miércoles, 2 de marzo de 2016

Retropost #691 (8 de enero de 2006): King Kong



Los remakes tienen una bonita dimensión retrospectiva-intertextual, en especial cuando están tan atentos no sólo a retomar la historia, sino a homenajear a la película original (en lugar de ignorarla, que es otra actitud posible). El remake nos hace ver cosas que no había en origen en la primera película, pero que se han ido agregando a ella por el trabajo de su recepción, de la crítica, y de la historia. King Kong era un falso mito en los años 30 (aunque las raíces ya estaban allí, claro...): setenta años más tarde la película, y el gorila, ya son un mito auténtico. Cosas que no había, vemos. Y cosas que había, quedan amplificadas, subrayadas, o atenuadas... la diferencia entre añadir y subrayar no es absoluta. No me acuerdo muy bien del primer King Kong, y no sé si tendré paciencia para volverla a ver (como si fuera Hitler). El segundo (años 80) ni lo ví. Otros que hay no los conozco ni de oídas, como se observará.

Mitos y textos y realidades que hay detrás de King Kong:

- King Kong

- El mundo perdido, de Conan Doyle: la tierra fuera del tiempo, los dinosaurios, las tribus primitivas coexistiendo con ellos... y el dinosaurio en londres de la película que se hizo en los años 20.

- Indiana Jones, y la moda retro de las aventuras de los 30 (Tarzán, Las Minas del Rey Salomón, etc.). Pero llevar al exceso a Indiana Jones, que ya llevaba esas aventuras el exceso, es... un exceso. De ahí la sobreabundancia de tiranosaurios, escolopendras gigantes, pterovampiros, y persecuciones y caídas rocambolescas. Esto es circo, divertido, y admirablemente hecho, pero un número cómico, básicamente.

- La bella y la bestia, claro... más en general, la oposición sexual hombre / mujer, el dimorfismo llevado al paroxismo, el hombre cuanto más peludo más hermoso, y la chica que sea rubia, y con ropa interesante.

king kong
 
- Adán seducido por Eva. Las mujeres nos traen problemas, nos sacan de la isla, y también sacan el gorila de nuestro interior. Pero son tan guapas. Al final resulta que la bella y la bestia van juntas, no hay una sin la otra, nacieron para ser pareja, y por eso también en el espectáculo teatral, y en los carteles, se los coloca como imposibles imágenes simétricas. También hay una chica sola en la cima del Empire State.

- Polifemo y Galatea. Los cíclopes eran, para Vico, representativos del primer estadio de la evolución cultural. Así pues, King Kong es también nuestro cavernícola interior. Y es especialmente ciclópea la caverna con osario, y la fuga en las barcas de los aqueos.

- Maridos celosos, violencia de género; qué brutos, abusadores, barbazules: tienen en el cíclope King Kong a su arquetipo. Pero King Kong se civiliza, no como otros. Años de filmaciones de gorilas y de antropólogos enseñándoles American Sign Language dejan huella también, y King Kong casi habla con la nueva Fay al final, "qué hermoso".

- Caliban y Miranda, en una isla de pesadilla, sin Próspero ni Ariel, sólo con el galán y los marineros borrachos, que quieren exhibir a Caliban en la civilización: "not a holiday-fool there but would give a piece of silver. There would this monster make a man. Any strange beast there makes a man. When they will not give a dolt to relieve a lame beggar, they will lay out ten to see a dead Indian".

- Gulliver, prisionero de su mono, primera imagen en Occidente de un humano diminuto capturado por un simio gigante. Ahora la chica le hace monadas al mono, como Gulliver a los de Brobdingnag; con el mono en persona Gulliver chillaba como Fay Wray. Que era mona, por cierto (el mono de Gulliver digo que era mona), y quería amamantarlo, ahí hay más sexo explícito. También le da de comer asquerosidades que se saca de la boca; si King Kong hiciese eso, la nueva Miss Darrow lo encontraría menos seductor. (Otra con mono violento: "Los asesinatos de la Rue Morgue" de Poe).

- También en las Mil y Una Noches hay un demonio gigante y celoso, con una diminuta esposa infiel que le hace bailes... El ogro de los cuentos suele estar casado con una señora normal, cosa que yo no entendía nunca.

- También es King Kong el macho subido de testosterona (el cíclope otra vez, falo personificado, claro - el cíclope es un gigantesco pene en erección que no atiende a razones, no ve las cosas estereoscópicamente sino con una idea fija). Por eso King Kong se sube a un rascacielos, contraste/identificación entre el macho primigenio y el falo pétreo del imperialismo americano, el capitalismo que penetra hasta lo más hondo de la selva y de los espacios cerrados. Bueno, fálico, pero no tanto; al final King Kong resulta ser sentimental como el dramaturgo existencialista. El sexo sólo es simbólico; a nivel de presentación superficial el gorila es viril pero casto. En cambio sí vemos pollas gigantescas y voraces surgir del barro y comerse a los exploradores. Aunque la escena es cómico-repulsiva, en estas pollas-vagina dentata también sale el inconsciente de la película a relucir... su versión histerizada de la dicotomía de los sexos. En Ingagi (vía BoingBoing), otra de gorilas de 1930, el sexo era explícito, y hasta nacían híbridos (de gorila y africana; con las blancas no llegaban a meterse).

- Sansón y Dalila. La fuerza derrotada por la belleza. En la película de Peter Jackson, muy deliberado, al hacer que Sansón esté, aunque no ciego, sí encadenado a las columnas: y derrumba el templo de los filisteos. Los filisteos somos nosotros, claro: la vulgaridad y autocomplacencia de los años 30 continúan casi sin interrupción visible, en la misma sala de proyecciones en que vemos esta película. King Kong destroza el patio de butacas, continuación del nuestro, y casi parece que viene a por nosotros. Nos lo merecemos. Pero estamos a salvo, monstruo, jaja -- a menos que explote una bomba en el cine (King Kong como el pánico urbano de masas, el terrorismo o revolución latente).

- Darwin. La distancia entre el hombre y el mono es menor hoy que en los años 30, pero ya los mundos perdidos de principios de siglo XX partían de un cierto interés por la evolución.

- El último mohicano. Contempla el crepúsculo de los dioses desde la isla, desde el Empire State, un mundo que lo desplaza. Por cierto, esta vez vemos que no era un caso único, sino el último de su raza, vemos las osamentas. Cementerio de los elefantes, dignos animales frente al innoble explorador-mercenario-comerciante-director de cine, que hace negocio trivializando el mito, a la vez que se flagela a sí mismo. Hacemos cine de masas, y a ellas nos debemos.

- Heart of Darkness. "No, Jimmy. No es un libro de aventuras". Pero la película sí, aunque también haya aventuras a los abismos interiores. King Kong también es una especie de Marlon Brando, o vice versa.

- Moby Dick. la persecución del animal mítico y gigantesco, inocente y cruel a la vez ("Dick Kong: The Moby"). No hay Ahab, sólo una especie de Orson Welles obsesivo y timador. Pero sí hay un cierto Pequod, con su comunidad multiétnica.

- Los negros. Empezamos con negritos bailando (genial la recreación del Nueva York de los 30, la depresión y los últimos coletazos del music-hall). Luego se invierten los papeles de negro y blanco, con el nuevo Queequeg a bordo del Pequod: el contramaestre negro ha recogido a un blanquito que lo idolatra, Jimmy; es su bwana negro. Totalmente siniestros son los nativos, al estilo de los 30, sin concesiones a la corrección política. Estos son negros de tam-tam e ídolo sangriento donde los haya, buenas piezas para el rifle del blanco. Claro, estamos en los años treinta, la película así (more postmodernista) a la vez señala a lo que critica en los 30, lo ve con distancia, y también lo reproduce; es una imitación de una peli barata de aventuras y tambien es una peli de aventuras barata (bien cara, por cierto). Podemos permitirnos el lujo de masacrar otra vez a Gagool, es intertextualidad. Pero a lo que iba: el negro mayúsculo es King Kong; en los años 30 aún es la pesadilla postesclavista, quizá ya se intuían los derechos civiles; desde luego Manhattan se les había llenado de negros. En las películas de Hollywood, y de post-Hollywood, como ésta, los negros representan el contacto con las fuentes de la vida y de la autenticidad, lejos de las falsedades e indirecciones de los blancos. King Kong es pues el negrazo monumental, no es Copito de Nieve, no -- aunque sí es el gorila meditabundo del zoo de Madrid. Hasta aquí ha llegado mi pueblo, y qué puede hacer un hombre en esta situación. En Hollywood, los negros mueren.

- La chica reconoce la autenticidad de King Kong. Y del dramaturgo intelectual, que es el guionista (¡pero si el guionista nunca se lleva a la chica!). Entre el hombre hipercivilizado y el monstruo está la elección. Menos mal que el guionista, contra toda probabilidad, también es heroico. Tras la caída de Kong su espíritu ha pasado sin duda al dramaturgo-guionista que besa a la chica.

- Y el espectador... el espectador está, como digo, en la posición del filisteo; es el que contempla a King Kong convertido en espectáculo de feria, o que paga para ir a ver al indio muerto, o al gorila de Madrid, o que se hace fotos junto al cadáver del monstruo, después de haberse proyectado un rato sobre él. Ya el alma deja el cuerpo del gorila y vuelve al nuestro, deseamos nuestra propia muerte al final de la vida, sobre todo si no hay otra salida; la película puede terminar.


King Kong el mito seguirá creciendo, o encogiendo, según manden los cánones de la época. En cuanto a los auténticos King Kongs,

Pas de comeback
Aucun remake
Faut faire avec...


gorillagorillagorilla




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