jueves, 5 de abril de 2018

Y de repente, Putschdemón sale libre


El tribunal territorial de Schleswig-Holstein decide de modo sorpresivo, contra el criterio de la propia Fiscalía local, que no procede extraditar a Carles Puigdemont por rebelión, sino únicamente por malversación de caudales públicos, delito que conlleva una pena mucho menor. Un tanto a favor del catalanismo, y de la traición. Y un golpe bajo a España, y también a Europa.



Herrero, Luis. "Editorial Luis Herrero: La justicia alemana deja libre a Puigdemont." EsRadio 5 April 2018.*
         2018

Valero, Carmen. "La justicia alemana niega a España juzgar a Carles Puigdemont por rebelión." El Mundo 5 April 2018.*
         2018


Es ésta una decisión grotesca, de chupatintas jurídicos, a los que preocupa poco, es evidente, que pueda quedar sin castigo la manipulación y corrupción de las instituciones que realizó Puigdemont al frente de la Generalidad—incluida la apropiación de la Policía, de la violencia institutcional, para la destrucción del propio Estado. A estos chupatintas alemanes eso les parece un pelillos a la mar. A ellos y a los cien catedráticos de derecho penal español que se han opuesto al procesamiento de Puigdemont por rebelión. Por parte de los alemanes (y de los belgas antes de ellos) hay una voluntad de intromisión ofensiva, poniendo la letra de la ley por encima del espíritu de la misma, y prefiriendo la impunidad del delincuente antes que plegarse a aceptar en sus propios términos la aplicación del código penal de un país supuestamente amigo y aliado.

Procedería que el juez Llarena volvierse a retirar la Euroorden, y que Puigdemont no vuelva a pisar territorio de España si no es para ser juzgado por rebelión—por lo que los alemanes llaman alta traición, una cuestión que ha olvidado este tribunal territorial.  Eso enviaría un mensaje claro de que España no está dispuesta a dejar impunes a los traidores a su orden constitucional.

Esperar que el gobierno español intervenga mediante la abogacía del Estado o el Fiscal General para recurrir la decisión del tribunal alemán ante instancias superiores es pedir peras al olmo.  Este gobierno indigno prefiere, con mucho, poner al alto traidor otra vez al frente de la Generalidad.  Entre ellos se entienden mejor que con los partidarios de la estricta justicia—que no se lleva mucho hoy en  día. Al menos en los círculos del Gobierno y del Arco Parlamentario.

Puigdemont es a fecha de hoy el enemigo número uno de España y de su existencia como país. La justicia alemana ha cometido, pues, una afrenta contra España y contra su integridad. Pero más alla, también es una decisión de consecuencias nefastas para la consistencia de Europa, pues el nacismo de colorines de Puigdemont y sus estrellados representa también la peor tradición para la convivencia europea, para el funcionamiento legítimo de las instituciones, y para el imperio de la ley.

El Mocho está suelto, y con él la peor de las demagogias.  Hay barra libre para la corrupción de las instituciones. Es un día nefasto.










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