSRN's Top Ten download list for: PSN: Post-Modern (Topic).

As of 28 November 2017, your paper has been downloaded 614 times. You may view the abstract and download statistics at: https://ssrn.com/abstract=2439772.

Top Ten Lists are updated on a daily basis. Click the following link(s) to view the Top Ten list for:

PSN: Post-Modern (Topic) Top Ten.

Click the following link(s) to view all the papers in:

PSN: Post-Modern (Topic) All Papers.

—oOo—

El carácter oral de 'Le Bâtard de Bouillon'



Realizamos en este trabajo un análisis de los elementos orales de un poema épico francés, el cantar de gesta anónimo Le Bâtard de Bouillon (siglo XIV), obra perteneciente al Segundo Ciclo de las Cruzadas. El método de análisis se basa en la teoría del formulismo oral expuesta por Jean Rychner en La Chanson de Geste. ______________________________________ 

English abstract: Orality in Le Bâtard de Bouillon. This is an analysis of oral elements in the anonymous French medieval epic poem Le Bâtard de Bouillon (14th century), a work belonging to the Second Cycle of the Crusades. The method of analysis is based on Jean Rychner's theory of formulaic orality as expounded in La Chanson de Geste.

 

 


SSRN eJournal Classifications Message
CSN Subject Matter eJournals
    
Cognition & the Arts eJournal - CMBO
        
CSN: Method of Analysis (Topic) - CMBO
            
CSN: Cognitive Poetics (Sub-Topic) - CMBO
Added to eLibrary
CSN Subject Matter eJournals
    
Cognition & the Arts eJournal - CMBO
        
CSN: Method of Analysis (Topic) - CMBO
Added to eLibrary
CSN Subject Matter eJournals
    
Added to eLibrary
LIT Subject Matter eJournals
    
Added to eLibrary









 



En red en:

_____. "El carácter oral de Le Bâtard de Bouillon." Typescript, U of Zaragoza, 1983.

_____. "El carácter oral de Le Bâtard de Bouillon." Online at Net Sight de José Angel García Landa.  2005.*

http://www.unizar.es/departamentos/filologia_inglesa/garciala/publicaciones/batard.html

         2019  DISCONTINUED 2020. Online at the Internet Archive.*

https://web.archive.org/web/20150922162522/http://www.unizar.es/departamentos/filologia_inglesa/garciala/publicaciones/batard.html

         2020

https://personal.unizar.es/garciala/publicaciones/batard.html

         2019 DISCONTINUED 2024 – Online at the Internet Archive.*

         https://web.archive.org/web/20230602123313/https://personal.unizar.es/garciala/publicaciones/batard.html

         2024

_____. "El carácter oral de Le Bâtard de Bouillon (Orality in Le Bâtard de Bouillon). Social Science Research Network 22 June 2012.*

         http://ssrn.com/abstract=2088787

         2012

         Cognition & the Arts eJournal 22 June 2012.*

         http://www.ssrn.com/link/Cognition-Arts.html

         2013

         Literary Theory & Criticism eJournal 22 June 2012.*

         http://www.ssrn.com/link/English-Lit-Theory-Criticism.html 2012

_____. "El carácter oral de Le Bâtard de Bouillon." ResearchGate 4 Jan. 2012.*
https://www.researchgate.net/publication/234035682

         2012

_____. "El carácter oral de Le Bâtard de Bouillon." Academia.edu 21 Jan. 2013.*

         http://www.academia.edu/2438799/

         2012

_____. "El carácter oral de Le Bâtard de Bouillon." Humanities Commons 28 Nov. 2017.*

         https://hcommons.org/deposits/item/hc:16595/

         http://dx.doi.org/10.17613/M6T23D

         2017

_____. "El carácter oral de Le Bâtard de Bouillon." In García Landa, Vanity Fea 28 Nov. 2017.*

         http://vanityfea.blogspot.com.es/2017/11/el-caracter-oral-de-le-batard-de.html

         2017


—oOo—

Lord Byron's 'Childe Harold's Pilgrimage' (In Our Time)





Bragg, Melvyn, et al. "Childe Harold's Pilgrimage." BBC Radio 4 (In Our Time) 6 Jan. 2011.*
         2017

Melvyn Bragg and his guests discuss Byron's poem Childe Harold's Pilgrimage. In 1812 the 24-year-old Lord Byron published the first part of a long narrative poem. It caused an instant sensation. "I awoke one morning and found myself famous", wrote Byron in his memorandum book, and the first edition sold out in three days. The poem narrates the life of an aristocrat on a grand tour of Europe. Its central character is the first Byronic hero, a flawed but charismatic young man modelled on the poet. As well as offering a self-portrait of Byron as a young man, Childe Harold is a fascinating snapshot of Europe at the beginning of the nineteenth century, a place ravaged by revolution and war; the poem also gives us an insight into the political and intellectual concerns of its author.

With:

Jonathan Bate, Professor of English Literature at the University of Warwick
Jane Stabler, Reader in Romanticism at the University of St Andrews
Emily Bernhard Jackson, Assistant Professor in Nineteenth-Century English Literature at the University of Arkansas.

Producer: Thomas Morris.



—oOo—

 

Fanny Burney (In Our Time)


Bragg, Melvyn, et al. "Fanny Burney." BBC Radio 4 (In Our Time) 23 April 2015.*

         2017



Melvyn Bragg and his guests discuss the life and work of the 18th-century novelist, playwright and diarist Fanny Burney, also known as Madame D'Arblay and Frances Burney. Her first novel, Evelina, was published anonymously and caused a sensation, attracting the admiration of many eminent contemporaries. In an era when very few women published their work she achieved extraordinary success, and her admirers included Dr Johnson and Edmund Burke; later Virginia Woolf called her 'the mother of English fiction'.
With
Nicole Pohl
Reader in English Literature at Oxford Brookes University
Judith Hawley
Professor of Eighteenth-Century Literature at Royal Holloway, University of London
and
John Mullan
Professor of English at University College London.
Producer: Simon Tillotson.




—oOo—

Retropost #1884 (28 de noviembre de 2007): Con Conectados

Con Conectados

Publicado en Internet. com. José Ángel García Landa

Está divertido este programa de Libertad Digital, Conectados, con Fabián Barrio. Me gusta su estilo. Borraos el enlace de Vanity Fea de los favoritos, y poned el de este programa en su lugar. O por lo menos, miradlo un rato: aunque sólo sea por protestar contra quienes quieren filtrar el acceso a Internet para impedir ver las páginas web antiEstatut.




___________


PS: pero ayyy... Como tantos programas, Conectados desaparece de la programación, y luego de la Red. Fabián C. Barrio se fue a dar la vuelta al mundo en motocicleta. A mí me hacía más avío en este programa.




Retropost #1883 (28 de noviembre de 2007): Catando jarabes

Catando jarabes

Publicado en Nenes. com. José Ángel García Landa


A photo on Flickr



Segundo día de gripazo en casa; también está mala la mitad de la familia con gripazos y algunos quizá con cosas peores, crucemos los dedos... (Me refiero al abuelo, que tiene noventa y tantos años y está empezando a desorientarse). Ayer también hicimos una expedición a urgencias porque Oscar apareció de repente cubierto de ronchas rojas en relieve, y chillando... pero para cuando llegamos a la clínica Montpellier ya le habían desaparecido. Pues buena limpia. Aquí están con Ivo los dos, ya tosiendo menos, y parece que empiezan a levantar cabeza a base de jarabillos. Alvaro también tosía sonoramente pero ha vuelto a ir al colegio, primero porque tenía un examen. y ya puestos sigue yendo.

Por cierto, que me comentaba Alvarillo que uno de los temas de conversación entre sus colegas, aparte de videojuegos y demás, es hacer comparativas entre jarabes, a ver cuáles están más ricos. Qué cosas, jamás me hubiera imaginado que los chavales de trece años tuviesen ese tipo de conversaciones; siempre se pregunta uno sobre qué hablarán, pues ya ves: que si sabe mejor el Junifén o la Toseína. Será que es aquí lo más que se acercan todavía al mundo de las drogas y las bebidas fuertes, toquemos madera. Pues para quien le interese: entre los chavales de la ESO, gana por goleada el Dalsy—jarabe preferido de todos los colegas.

Mientras no pasen a automedicarse... Aún recuerdo que Álvaro, a los tres años, y ya gran aficionado a la cata de jarabes por lo que se ve, agarró un bote que le estábamos dando para el catarrillo y se lo bebió en plan lingotazo. Total, que corriendo a la Montpellier a hacerle un lavado de estómago. Es curioso, con lo moderadillo y ordenado que es, aún resulta haber salido el más trasto de los tres chavales: de los otros ninguno se ha dedicado a tirar estantes por el suelo, ni a hacer "pinturas murales" según nos decía, cuánto menos a inflarse de jarabe. Y eso que también les gusta el saborcillo.



Etiquetas: ,

—oOo—

ResearchGate Achievements

They tell me (but I don't really believe it) that I'm the most read author in Literature, Philosophy, Linguistics, Literary theory, my department...

80,000 reads in ResearchGate

.... & Philology:


The Most Read Contributions from Philology

—oOo—

Retropost #1882 (27 de noviembre de 2007): Sophie Scholl

Sophie Scholl

Publicado en Cine. com. José Ángel García Landa

20071127225510-scholl.jpg


Antes de las 13 rosas, estuvo la Rosa Blanca. Películas sobre la "recuperación de la memoria", que recrean iconos del bando antifranquista y antinazi, respectivamente. Sophie Scholl es una película pesada, que trabaja por el procedimiento de atornillar lentamente, con interrogatorios y confesiones graduales, tanto a la pobre heroína que repartía panfletos antinazis, como al desventurado espectador. Sigue un riguroso orden progresivo, con encuadres fijos y pausados, sin flashbacks ni florituras representacionales. Únicamente en la primera escena se ve a Sophie y su amiga cantando karaoke-jazz con la radio inglesa, y en la última, con la cabeza ya cortada, pero todavía consciente, oímos con ella en la oscuridad el último grito de su hermano antes de ser decapitado a su vez, "¡Viva la libertad!"

Entre una y otra escena, proporciona la película una experiencia a ritmo lento de la maquinaria de control y encarcelamiento físico y mental de los nazis. Al principio, tras ser cogida repartiendo panfletos subversivos, Sophie intenta librarse y escurrirse de la "justicia" nazi fingiéndose apolítica y ajena al movimiento subversivo; pero poco a poco, viéndose pillada, decide dejar de mentir, renunciando a salvar su vida (frágil esperanza) a cambio de su dignidad. Elige decir la verdad frente a la verdad oficial, la libertad frente a la falsedad robotizada de los nazis que la interrogan y juzgan. Y resulta inevitable elegir la muerte a la vez—sus compañeros, ligeramente menos dignos, procuran exculparse, alegan enajenación mental, etc.—Incluso frente a los monstruos mentales del nazismo tiene su valor el sostener la verdad: no tan obviamente en los juicios reales, aunque se presupone que se habla al hombre interno que sabe que hace mal, el futuro testigo avergonzado. Y no dudo que tendrían los juicios reales muchos elementos en común con lo que vemos en la película. Pero sí es imprescindible ese contraste entre tiranía hipócrita y abyecta y la verdad que resplandece, en otro juicio: en el juicio ficcionalizado y narrado, juicio que este sí seguro tiene espectadores invisibles y conciencias sensibles: el autor implícito, el receptor implícito de esta película, que abominan de Hitler y admiran a Sophie, sobre todo cuando ésta va adquiriendo firmeza y convencimiento, y se enfrenta con serenidad y valor al absurdo que la rodea.


Y yo también la admiro. Pero la admiro más a ella que al director. Como digo, la película es machacona: los estudiantes reparten octavillas con grandes aspavientos de estar haciendo algo sospechoso e ilegal; Julia Jentsch hace buen trabajo, pero los nazis han de interpretar el papel de nazi, y allí vale ya más el estilo fantoche. La película es carcelaria, en la línea de la Alemania de Hitler (punto mimético para ella) o en la línea del género al que pertenece, el género Juana de Arco.

Los mártires, al margen de sus fortalezas y debilidades (pues eran gente normal que llegó a ese punto por elección y circunstancias) tienen una segunda vida, su vida própiamente como mártires y no como víctimas; su vida póstuma como iconos y emblemas. Juana de Arco, como digo—objeto de incontables versiones y experimentos de representación (aunque le sienta especialmente bien a las Juanas el estilo austero, icono de la pureza y sencillez de la heroína y de la verdad, un triángulo figurativo que se establece entre el estilo narrativo, el personaje y la ideología).

El mártir rodeado por la maquinaria ejecutora no sólo es el representante de sus ideas, de la fortaleza de su voluntad y convencimiento, y de un conflicto histórico determinado. También es el representante del espectador en la película, nuestro delegado ético, que encarna nuestra propia confianza en nosotros mismos en tanto que sujetos de un conflicto. Esa confianza puede ser o no ser próxima realmente a la postura política o ética del espectador: se trata en todo caso de una perspectiva construida para instalarnos en ella, una posición estructural, en la que adquirimos la experiencia de la justificación póstuma de nuestras actitudes—la experiencia de un mundo organizado, por fin, por un sentido que es la victoria de la voluntad y libertad frente a quienes quieren torcerla.  Una experiencia catártica que es especialmente satisfactoria, quizá, precisamente para quienes sintiendo ansias de libertad, no se atreven a manifestarlas, por temor al martirio. Una película juana de arco es un martirio virtual, donde somos en tanto que espectadores tanto el martirizado como sus vengadores. Es una victoria póstuma y retroactiva para el mártir, para el autor y para el espectador, trío solidario.

Es normal que los alemanes busquen y aprecien iconos de resistencia a sus regímenes autoritarios (Bye Bye Lenin, o La vida de los otros, o la película sobre von Stauffenberg que pronto se va a estrenar). Testimonios, relecturas de la historia. Quizá El Hundimiento sea la más desoladora, y la más realista y desengañadora de estas películas recientes, por la carencia de una toma de postura clara y heroica contra el nazismo en ningún personaje de  ella—exonerando a todos por el procedimiento de mostrarlos atrapados en la rueda. Las películas alemanas suelen ofrecer redenciones póstumas, elementos de exoneración, blanqueos cuando procede. Ponen el foco en precisamente donde no estaba—en los cuatro gatos de la Rosa Blanca, no en los horizontes de alemanes que aclamaban al tirano. En estas películas, por tanto, se mezclan de modo inseparable la proclamación hoy posible de la verdad... y la falsificación histórica. Mediante grandes dosis de proyecciones fantasiosas y wishful thinking.

Se despide Sophie del tribunal diciéndoles que pronto estarían ellos siendo juzgados. (Quizá también se refiera al juicio de Dios: los resistentes al nazismo, como cuenta Joachim Fest en Yo No, eran por regla general creyentes y cristianos practicantes). Pero bueno, ya sabemos que el juicio de Dios puede esperar, y que además suele apoyar Dios a todos los bandos por igual, en opinión propia. Si se refería Sophie (o el director) a la derrota de los nazis.... mucho es de temer que se equivocaba, y que Alemania siguió siendo cripto-nazi, conformista a ultranza ante el poder (que es la auténtica esencia del nazismo, no las botas de cuero ni las gorras de oficial demasiado altas). Conformistas eficaces, como el buen funcionario que detiene a Sophie y su hermano. Media Alemania pasó sin solución de continuidad de un régimen totalitario a otro; la otra media pasó a vivir la ilusión de estar súbitamente en el bando de las libertades y la democracia: "The Germans now too have / God on their side" como dice Bob Dylan. Y antes también: Gott mit uns.

Y por eso después de sesenta años se siguen buscando mártires, y correcciones de la historia, exoneraciones simbólicas, experiencias vicarias por las cuales sustituir la realidad metonímicamente. Porque la realidad es demasiado triste: que las naciones se pliegan ante el poder, y que llegan hasta donde haga falta: hasta donde las lleva el que va en cabeza, empujándolo y empujándose unos a otros. Y que nadie redime a nadie, y que la esencia pura de la auténtica patria no se encarna en nadie, y menos en mártires estadísticamente no significantes.

Aceptan más riesgos estéticos y éticos las ficciones, películas o novelas que se enfrentan de maneras más ambiguas, menos idealizantes y heroizantes, a la experiencia del nazismo. Las que exploran desde dentro la lógica grotesca del sistema, y buscan enfrentarnos a nuestras propias contradicciones, en lugar de proporcionar la experiencia vicaria del heroísmo que se enfrenta a ese sistema desde fuera. Tal sería, por ejemplo, Les Bienveillantes de Jonathan Littell, que resultará incómoda a muchos alemanes y franceses, sin duda. Pero aun ahí tiene el protagonista que retorcerle la nariz a Hitler cuando le iban a poner una medalla... cuando en realidad, las narices suelen quedar sin torcer, menos las de cuatro chivos expiatorios, que nos ofrecen el negativo abyecto del martirio. La realidad está por lo general en el terreno intermedio entre uno y otro polo, un terreno que es muchísimo más extenso, infinitamente, y más representativo, con diferencia, de lo que hay. Y que no es para tirar cohetes, precisamente.

Sophie Scholl: Los últimos días. Dir. Marc Rothemund. Cast: Julia Jentsch, Alexander Held, Fabian Hinrichs. Germany: Lolafilms / German films / Bavaria Film / Media. DVD. Barcelona: SAV / DeAPlaneta, 2005.


La fe independentista

El simulacro de aplicación del 155:



Pino, Luis del, et al. "Sin Complejos 26/11/2017: La fe independentista." EsRadio 26 Nov. 2017.*
         2017



Pino, Luis del. "Fugados, presos y demás personajes del 21-D." EsRadio 25 Nov. 2017.*
         2017

—oOo—