jueves, 25 de octubre de 2018

Retropost (25 de octubre de 2018): Mediocridades: la buena y la mala


Se dice con frecuencia,  y una pregunta a Google da una respuesta en este sentido, que los artículos académicos son leídos por poquísimas personas por término medio: las estimaciones van entre menos de un lector por artículo a siete y pico—y la cifra que con más frecuencia se da es de una media de tres por artículo. También es, por cierto, la media de lectores que se dice que tendrá cada ejemplar de un libro publicado—que no es lo mismo, claro.

La mayoría de los artículos jamás son citados. Aunque los académicos se consuelan con el mero hecho de lograr la publicación, sin pensar que en general sus publicaciones duermen el sueño de los justos esperando a que alguien las lea en el Juicio Final, o que consten en algún registro en la eternidad.

Sin embargo, hay estudios que ofrecen cifras de lecturas totalmente dispares a estas tan pesimistas: cifras de miles de lecturas por artículo de media, entre 5.000 y casi 15.000, una población, vamos. Ver aquí: Measuring Total Reading of Journal Articles. Son diferencias de estimación disparatadas, ¿no? Claro que esto se refiere a un estudio de una revista central en una disciplina determinada, la pediatría. En las humanidades, con la proliferación de publicaciones, me extrañaría que incluso las revistas más leídas alcanzasen esas cifras por artículo. Aunque sin duda los artículos más leídos sí que deben superarlas. La mayoría estarán más cerca de los mentados tres lectores—o por debajo. Para eso nuestros esfuerzos.

Supongo que en realidad aquí las medias son engañosas, por lo mismo que la ley de lectura de los blogs expuesta aquí: Power Laws, Weblogs, and Inequality. Las lecturas siguen la lógica de la larga cola: muy pocas cosas son leídas por muchísimos, y la curva del gráfico tiende a acercarse a las asíntotas. Puede que de hecho sea cierto que la inmensa mayoría de artículos (o de posts) tengan sólo tres lectores de media (y aparte está la cuestión de qué proporción del texto leen de hecho esos lectores). Pero unos pocos tienen muchísimos lectores.

Si sigue esta tendencia, la curva de lectura se igualará a las coordenadas cartesianas, y en el futuro habrá un único comunicador (al que llamaré el Gran Instructor) cuyos comunicados serán leídos por todos los demás—que a su vez se comunicarán únicamente con ellos mismos, y con el Gran Instructor. Antes de eso, habrá una fase de pocos grandes medios masivos y una miríada de pequeños medios personales leídos por dos o tres personas. ¿Quién dijo que Internet sería el fin de las grandes agencias de comunicación?

Así que, entretanto, feliz el que llegue a la media, que es muy virtual para la mayoría, en virtud de la lógica de la larga cola
que nos rige. No es mediocre quien quiere, sino quien puede—en el sentido de medianito. A menos que identifiquemos mediocridad no con la media, sino con la moda. En ese sentido, ser mediocre no es difícil, y además siempre está de moda. 


 



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