lunes, 31 de diciembre de 2018

La muerte de un lenguaje secreto

"A veces confundo mi divorcio con la viudedad. Pienso que la viudedad sería peor. Al divorciarte, tu pasado se convierte en algo difícil de reconstruir o de recordar o de precisar o de poseer; para reconstruir luego ese pasado hay que ir a los documentos: fotos, cartas, testimonios, papeles. Es como el final de un periodo histórico. Para guardar memoria, solo cabe llamar a los historiadores. Y los historiadores son perezosos, están durmiendo, no les apetece trabajar. Quieren tomar el sol.

"Tal vez la culpa sea una forma de permanencia. Tal vez los grandes culpables acaben divisando desde sus culpas una forma de perduración.

"Alguna vez pensé en que ójala Dios o el azar hiciera posible que mi muerte sucediera antes que la de mi exmujer. En las separaciones, el tiempo que se ha convivido es definitivo. Una separación con dos años de convivencia, por ejemplo, puede ser inofensiva. Una separación con treinta años de convivencia es toda una época histórica. Es como el Renacimiento, o la Ilustración, o el Romanticismo. El escritor Alejandro Gándara me dijo hace poco que era necesario el transcurso de cinco años para la cauterización de un divorcio. Creo que tenía razón: cinco años.

"Me dolía especialmente el desmoronamiento de la ternura. Vienen a mi cabeza frases que ella decía, llenas de bondad. Entonces supe que la muerte de una relación es en realidad la muerte de un lenguaje secreto. Una relación que muere da lugar a una lengua muerta. Lo dijo el escritor Jordi Carrión en un estado de Facebook: 'Cada pareja, cuando se enamora y se frecuenta y convive y se ama, crea un idioma que solo pertenece a ellos dos. Ese idioma privado, lleno de neologismos, inflexiones, campos semánticos y sobreentendidos, tiene solamente dos hablantes. Empieza a morir cuando se separan. Muere del todo cuando los dos encuentran nuevas parejas, inventan nuevos lenguajes, superan el duelo que sobrevive a toda muerte. Son millones, las lenguas muertas'." 

Manuel Vilas, Ordesa (§26)

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