sábado, 2 de julio de 2016

Retropost #1029 (2 de julio de 2006): Hablando del duende




El otro día en Ronda hablaba alguien, creo que era Kristi Wilson, de Hemingway y el duende, con relación a Teoría y juego del Duende, de Federico García Lorca. Yo comenté algo parecido a lo que sigue.

El duende puede que sea una experiencia o percepción únicamente española, o flamenca o andaluza, como parece sugerir Lorca; pero dentro de este carácter úinico también participa de elementos comunes con otras experiencias estéticas que enfatizan la perfección irrepetible e imprevisible de un momento mágico y especial.

Según la Wikipedia francesa, 

"Le groove, chez les musiciens, est aussi un "état" indéfinissable de la musique, qui peut signifier un moment un peu "magique", de grâce, ou celle ci "décolle", on peut le rapprocher du swing en jazz, du duende en flamenco ou du tarab en musique arabe ... chaque style de musique ayant son vocabulaire pour désigner cet état que personne n'arrive à définir clairement mais que de nombreux artistes arrivent à ressentir. On dit souvent que tel ou tel musicien groove, c'est à dire que son jeu entraîne les autres musiciens et donc la musique produite ensemble vers cet état évoqué plus haut."

Estos momentos de acierto especial, o de contacto con lo inefable en música, pueden relacionarse con otras experiencias estéticas en otras artes, o en otros ámbitos de la experiencia liminar, como lo religioso. Misticismo, inspiración, sprezzatura, o el célebre je ne sais quoi de Boileau son algunos de los términos que también podríamos relacionar con el duende o el groove.



En literatura, pienso especialmente en las epifanías modernistas, esos momentos especiales en los que el protagonista parece descubrir una dimensión estética de la experiencia vital, y percibir la vida desde la atalaya de un momento de especial percepción que le da el sentido y forma de un poema, pieza musical u obra de arte.



Si el duende va especialmente unido a la presencia o sugerencia de la muerte, quizá sea este elemento el que lo caracterice, frente a estas otras experiencias donde es más bien la perfección estética del momento y de la vida lo que está en primer plano. Ahora bien, es esencial en todas estas experiencias su carácter momentáneo, contingente e irrepetible. Imprevisible: si algo tiene el duende en común con el groove o la epifanía es que no hay método que permita prever ese estado o instante especial. Y en ese contraste entre el momento tan del tiempo, tan presente, que a la vez alcanza una dimensión extratemporal, una anulación de la distancia entre el instante y la eternidad, ahí está implícita, porque no puede ser de otra manera en nuestra forma de estar hechos, la presencia de la muerte en el trasfondo. Será la virtud especial del duende, quizá, el traer un tanto hacia la luz esa presencia callada de la muerte en el momento mágico. Algo único tendría desde luego que tener, el duende famoso.




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