jueves, 16 de julio de 2015

Retropost #69: 24 de diciembre de 2004


24 de diciembre

Log del Blogtrotter: comentario al Habitat del Unicornio sobre la interacción del hardware y el software mental. Claro que el hardware mental de cada cual también es un tema a tener en cuenta...

He visionado El Fantasma de la Ópera, película sobre el musical de Andrew Lloyd Webber, bien doblado al español aunque con los defectos inevitables de sincronización. Los cantantes españoles, bien, mejor de lo esperable para un doblaje, aunque las canciones se resienten algo en la traducción. Es más recomendable ver la versión inglesa pues la falta de sincronización detrae mucho más de lo que pudiera pensarse. La música es la misma que en el musical original, sin arreglos worth mentioning. Sí, se dice que ALW escribió unos minutos más de música para una escena, y también hay una canción nueva en los créditos. Pero las demás no están "versioneadas". En cuanto a la película, ofrece todos los placeres que puede ofrecer el mejor kitsch, que no son de despreciar (especialmente en cuanto a ambientación y decorados); menos de los que puede ofrecer el mejor cine, pero ¿quién irá a buscar eso en El Fantasma de la Ópera? Por cierto, la historia del Fantasma se parece mucho a la de Notre-Dame de Paris de Victor Hugo (eso sí, con final más feliz), sólo que combinando en el Fantasma los personajes de Frodo el siniestro sacerdote y de Quasimodo el deforme enamorado. Y por supuesto el galán queda mejor y menos kitsch cuando está tan pagado de sí como Phoebus en Notre-Dame, un galán tan galán como el de esta película no es aceptable hoy en día, con los tiempos que corren. Un antepasado más lejano para el tema de la bella y la bestia es claro Shakespeare, con su Próspero controlador, su inocente Miranda y su Caliban esclavizado, aunque los papeles se vuelven a redistribuir. Y más atrás está otro favorito operístico, la historia de Polifemo enamorado de Galatea. Lo más característico del tratamiento que se le da en la comedia musical parece ser el tema de la fascinación semiinconsciente que ejerce el fantasma, que así pasa a ser una especie de personificación de oscuras tendencias de Christine (a la manera por otra parte muy victoriana de un Mr Hyde, o de retrato de Dorian Gray). Total, dejando estos sótanos del pensamiento y volviendo a la ópera: recomendable, por supuesto, pero mucho más recomendable ver el musical de Plamondon y Cocciante Notre-Dame de Paris si no lo has visto aún, lo primero es lo primero.

Hale, venga, aquí va un crismas judeocristiano, y no cenéis demasiado, que de últimas cenas están las sepulturas llenas.




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