miércoles, 30 de abril de 2014

La perspectiva dominante en El Arte de la Guerra

El concepto de perspectiva dominante es por una parte intuitivo, pero hasta lo intuitivo necesita ser nombrado y definido para convertirse en objeto de conocimiento. Por otra parte, está teorizado parcialmente en textos de teoría narrativa moderna e incluso clásica—más o menos implícitamente, al menos ya desde que Aristóteles introdujo el concepto de anagnórisis. Con la revelación de un secreto, se abre a los personajes la realidad de las cosas, y pasan a participar en una comunidad de visión dominante. Es la creación de esta comunidad muchas veces la que marca el cierre del relato o drama clásico; el argumento va así desde el desconocimiento o las perspectivas fragmentadas hasta el conocimiento o la integración de las perspectivas—organizadas, claro está, por la perspectiva dominante, que suele coincidir al menos en parte con la perspectiva del narrador o autor. No es que esta cuestión de la perspectiva dominante o integradora le interesase a Aristóteles, pero al menos introduce conceptos que están relacionados con ella. También Edgar Allan Poe reflexionó sobre la cuestión en La carta robada, y tras él sus críticos y sus críticos.

Parcialmente teorizado e intuitivamente comprendido pues, el concepto. Pero en lo que se refiere a la literalidad, me encontré el término topsight (lo que ahora llamo perspectiva dominante, o dominio perspectivístico del estado de la situación), en un contexto relacionado con la estrategia militar. En concreto lo citaba Manuel Castells, en La Galaxia Internet, a cuenta de la transformación actual de las técnicas de combate y estrategias de enfrentamiento gracias a la proliferación de las tecnologías de la información y la comunicación. Usaban el concepto de topsight John Arquilla y David Ronfeldt en Swarming and the Future of Conflict (Santa Monica (CA): RAND National Defense Research Institute, 2000).

Y no es extraño que venga de la táctica militar, porque la mejor teoría clásica de la cuestión aparece en El arte de la guerra de Sunzi, un texto clásico chino cuya composición creo que se sitúa en el Período de los Reinos Combatientes (476-221 antes de Cristo Jesús). Me he leído la excelente edición de Albert Galvany (Trotta, 6ª ed. 2007), y su excelente introducción sobre la filosofía del conflicto en Sunzi permite ubicar el desarrollo de este concepto perspectivísctico. Aunque Galvany tampoco está especialmente atento a las dimensiones digamos semióticas, accionales, perspectivísticas y narratológicas de la cuestión sí ilumina su comentario la aportación de Sunzi a este respecto.

Galvany tiende a ubicar el texto de El arte de la guerra al menos en gran medida en el periodo de los Reinos Combatientes debido a que su filosofía parece ir unida en gran medida a una nueva modalidad de conflicto que se desarrolló en este periodo. La guerra deja de ser un juego (de vida o muerte) ceremonial o aristocrático, y en lugar de ser ante todo un ritual de clase pasa a ser un modo de explotación y dominio del territorio a gran escala. Los enfrentamientos ya no son entre aristócratas y sus pequeños ejércitos de mercenarios o dependientes, sino entre grandes reinos con ejércitos masivos reclutados del pueblo. El reino entero se convierte en una máquina de guerra, y ésta estructura la geopolítica a gran escala. La capacidad individual del guerrero cede su lugar a la estrategia a gran escala, el adiestramiento, la atención al terreno y a la intendencia, y (es lo que más nos interesa) la estrategia. Los soldados y oficiales pasan a ser meros instrumentos en el cálculo del general o estratega. El enfrentamiento es ante todo mental o estratégico, pues si se ha seguido una estrategia correcta el enfrentamiento efectivo sólo vendrá a demostrar la validez de la misma. Esto deriva en una filosofía china de la acción mínima o de la inacción: la batalla mejor ganada es la que no llega a pelearse; la segunda mejor victoria es la que se da tras únicamente una batalla. Una sucesión de victorias es un fracaso, pues demuestra lo continuado del enfrentamiento. En última instancia, el arte de la guerra es el arte de la construcción de un estado fuerte que no necesite llegar a la guerra—o que está luchando la guerra, por anticipado y sin combate abierto, en cada una de sus acciones, al reforzarse y hacerse inexpugnable e inatacable. Como dice el Hanfeizi  (siglo III a.C.) que participa de esta visión,

La técnica de la dominación consiste en actuar de suerte que nadie pueda perturbar a la nación y no en esperar que ningún enemigo venga a causar problemas. el país que erige sus instituciones civiles en la esperanza de que nadie les cause perjuicio alguno perecerá, mientras que aquel que establezca las leyes de modo que nadie ose ponerlas en peligro emergerá floreciente. (cit. en Galvany, 170)

O Sunzi, sobre la excelencia de los planes ofensivos:

El buen estratega somete las fuerzas enemigas sin combatirlas, toma las fortificaciones enemigas sin atacarlas, desmembra los Estados rivales sin permitir que las acciones militares se prolonguen. De este modo, puede consquistar el mundo entero conservando todas sus fuerzas; su ejército no desfallece y sus riquezas se mantienen íntegras. Éste els el método de los planes ofensivos. (III, "Planes ofensivos")

La dominación va unida a una perspectiva dominante, y aquí es donde nos encontramos el concepto de topsight en su relación con el buen gobierno. La dominación va unida a la previsión: la capacidad de anticipar lo que otros no anticipan. El soberano debe tener la perspectiva dominante (no como en el cuento de Poe)—todos sus cálculos deben basarse en el estado real de las cosas, en información exacta sobre la realidad de las propias fuerzas y de las del enemigo. Así se entiende el racionalismo de Sunzi y su rechazo de oráculos, adivinaciones y otros métodos azarosos. También se entiende por ello que Sunzi dedique su último capítulo a los servicios secretos, la información, los espías:

Si el príncipe inteligente y el general competente logran la victoria cada vez que pasan a la acción y consiguen resultados fuera de lo común es gracias a su capacidad de previsión. La capacidad de previsión no se obtiene ni de los dioses ni de los espíritus, ni por analogía con eventos pasados, ni por conjeturas. Proviene únicamente de las informaciones de quienes conocen el estado real del enemigo. (...)

Así, en las operaciones del ejército nadie debe estar más próximo al mando que los espías, nadie debe ser mejor recompensado que los espías y ningún asunto debe ser más secreto que los que conciernen al espionaje. Quien no sea sabio e inteligente no podrá emplear espías; quien no sea humano y justo no podrá servirse de los espías; quien no sea discreto y sutil no podrá aprehender la realidad sobre los espías. ¡Discreción! ¡Discreción! No hay lugar donde no puedas emplear tus espías. (XIII, "El uso de espías")

Pero no es sólo la información secreta la que debe ser conocida: también la públicamente disponible pero que puede pasarse por alto. La perspectiva dominante debe incluir este conocimiento de la situación, de los elementos relevantes en el enfrentamiento: de los propios y de los ajenos. También en la enumeración que hace Sunzi de los principios de la victoria se percibe la importancia de la información superior—información juiciosamente interpretada, claro está: una perspectiva dominante no es sólo un acopio de información, sino una interpretación adecuada de la misma que permita emprender la acción más adecuada en cada momento. Y esa acción tiene que ser concertada, sometida al mejor juicio, no errática o con movimientos y voluntades enfrentadas (recordemos la noción del ejército como instrumento de un intelecto):consciens

Cinco son los principios del saber vencer:

Resultará vencedor quien sepa cuándo combatir y cuándo no.

resultará vencedor quien sepa dirigir tanto un grupo reducido de hombres como un gran número de ellos.

Resultará vencedor quien sea capaz de unificar la voluntad de superiores o inferiores.

Resultará vencedor quien afronte preparado un enemigo que no lo esté.

Resultará vencedor quien disponga de un estratega competente y de un soberano que no interfiera en los asuntos militares.

En estos cinco principios reside el método del saber vencer.

Por todo ello se dice:

Quien conoce al enemigo y se conoce a sí mismo disputa cien combates sin peligro. Quien conoce al enemigo pero no se conoce a sí mismo vence una vez y pierde otra. Quien no conoce al enemigo ni se conoce a sí mismo es derrotado en todas las ocasiones. (III, "Planes ofensivos")

Galvany señala cómo una consecuencia de esta concepción es que el soberano libra una batalla primero contra la resistencia de su propio pueblo. En efecto, la guerra, pera no librarse con el enemigo, ha de librarse por el procedimiento de someter al propio pueblo y convertirlo en un instrumento dócil de la voluntad del estado: "resulta preciso hacer la guerra en el interior antes de proyectarla hacia un otro exterior" (202). Parece que no escapamos de la guerra—o es abierta y contra el enemigo, o la libramos con nosotros mismos en la regimentación, el sometimiento y la frustración de las voluntades. Y no en otra cosa consiste la guerra, sino en usar a los demás como instrumentos u obstáculos, en lugar de cooperar con ellos—donde hay una cooperación, dice el interaccionismo simbólico, hay una sociedad. Donde no, hay guerra—aunque hasta en la guerra suele haber un elemento de cooperación, como puede verse claramente en el caso de la guerra fría. En el propio conflicto hay si no una cooperación, sí una interacción, como señala el comentarista Cao Cao: "No hay que actuar siempre del mismo modo sino adaptarse al adversario" (cit. en Galvany 155).

También enfatiza Galvany el carácter eminentemente intelectual del conflicto armado tal como lo presenta Sunzi:

El arte de la guerra de Sunzi propone un modelo de combate que tiende a concebir el enfrentamiento armado como una mera competición mental en la que se oponen la inteligencia de dos estrategas, mientras que los soldados quedan reducidos a simples ejecutores de dichas piruetas intelectuales. En la medida en que el propio desarrollo del combate exige a menudo el sacrificio de una parte de las tropas (ofrecida al adversario a modo de cebo o carnaza, por ejemplo) o requiere, sencillamente, exponerlas al peligro para aumentar su ardor guerrero, el general se ve obligado no sólo a no comunicar sus planes o intenciones sino, incluso, a camuflarlas engañando abiertamente a sus propios soldados y oficiales. El enfrentamiento se desarrolla al margen de los combatientes, de espaldas a ellos, sin que de ningún modo puedan interferir o participar en los planes del estratega; éste los utiliza como materia, sin rostro, para llevar a cabo y completar sus maquinaciones. (201).

Es el aspecto más maquiavélico de El arte de la guerra. También es éste el título, claro, de una obra de Maquiavelo; y hay que apuntar que El Príncipe es otro tratado crucial en la historia de la estrategia y del dominio perpectivístico de las situaciones. Aunque en Sunzi no es el príncipe quien posee la visión dominante, sino (al menos una vez iniciado el conflicto) es el general quien debe dominar la situación:

Hay senderos que no deben ser recorridos, ejércitos que no deben ser atacados, fortificaciones que no deben ser sitiadas, terrenos que no deben ser disputados, y órdenes del soberano que no deben ser obedecidas. (VIII, "Las nueve variables")

Y esto es porque si bien la planificación es importante en el gobierno, y en la guerra, una vez llegado el momento del conflicto abierto los planes pueden convertirse en un estorbo, si nos impiden ver la situación claramente, a medida que evoluciona bajo la mirada del general. La realidad es constantemente inestable, fluida, productora de información. Por eso el plan debe verse sometido a una constante reinterpretación y reelaboración. Es el concepto de la oportunidad, o el momento justo, lo que prima aquí, el presente que se revela y abre una posibilidad de acción no prevista, antes que un plan elaborado cuando no disponíamos de dicha información. De ahí su insistencia en que "la esencia de la guerra es la celeridad", pues esa celeridad es no sólo efecto, sino también productora de información superior y de un punto de vista privilegiado.

También en el Huainanzi (enciclopedia de c. 139 a.C) se juzga sobre la importancia de actuar, o de no actuar, en consonancia con la oportunidad; el que actúa eficazmente "se refugia en el 'no me atrevo', practica el 'soy incapaz¡, permaneciendo en reposo y sin agobios; mas cuando pasa a la acción, lo hace sin abandonar el momento oportuno, en unión con las cosas, girando con ellas, rechazando la iniciativa mas dispuesto siempre a responder a los requerimientos de la situación" (cit. en Galvany, 203).

A la vez, la celeridad impide que el enemigo construya una representación adecuada de la situación, carezca de topsight. Es así como intepretamos el ideal de Sunzi de "carecer de forma":

El grado más alto en las disposiciones militares es llegar a no tener forma. El no tener forma hace que ni el más sutil de los espías pueda sondearte y que ni el más sabio de los estrategas pueda urdir planes contra ti.
    Adaptándose a las disposiciones enemigas y tomando las medidas en consecuencia se vence a las masas sin que éstas alcancen a comprenderlo. Todo el mundo conoce la disposición gracias a la cual he logrado la victoria y, no obstante, nadie sabe cómo he llegado a establecerla. Así, la victoria en el combate nunca es la misma, puesto que mis respuestas a las disposiciones enemigas son ilimitadas. 
    (...) Aquel capaz de obtener la victoria adaptándose a las variaciones y transformaciones del adversario es designado "inescrutable". (VI, "Lo hueco y lo consistente")

O bien:

¡Sutil! Sutil hasta el punto de no tener forma. ¡Inescrutable! Inescrutable hasta el punto de ser inaudible. De este modo logra erigirse en amo del destino del enemigo.
    (...) Si hacemos que el adversario muestre su forma sin que nosotros mostremos ninguna, permanerceremos unidos mientras que él se dispersa. (VI, "Lo hueco y lo consistente")

Los planes, por tanto, son necesarios pero un elemento secundario en el combate. En el momento clave, es la ocasión la que cuenta, y la interpretación actual de la situación actual. Saber ver el momento es la ausencia de prejuicio ante los propios planes, la ausencia de rigidez preconcebida, y a la vez es una captación de la complejidad, de la productividad de la realidad y de la limitación de nuestra propia interpretación—es un atenerse a la contingencia de la realidad para conseguir dominarla. También en el Guanzi (s. IV a.C?) se supeditan los planes a la elección del momento oportuno: "En la estrategia el factor determinante es el momento, el factor secundario, los planes" (cit. en Galvany 143).

Galvany cita a otros pensadores clásicos chinos que participan de esta concepción de la "carencia de forma" entendida como dominio perspectivístico:

En el ámbito de la teoría poítica, el pensador legista Han Fei parece sostener la misma concepción cuando, respecto al soberano ideal, afirma: "Ve sin ser visto, oye sin ser oído, conoce sin ser conocido" (152).

Aquí se asemejan de nuevo el arte de la guerra y el del gobierno—y opone Galvany a esa visibilidad del enemigo, o del súbdito, la perspectiva propia entendida como un panóptico al modo de Bentham, una afortunada analogía. En la representación de la realidad conflictiva, el propio punto de vista ha de ser el centro del panóptico, dominando todos los rincones de la misma, pero permaneciendo él mismo invisible a los demás. Aquí vemos que el concepto de topsight también puede relacionarse de modo provechoso con las fantasías y representaciones de la perspectiva divina, pero eso ya es materia para otro artículo.

Algunas observaciones finales para terminar de perfilar el concepto de perspectiva dominante tal como se perfila en El arte de la guerra—tal como está allí semiteorizado, podemos decir, pues si bien estos conceptos (o el mismo concepto de topsight) no están explicitados allí de modo reflexivo, tematizado y deliberado, sí aparecen operativos en el pensamiento de Sunzi, es decir, son necesarios para proporcionar una descripción semiótica de los fenómenos que Sunzi sí describe o teoriza de modo explícito.

La perspectiva dominante es una representación de la realidad, vale decir un modelo de la realidad, una representación que aspira no a la exactitud punto por punto, sino a una exactitud suficiente que permita el dominio estratégico de una acción determinada, frente a un rival que no dispone de este modelo de la realidad.  La perspectiva dominante se define como tal por su éxito comparativo en una confrontación—explícita y sangrienta, o implícita y evitada.

Hay que decir, pues, que la guerra concebida por Sunzi, o su control estratégico, es un enfrentamiento entre representaciones de la realidad; una superior, que alcanza el éxito (haciendo por el momento abstracción de otros factores que puedan intervenir en la situación) y otra inferior, que es derrotada; derrotada por las armas llegado el caso, en un enfrentamiento exitoso que es la prueba ex post facto de la superior penetración, y mayor dominio de los elementos de la situación, de que goza el estratega que ocupa esa posición perspectivística superior, o contruye ese modelo de la situación y lo usa con éxito en las contingencias del enfrentamiento.

Vale decir que también hay otro modelo de la realidad como componente de la situación, otra perspectiva comparativamente limitada, y derrotada—la que es desautorizada o podemos decir contenida por la perspectiva superior. La perspectiva inferior no goza de la posición de topsight y hay por tanto elementos de la situación (de las propias fuerzas, de las del enemigo, del terreno, de la oportunidad) que se le escapan. La perspectiva dominante, en principio, abarca y domina a dicha perspectiva inferior—o al menos los aspectos de la realidad que permiten conducirla. En principio, en Sunzi (y hacemos abstracción de mucho) quien tiene la información tiene la fuerza, y de allí saldrá su decisión de provocar o evitar el conflicto. En el caso ideal, el conocimiento superior equivale a la superioridad de control, de fuerza, de estrategia y de recursos.

Hay por tanto una teoría de la teoría de la mente, implícita en el libro de Sunzi. Cada agente no sólo construye un modelo de la acción, sino que entra en un combate mental contra el estratega enemigo, adivinando cuál es el otro modelo de la acción que intenta representar la realidad en curso y guiar el futuro de las acciones. La guerra es un combate de lectura mental, que sólo en ocasiones llega al enfrentamiento físico.

Las perspectivas, por tanto, se leen, enfrentan o comparan mutuamente—en el mejor de los casos, la lectura es unilateral, y el enemigo es derrotado sin saber siquiera que lo ha sido, dominado sin haber llegado al enfrentamiento; el enemigo no llega a captar la forma de nuestra acción, o la disposición de nuestras fuerzas. Así hay que entender (semióticamente hablando) la noción de que carecemos de forma —carecemos de forma para el enemigo, aunque seguramente es ventajoso en principio no carecer de forma para nosotros mismos, pues eso arguye la superioridad de nuestros planes y nuestra acción bélica. Ahora bien, si Sunzi dice que carecemos de forma en general, puede entenderse que también carecemos de forma para nosotros en el sentido de que nuestro dominio del momento, de la acción rápida, súbita y decisiva, nos permite escapar a nuestros propios planes preconcebidos. Ahora bien, esa acción rápida no puede ser alocada, y si renuncia a un control absoluto de nuestra forma en bien del momento, ha de ser sobre un cálculo (rápido) de la oportunidad, que viene a ser también una perspectiva dominante, distinta de la que teníamos hasta ahora. Queda, empero, un elemento de riesgo o apuesta en esta cuestión de la oportunidad a la que pintan calva, un saber aprovechar el momento que muchas veces equivale a renunciar al dominio cognoscitivo total, apostando por un éxito que sólo se verá refrendado por los hechos.

Y junto a la perspectiva dominante del vencedor, o más allá de ella, hay otra perspectiva dominante, topsight above topsight: es la perspectiva retrospectiva del analista Quiizá el propio vencedor, convertido en analista de su victoria, o, por qué no, el perdedor. En todo caso, goza el analista de una ventaja sobrehumana que la da la visión del futuro, sólo posible en retrospectiva. Encontramos aquí un terreno común entre la perspectiva del analista, la visión divina de las cosas, y la realidad tal como es (al menos para los fines analíticos que se persiguen). Esta perspectiva del analista también aparece (preteorizada) en El arte de la guerra: es la perspectiva, naturalmente, del propio Sunzi—una perspectiva que todavía se aleja más de la acción concreta y abstrae la estructura, las causas y las condiciones de la acción. Tenemos en Sunzi al primer tratadista estructural de la semiótica de la acción y de la perspectiva, y de la retrospección. El arte de la guerra es también el arte de la reflexión sobre la acción, su representación, sus fines y sus modalidades—y sobre los juicios que sobre ella se hacen a posteriori. El terreno está listo para seguir pensando sobre la cuestión, y, si es preciso, tomar las acciones oportunas.

Aquí lo dejo por hoy, con una pequeña bibliografía de cosas relevantes para leer sobre topsight o perspectiva dominante, y otras que he escrito yo.

Arquilla, John, and David Ronfeldt. Swarming and the Future of Conflict. Santa Monica (CA): RAND National Defense Research Institute, 2000.
García Landa, José Ángel. "Poe-Tics of Topsight." In García Landa, Vanity Fea 26 April 2007.
    http://garciala.blogia.com/2007/042601-poe-tics-of-topsight.php
    2007-05-04
_____. "Acritical Criticism, Critical Criticism: Reframing, Topsight, and Critical Dialectics." Online PDF at Social Science Research Network (August 2008).
    http://ssrn.com/abstract=1259696
    2008
_____. "Acritical Criticism, Critical Criticism: Critical Interaction, Reframing and Topsight." In Con/Texts of Persuasion. Ed. Beatriz Penas et al. Kassel: Edition Reichenberger, 2011. 233-68.*
_____. "Acritical Criticism, Critical Criticism: Critical Interaction, Reframing, and Topsight." Online at ResearchGate 26 March 2012.*
    http://www.researchgate.net/publication/33419996
_____. "Cyberspace Everting: William Gibson's Spook Country / 'Cyberspace Everting': Spook Country, de William Gibson." Online PDF at Social Science Research Network (23 Sept. 2008):
    http://ssrn.com/abstract=1272384
    2008
_____. "Topsight." In García Landa, Vanity Fea 10 October 2009.*
    http://vanityfea.blogspot.com/2009/10/topsight.html
    2009
_____. "Neurología de la intencionalidad y Perspectiva Dominante." In García Landa, Vanity Fea 4 August 2010.*
    http://vanityfea.blogspot.com/2010/08/neurologia-de-la-intencionalidad-y.html
    2010
_____. "Neurología de la intencionalidad y Perspectiva Dominante." Ibercampus (Vanity Fea) 13 Sept. 2010.*
    http://www.ibercampus.es/articulos.asp?idarticulo=13262
    2010
_____. "Quien vive el último." In García Landa, Vanity Fea 17 Nov. 2011.* (Topsight).
    http://vanityfea.blogspot.com/2011/11/quien-vive-el-ultimo.html
    2011
_____. "Total Topsight." In García Landa, Vanity Fea 21 Nov. 2011.*
    http://vanityfea.blogspot.com/2011/11/total-topsight.html
    2011
_____. "A MacGuffin of Ultimate Scale." In García Landa, Vanity Fea 28 Dec. 2011.* (William Gibson).
    http://vanityfea.blogspot.com/2011/12/macguffin-of-ultimate-scale.html
    2011
Lacan, Jacques. "Le séminaire sur 'La Lettre volée'." 1955. In Lacan, Ecrits I. (Points). Paris: Seuil, 1970. 1.19-77.*
_____. "Seminar on 'The Purloined Letter'." Trans. Jeffrey Mehlman. In The Purloined Poe: Lacan, Derrida, and Psychoanalytic Reading. Ed. John P. Muller and William J. Richardson. Baltimore: Johns Hopkins UP, 1988. 28-54.*
_____. "Seminar on The Purloined Letter." 1955. Translation by Jeffrey Mehlman. Available online at Lacan.com: Paris-USA Lacan Seminar
     http://www.lacan.com/purloined.htm
    2011
_____. "El seminario sobre La carta robada." In Lacan, Obras completas. Barcelona: RBA, 2004. 1.5-55.*
Toker, Leona. "Laughter in the Dark: Guinea Pigs and Galley Slaves." In Toker, Nabokov: The Mystery of Literary Structures. Ithaca: Cornell UP, 1989. 107-22.*




—oOo—


LUNA




 (Un poema de Eloy Sánchez Rosillo, de La certeza, 2005)

Luna llena que vas serenamente

haciendo tu camino por el cielo de agosto,
moonback
cuánto consuelo al corazón me traes,

qué alivio siento al contemplarte hoy

sobre este mar tan mío.

Me he sentado a mirarte; te estoy viendo

ascender en la noche

y trazar tus efímeros enigmas refulgentes

en las aguas que llegan a la arena

con un leve murmullo.

No hay nada semejante

a tu luz compasiva, esa luz que restaña

tan delicadamente las heridas

inevitables y hondas del vivir.

Con emoción te observo, y voy pensando

que acaso sólo tú logras unir a veces

los distintos momentos de mi vida

con un hilo de plata:

en ti se reconcilian y confluyen

los seres diferentes que en mí se sucedieron,

y el hombre que ahora soy, si tú lo quieres,

encuentra en el amor de tu semblante mágico

al niño que yo era y al muchacho que fui.

Déjame que te cante,

concédeme, señora, que mi voz te celebre

con palabras muy puras,

y no permitas nunca que mis versos traicionen

la verdad que tú eres.

Que tu fulgor me alumbre, que tu piedad me ampare.

Y que cuando se acerque la hora final, mis ojos

te busquen y te encuentren, o te recuerden, mientras

va acabándose el tiempo y todo se termina.

 

Down by the River


Down by the River

martes, 29 de abril de 2014

La comunicación digital (en Aragón)

Vengo del Paraninfo, del acto de presentación del libro La comunicación digital en Aragón, publicado por el equipo de investigación en educación digital de la carrera de Periodismo. Un acto muy académico y formal, con mucho público estudiantil y algún cargo que se ha marchado a mitad (como los periodistas que filman trocitos de muestra del acto). En estos actos me gusta ver lo que Goffman llama la superposición de canales—aparte del canal comunicativo que constituye la base del acto y es el "oficial", están las comunicaciones subrepticias, muchas, que llegan a categoría de canal secundario en especial cada vez que alguien hace algo visible, audible, o que interfiere con el acto, como pasar espectacularmente de puntillas por delante de la presentación, o dejarse caer con todo el equipo de filmación, pongamos. En fin, para esto, léase Interacción estratégica. Había capítulos sobre sitios web y periódicos digitales, radio digital, incluida la de nuestra universidad, televisión digital, agencias de información, etc. Las redes sociales y telefonía móvil me parece que estaban menos tratadas. Aunque anuncia el equipo que en un futuro proyecto se va a centrar no en las TICS sino en las TRICS, o sea, en las tecnologías de la relación, la información y la comunicación.

A lo que voy; que tras los agradecimientos y parabienes y presentación de cada capítulo por los autores, sobre medios digitales, se clausura el acto, en lugar de abrir un turno de preguntas, cosa que es bastante digital, pero poco comunicativa. Claro que parece que había fútbol después, y ya se sabe que el fútbol rige la realidad, en Aragón y en sus alrededores.

Pues aquí queda mi pregunta en el aire, que daría para un capítulo más del libro, y no de los menos interesantes: ¿por qué se publica un estudio sobre los medios digitales y las redes en forma de libro? No, desde luego, para hacer dinero, que es la excusa a la que se invita a pensar cuando se le dice a la gente, con risitas de complicidad, que a ver si compran el libro. La respuesta auténtica, creo, sería altamente instructiva, sobre las redes, sobre los hábitos y protocolos comunicativos, y sobre todo sobre la academia.





Noel Coward's PRESENT LAUGHTER




El Inter donde dozo

El Inter donde dozo

El Inter donde dozo

La Nueva Ilustración Evolucionista


una publicación de Narratología evolucionista - Evolutionary Narratology.


Este blog lo lleva Javier Moreno, et al. Destaquemos, por ejemplo, esta entrevista con Manuel Martín-Loeches, coautor, con Juan Luis Arsuaga, del escelente libro sobre la naturaleza humana El sello indeleble.



La Nueva Ilustración Evolucionista (Javier Moreno)
         2010
 

domingo, 27 de abril de 2014

La prueba definitiva

Un relato sobre sabiduría china, del "Comentario a Lao Tsé" de Han Fei (sigo III a.c.), citado por Albert Galvany en su edición del Arte de la guerra de Sunzi. Es una sátira racionalista de los métodos adivinatorios:


Mediante la previsión se conoce de antemano el movimiento de los seres. Para mí, la previsión consiste únicamente en emitir juicios de cualquier manera, sin pruebas. ¿En qué se basa mi afirmación? Pues en la siguiente anécdota: Yen Ho se encontraba sentado y su discípulo estaba a su lado. Fuera, una vaca mugió y el discípulo dijo: "Se trata de una vaca negra con motas blancas". Yen Ho lo refrendó: "Sí, es una vaca negra y tiene motas blancas en sus cuernos". Enviaron a un muchacho para que lo verificara. Se trataba en efecto de una vaquilla negra cuyos cuernos estaban cubiertos por jirones de tela blanca. Las técnicas de ese maestro Yen, que impresionan al populacho, conducen a la superstición. [...]  Para obtener la prueba definitiva sobre la intuición del maestro fue necesario un muchacho. No fue sino tras su información como tuvieron la certeza de que se trataba de una vaca negra con los cuernos cubiertos de tela. ¡Así pues, Yen Ho, con su maravillosa perspicacia, se devanó los sesos y agotó sus facultades mentales para obtener el mismo resultado que un mocoso!

La Javanaise (3)


evan1




Una canción de Serge Gainsbourg que tocaba yo en tiempos, aquí:





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Dragons & Ribcage

Dragons & Ribcage

1,000,000 Years of Music

Shakespeare's Sonnets in Context

Russ McDonald, "Shakespeare's Sonnets in Context." Lecture at The Shakespeare Institute, Stratford-upon-Avon,  27 Oct. 2011. Online audio at Backdoor Broadcasting Company
    http://backdoorbroadcasting.net/2011/10/russ-mcdonald-shakespeares-sonnets-in-context/
    2014




sábado, 26 de abril de 2014

El principio del derroche ostentoso

Un importante principio de organización social y del comportamiento humano, según la Teoría de la Clase Ociosa de Veblen, es el de la ostentación de la inutilidad, o el principio del derroche ostentoso. Para pertenecer a la clase ociosa, o simular que pertenecemos a ella, hay que lucir capacidad de gasto inútil, y demostrar que no trabajamos en nada productivo:

Abstenerse de trabajar no es sólo un acto honorífico o meritorio, sino que ha llegado a ser un requisito de la decencia. La insistencia en la propiedad como base del prestigio es muy espontánea e imperiosa durante los primeros estadios de la acumulación de riqueza. Abstenerse de trabajar es la prueba convencional de que se es rico y, por lo tanto, la señal convencional de que se ocupa una buena posición social; y esta insistencia en lo meritorio de la riqueza lleva a una más vigorosa insistencia en la ociosidad. Nota notae est nota res ipsius. Según las bien establecidas leyes de la naturaleza humana, la prescripción se apodera ahora de esta prueba convencional de riqueza y la fija en los hábitos mentales de los hombres como algo sustancialmente meritorio y ennoblecedor en sí mismo, mientras que el trabajo productivo, en virtud de un proceso semejante, se hace intrínsecamente indigno. La prescripción acaba por hacer del trabajo, no sólo algo vergonzoso a ojos de la comunidad, sino también moralmente imposible para el hombre noble y libre, e incompatible con una vida digna.
kitchenscenesinclair

(...)

Con excepción del instinto de autoconservación, la tendencia a la emulación es probablemente el más fuerte, más despierto y más persistente de los motivos económicos propiamente dichos. En una comunidad industrial, esta tendencia a la emulación se expresa en una emulación pecuniaria; y esto, por lo que se refiere a las comunidades civilizadas de Occidente, es virtualmente lo mismo que decir que se expresa en alguna forma de derroche ostentoso.

(...)

Bajo la selectiva vigilancia de la ley del derroche ostentoso, va creciendo un código de normas acreditadas de consumo, cuyo efecto es obligar al consumidor a mantener una norma de gasto y de despilfarro en su consumo de bienes y en su empleo de tiempo y esfuerzo. Este crecimiento del uso prescriptivo tiene un efecto inmediato en la vida económica, pero también tiene un efecto indirecto y más remoto en otras facetas de la conducta. Hábitos de pensamiento con respecto a la expresión de la vida en una dirección dada, afectan inevitablemente la visión habitual de lo que también es bueno y justo en otras direcciones. En el complejo orgánico de hábitos de pensamiento que constituyen la sustancia de la vida consciente de un individuo, el interés económico no permanece aislado e independiente de todos los demás intereses. Algo se ha dicho ya, por ejemplo, de su relación con las normas que regulan la buena reputación.

El principio del derroche ostentoso guía la formación de hábitos de pensamiento en lo tocante a lo que es honesto y prestigioso en la vida y en las propiedades. Al hacerlo así, este principio negará otras normas de conducta que primariamente nada tienen que ver con el código del honor pecuniario, pero que poseen, bien directa, bien incidentalmente, un significado económico de cierta magnitud. Así, el canon del derroche ostensible puede, inmediata o remotamente, influir en el sentido del deber, en el sentido de la belleza, en el sentido de la utilidad, en el sentido de la corrección devocional o ritual, y en el sentido científico de la verdad.


An Exhibition I

An Exhibition I

The Sad Café (3)

Aquí coleccionando vídeos míos que encuentro en Aforisme Video. Esta es una de mis canciones favoritas de los Eagles, que son muchas:


viernes, 25 de abril de 2014

In the City

In the City

Samuel Beckett y la Narración Reflexiva

La página web de mi libro sobre Beckett en Prensas Universitarias de Zaragoza:

Samuel Beckett y la narración reflexiva

 

Autor

García Landa, José Ángel

Editorial
Prensas Universitarias de Zaragoza

Colección
Humanidades, 19

Temática
Literatura extranjera (estudios)

ISBN
84-7733-321-1

1992, 316 pp., 15 x 22, Rústica

Español

Reseña
La producción literaria de Samuel Beckett (1906-1989) ha sido desde el principio motivo de controversia. Los primeros críticos la caracterizaban como un juego literario absurdo y perverso, carente de significado. Este libro investiga la obra beckettiana con un enfoque distinto. En él se analizan desde el punto de vista de la Narratología las versiones inglesas de Molloy, Malone muere y El innombrable. La escritura de Beckett se define como esencialmente «reflexiva» o «metaficcional», en el sentido de que la forma deviene el contenido mismo de las novelas. Se examinan, pues, las transformaciones a que Beckett somete las categorías narrativas convencionales para lograr ese objetivo: nuevos usos de la temporalidad y del punto de vista, posibilidad y sentido de una clausura narrativa, papel reservado al receptor implícito, etc.
 


No la había visto. A este libro le dieron el premio de investigación literaria de la Asociación Española de Estudios Anglo-Norteamericanos (AEDEAN), en 1993.  Pero por lo que veo aún no se ha agotado la edición.


jueves, 24 de abril de 2014

García Landa y García Márquez

Sigue la crónica de la muerte tan anunciada de García Márquez. Hoy escribe en el Heraldo Luis Beltrán Almería sobre García Márquez y la Gran Historia, un tema que nos concierne a todos lo sepamos o no: http://prensa.unizar.es/noticias/1404/140424_z0_Heraldo-24-Artes5.pdf

A García Márquez lo leí con gusto en Cien Años de Soledad y con algo de disgusto en El otoño del patriarca; me separa de él bastante su querencia incontrolable por dictadores, reyes, presidentes y mandatarios.

Aunque a quién no le va, lo de figurar un poco, cuando se le da la oportunidad. De hecho, lo más aproximado que he estado a García Márquez ha sido aquí, en el Who's Who in the World, 16ª edición, de 1999, en la sección de los Garcías:




 tiempos del cólera... En 1985.



Pasaporte de mi futuro padre

Pasaporte de mi futuro padre

Bibliografía sobre Hemingway

Hemingway me sale hasta en la sopa, siendo la especialidad favorita de mi cónyuga la Dra. Penas. Ayer en Pamplona me acordé de él, mira, aunque ni lo nombramos, esas cosas que no se dicen. El penúltimo sitio, ésa fue la de anteayer, en un artículo sobre García Márquez, a cuenta de Macondo y Macomber, y cómo matar cada cual su león. Y eso que García Márquez no es muy hemingwayano—pero les marcaba a todos, aunque fuese para hacer otra cosa, como decía Barthelme, otro hemingwayano in absentia. Hoy re-encuentro esta bibliografía, mía pero ya no tan mía, por la red:


—en Predoc.org. A saber cuánto duran estos sitios.

Nota bene: otro sitio donde sale Hemingway, para desautorizarlo—en la historia de la guerra civil de Ricardo de la Cierva, donde se le acusa de describir (mal) una batalla en la que nunca estuvo.

Y hoy, más Hemingway—que no sabemos por fin si nos vamos o no a su congreso en Venecia, en un par de meses. Porque hay que seguirle la pista hasta a Venecia, a Hemingway. Espero no acabar en la sabana—o en Ketchum, Idaho.

martes, 22 de abril de 2014

Marx y la naturaleza humana

Una historia de explotación de recursos. El hombre es una mina para el hombre—pero el petróleo también.

Asistimos a una conferencia de Terry Eagleton, "Why Marx Was Right", en la que Eagleton nos pinta la imagen de un Marx casi por así decirlo de derechas, un humanista interesado en la cultura clásica y en la plena realización de las potencialidades individuales, convergente de hecho con el Oscar Wilde de "El alma humana bajo el socialismo". También un Marx muy cristiano (al igual Eagleton nos sale extraordinariamente católico) por su sentido redentorista de la historia—que vale la pena, a pesar de la larga serie de documentos de barbarie que arrastramos. Un Marx burgués que aprecia los logros del capitalismo y de la burguesía, a la hora de acabar con la tiranía y con la dominación feudal. Para Marx, si la historia es trágica, es una tragedia que acaba bien... no como la veía Schopenhauer, que hubiera preferido que no existiera la humanidad. Marx es un materialista y no un utopista, sabe que la naturaleza humana no cambiará, y que la sociedad socialista no tendrá individuos redimidos.

Y ahí va mi pregunta—le pregunto a Eagleton si hay una interpretación materialista de la naturaleza humana, en la cual pertenece a la sustancia misma del hombre y de su cultura el haberse hecho sobre la base de la explotación mutua, sistemática y organizada. Si esa es la naturaleza humana, ¿va a cambiar? ¿Propone Marx un transhumanismo, una alteración sustancial de la naturaleza humana en la que esa explotación ya no vaya a darse?

Mi propia noción es que se pasa de explotaciones directas, cruentas y crueles, a explotaciones sistémicas, incruentas y mitigadas por una política socialmente conciente, cuando no socialista. Ahora bien. Eagleton se escaquea un tanto sobre la necesidad de la explotación continuada, o sobre si supondría una alteración de la naturaleza humana. Sí insiste en su respuesta en la imbricación del bien y el mal en la realidad humana, y en la voluntad de Marx de mitigar la brutalidad de la civilización y de potenciar lo que permite la realización del potencial humano—lo que él llama socialismo, y que bien puede parecer capitalismo a veces. Comenzaba Eagleton observando que cuando los capitalistas mencionan al capitalismo, y usan ese término, es que algo va mal... y nos avisa del posible colapso total del sistema, o su transformación en algo que apenas podemos prever.

Ahora bien, lo veo a Eagleton demasiado bien dispuesto a aceptar voluntariamente más terrores trágicos (revoluciones, etc.) con vistas a la construcción final del socialismo—a repetir en suma los errores stalinistas que condena explícitamente—en lugar de resistirse cuidadosamente a todo episodio trágico. Viene a pedir al público que se sume a la revolución cuando la vea aparecer, cada cual en su contexto real, porque la historia no se realiza por gracia divina que la impulse desde fuera. (Es lo que Eagleton critica como una visión protestante, le decía a Manuel Barbeito que a Badiou lo ve demasiado protestante en ese sentido).

Lo que yo veo seguro es que la revolución, la aceptemos o no (y normalmente resulta ser inaceptable para quienes piensan  en ella) es algo que nos aterriza encima. No depende de los intelectuales, sino de transformaciones masivas del panorama, de grupos que derrumban el sistema existente e imponen una nueva ley. Es lo que veremos, creo, cuando venga Africa a habitar la habitable y envejecida España. Ya veremos cómo reacciona España, si es que existe.

Quizá otra cosa que falta en Marx es una conciencia de la importancia de los combustibles fósiles, y su agotamiento futuro, a la hora de explicar la historia humana, el chute de energía en vena de la modernidad que estaba pasando ya en 1850. La plusvalía del pleistoceno, por así decirlo: no sólo la explotación del hombre por el hombre, sino  la explotación del planeta por el hombre, y la explotación del pasado por el presente. Vivimos de unos recursos agotables que, además de explotación pasada del hombre por el hombre que nos ha hecho, son otra historia acumulada que también llevamos a cuestas. Y potencialmente muy trágica.




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lunes, 21 de abril de 2014

Somethin' Stupid (2)

Una de mis canciones menos oídas...



 

Otra Venus del espejo

Otra Venus del espejo

Conceptos básicos de narratología

He colgado en el SSRN este capítulo introductorio de mi libro Samuel Beckett y la narración reflexiva. (Zaragoza: Prensas Universitarias de Zaragoza, 1992):

genette gérardConceptos básicos de narratología

http://papers.ssrn.com/abstract=2422327

Resumen: Este trabajo presenta de modo sucinto una introducción a la narratología estructuralista clásica, que seguidamente se aplica al estudio de la narrativa experimental de Beckett en el libro "Samuel Beckett y la narración reflexiva". Se presentan los conceptos básicos de la estructura narrativa (tiempo, aspecto, voz, status, modo) definidos en relación a la estructura comunicativa de la ficción narrativa.

Basic Notions of Narratology (Abstract): This paper presents a brief overview of the main notions of classical structuralist narratology, which will be applied to the study of Beckett's experimental narrative in the book "Samuel Beckett and Reflexive Narrative". The basic concepts of narrative structure (tense, aspect, voice, status and mood) are defined with respect to the communicative structure of narrative fiction.

Note: Downloadable document is in Spanish. 
 
Number of Pages in PDF File: 7
Keywords: Literary theory, Discourse analysis, Stylistics, Narratology, Narrative structure, Narrative voice, Narrative mood, Narrative theory, Narrative fiction, Novel, Communication, Semiotics
Accepted Paper Series

También aparece en estas páginas temáticas del SSRN (con fecha de 15 de abril de 2014):

eJournal Classifications
Cognitive Science Network Subject Matter eJournals
    
        
            
CSN: Narrative & Story (Sub-Topic) - CMBO




Y aquí:


_____. "Conceptos básicos de narratología (Samuel Beckett y la narración reflexiva, 1). Academia  (2015).*
         2015
_____. "Conceptos básicos de narratología (Samuel Beckett y la narración reflexiva, 1). ResearchGate 24 July 2015.*
         2015








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Viajes mentales en el tiempo (Jérôme Dokic - Voyages mentaux dans le temps)

Voyages mentaux dans le temps - une conférence à l'École Normale Supérieure

lundi 10 février 2014

Descriptif

Conférence de Jérôme Dokic dans le cadre des lundis de la philosophie.

Quelle que soit la vérité ontologique les concernant, le passé et le futur se présentent à nous de façon asymétrique. Nous pouvons connaître le passé grâce au souvenir, mais nous ne pouvons qu'anticiper le futur par l'imagination ou l'inférence. Pourtant, les sciences cognitives ont identifié, sur des bases psychologiques et neurologiques, une capacité qui sous-tend tout à la fois une certaine façon de nous remémorer notre propre passé (ce qu'il est convenu d'appeler la mémoire épisodique), et une certaine façon de nous projeter par l'imagination vers notre futur (notamment pour planifier notre existence, proche mais aussi plus lointaine). Cette capacité, apparemment indifférente à l'asymétrie entre le passé et le futur, est appelée "chronesthésie" ou "voyage mental dans le temps". Il s'agit dans cet exposé de dégager quelques implications philosophiques de l'existence de la capacité de nous projeter par procuration dans une situation qui n'est plus, ou pas encore.  Nous ferons la proposition selon laquelle le noeud qui relie le passé au futur sur le plan cognitif se situe au niveau de notre engagement émotionnel.

Jérôme Dokic (EHESS) es autor de Dynamique des états mentaux (2004), su tesis doctoral y Qu'est-ce que la perception (Vrin).

Este trabajo está realizado conjuntamente por Dokic con su antigua doctoranda Marguerite Arcangeli, autora de una tesis sobre la imaginación.

Va a reflexionar sobre las relaciones entre la capacidad de recordar el pasado y la facultad de anticipar el futuro. Tesis:
1) Que ambas facultades, memoria y anticipación, descansan sobre un núcleo común, una forma de la imaginación que permite viajar en el tiempo, la cronestesia.
2). Que esta forma implicada de imaginación tiene una estrecha relación con nuestros afectos y emociones.

La facultad de anticipar el futuro implica la representación más o menos definida de una situación futura que nos afecta. O de modo más general, una situación genereal que se producirá. Nos basamos para ello en nuestro acervo de conocimiento sobre el curso general de las cosas—para anticipar lo que nos sucederá, o lo que sucederá en general, en el futuro, basándonos en el pasado.

La anticipación parece ser asimétrica con respecto al pasado y al presente. Estos se basan en la memoria y la percepción, tenemos acceso cognitivo a ellos: pero no tenemos acceso cognitivo a un futuro que no se ha producido aún.  La anticipación depende sin embargo del pasado, y depende instrumentalmente de la memoria. ¿Serían, sin embargo facultades opuestas, asimétricas? Esta conclusión la rechazaremos, y veremos que la relación entre nuestras capacidades de reconstruir el pasado y el futuro es una relación constitutiva y no meramente instrumental.

Más en concreto: Una forma específica de anticipación, y una forma específica de memoria, comparten un núcleo cognitivo: esta capacidad de viajar mentalmente en el tiempo que es la cronestesia.

Relación entre la memoria  y la anticipación. Bergson o Russell distinguieron entre dos formas de memoria: una memoria impersonal de hechos históricos en los que nos vemos o no implicados; son recuerdos declarativos, que se pueden expresar en la lengua. (Esta memoria declarativa, verbal, se opone a otro tipo de memoria procedimental, "saber hacer" algo, saber ir en bicicleta tras una amnesia, etc.). Esta primera forma de memoria es factual o semántica, se puede verbalizar con un complemento proposicional: me acuerdo de que.... la batalla de Marignan tuvo lugar 1515, o de que tuve una enfermedar pulmonar de niño, son datos que se recuerdan, y pueden referirse bien a nuestra vida, bien a hechos anteriores.

La otra forma de memoria (también 'declarativa' y no procedimental) que nos interesa, es la memoria episódica, personal. Se expresa con complementos nominales: me acuerdo de mi primer vuelo en planeador. Así pues, puedo acordarme de que me caí por las escaleras de niño, pero no por ello tengo que acordarme (episódicamente) de la caída. El recuerdo factual no viene acompañado de un recuerdo episódico, desde dentro. Un recuerdo semántico-factual referido a nuestra vida no va acompañado necesariamente de un recuerdo episódico al respecto del incidente en cuestión.

A partir de los 80, la neuropsicología ha reconocido la diferencia filosófica entre estas dos formas de memoria, que se resuelven en redes neurales diferenciadas.  La memoria declarativa semántica puede conservarse a pesar de la pérdida del recuerdo episódico. (Esto se ve en las lesiones en el hipocampo, que pueden hacer desaparecer la memoria episódica personal, conservando la semántico-declarativa).

Otro descubrimiento: que la memoria episódica del hipocampo va ligada a la capacidad de anticipar acontecimientos personales futuros, compartiendo ambas capacidades la misma red neural. Y las lesiones en el hipocampo van acompañadas de una dificultada para anticipar detalles episódicos del futuro personal. No consiguen los pacientes meterse en la piel de su yo futuro—aunque no tienen dificultad para anticipar acontecimientos públicos del futuro. Hay así dos formas de anticipación bien distintas al parecer: la semántica y la episódica. Dos formas de memoria van ligadas a dos formas de anticipación, según la neurociencia cognitiva.

El ser humano es capaz de revivir detalladamente un episodio personal tal como lo recuerda (la evidencia sobre otros animales es controvertida).  La mayoría de los psicólogos considera que la memoria episódica está reservada al ser humano.  (Por cierto que la memoria semántica-declarativa no es menos exclusiva del ser humano, en todo caso más... Habrá que suponer que la memoria de los animales es en gran medida procedimental, y en todo caso limitadamente episódica, pero difícilmente puede considerarse semántico-declarativa, pues este tipo de memoria va unida al conocimiento socialmente comunicado y compartido, y formulado en narraciones, historias, calendarios, etc.—JAGL). Pero vemos que el ser humano también tiene al parecer la capacidad exclusiva de anticipar detalladamente o pre-vivir en la imaginación episodios mentales futuros personales, tal como los prevé o planifica. (Una vez más, trazaría yo en este punto un continuo mayor con los animales, con la interpretación procedimental de procesos futuros inmediatos, personales o no— y enfatizaría más la exclusividad humana de la anticipación semántico-declarativa, ligada a la comunicación pública y al mundo simbólico.—JAGL).

Según Endel Tulving, estos dos tipos de experiencia (la memoria personal y la anticipación personal) van unidas a un tipo de consciencia que llama autonoética (a partir del vocabulario fenomenológico),  un tipo de conciencia que subyace al conocimiento que posee el individuo de su propia existencia e identidad en el tiempo subjetivo, de su propio pasado personal hasta hoy, de su vida personal, y que va dirigida a su futuro personal. Los seguidores de Tulving se han centrado más en sus experimentos neuroanatómicos en el estudio de la memoria, aquí enfatiza Dokic la anticipación y su conexión con la memoria. La memoria y la anticipación episódicas descansan, pues, en una facultad común que podemos llamar la cronestesia, una competencia cognitiva exclusiva del ser humano.

(Aunque algunos animales tienen la capacidad de construir mapas del tiempo más simples. Ver Carl Zimmer, "Animal Time Travellers"—JAGL).

¿Viajar mentalmente en el tiempo, cómo va a ser posible, si por necesidad nuestra situación mental en el presente es distinta de la que fue en el pasado o de la que suponemos será en el futuro? Las diferencias pueden ser conceptuales, epistémicas, o emocionales. No seremos exactamente la misma persona a lo largo del tiempo. ¿Es una quimera o forma de ilusión, entonces, el viaje mental en el tiempo?

Pero hay una manera de resolver este enigma, examinando la estructura de los estados imaginativos que están en juego en estos viajes en el tiempo. La paradoja mencionada afecta a toda representación narrativa del yo. Para Peter Goldie (que se basa en Ricœur), una autonarración implica una doble perspectiva cognitiva (se exteriorice o no): una perspectiva externa diferente de una perspectiva interna, aun si las dos son de la misma persona, tal como es el recuerdo autobiográfico.

(Por otra parte, de algunas experiencias personales podemos tener recuerdos conceptuales (digamos 'heredados' de otros) pero no de memoria episódica personal: según muchos psicólogos estos recuerdos episódicos de memoria personal, si son "autonoéticos" o ligados a la consciencia reflexiva del yo, pueden codificarse sólo a partir de los tres/cuatro años. Así se explica la amnesia infantil de todos los adultos).

La noción de narración según Goldie va más allá del lenguaje. La imaginación es narrativa, conceptual, y en tanto que conceptual es verbalizable: pero no necesariamente es verbalizada o verbal. Pero un estado imaginativo no es una narración, es una representación mental. Goldie usa el término narración para ambas cosas.

En tanto que narración mental, imaginarse a uno mismo en otra situación supone (dice Goldie) un hiato irónico, donde nos imaginamos entre dos perspectivas distintas: la interna del sujeto, y la de un narrador virtual externo. (Son perspectivas epistémicas, conceptuales). Pueden no coincidir asimismo en las emociones, estas dobles perspectivas, aparte de ser perspectivas epistémicas.

Un pequeño excurso ahora, por la filosofía del lenguaje y la retórica, para comprender mejor estas dobles perspectivas:

En la lengua natural tenemos recursos para expresar estas diversas perspectivas, por ejemplo el estilo indirecto libre (p. ej. en Madame Bovary). Puede explicarse con dos contextos de referencia, el del personaje y el del enunciador, y de ahí la mezcla de dos centros de referencia temporales en el mismo texto, el del personaje y el del enunciador, por ej. "Pensó que mañana vendría..." etc. . El presente histórico sería otro ejemplo de estos dos contextos: "Hace sesenta años, Japón ataca Pearl Harbor". O el uso de adverbios temporales de presente en una biografía de Mozart: "à présent".... etc.

Un solo estado imaginativo relativo a un viaje mental en el tiempo, pues, presenta dos perspectivas, la del sujeto imaginado y la de un narrador virtual. (La complejidad perspectívistica de Goldie-Ricoeur, se puede llamar). Pero hay que completar esta noción para aplicarla a los viajes mentales en el tiempo.  La perspectiva externa puede ser de un enunciador que puede ser un narrador real o de una narrador virtual en un relato literario. Es tentador imaginar que en los viajes del tiempo la perspectiva externa se identifica con la propia situación nuestra, presente y real, la de los que estamos imaginando, la del sujeto imaginante.

Pero hay que complicarlo un poco, pues el narrador virtual puede ser diferente del sujeto imaginante. Habrá que distinguir entonces no dos, sino tres centros de referencia o perspectivas que intervienen en estos viajes mentales del tiempo: 1) la perspectiva del sujeto imaginado (emocional o epistémica), y 2) la del narrador virtual que presenta esa situación desde determinada perspectiva; pero está también 3) la perspectiva del sujeto imaginante, que no tiene por qué coincidir con ella en concreto emocionalmente, pues aquí nos centramos en las emociones. Esta tercera perspectiva, la mía del sujeto imaginante, es la única que es realmente externa al acto de imaginación; las dos primeras constituyen ese acto. La segunda (la del narrador virtual) podría considerarse interna al acto de imaginación pero externa al acontecimiento imaginado. El narrador cuando es realmente virtual no se identifica con ningún protagonista del mundo imaginado, es realmente virtual y colorea el mundo imaginado con su propia perspectiva.

Ilustremos tres casos de imaginación con este esquema tripartito, concentrándonos en las emociones o disposiciones afectivas del sujeto.

1) Un caso de imaginación libre (cuando el sujeto no se siente directamente concernido por las consecuencias de lo que se imagina; no es una imaginación comprometida—es un puro juego con lo posible o lo contrafactual). Si es que existe tal imaginación libre. Me imagino que soy candidato a presidente de Francia. (Pura imaginación, pues soy suizo). Me puedo imaginar que estoy inquieto esperando los resultados, quería ganar, etc. Pero el narrador virtual que presenta esta situación imaginativa desde determinada perspectiva puede encontrarse en un estado emocional diferente, sobre todo si tiene una perspectiva epistémica superior. Podemos representar esa situación como feliz, por ejemplo, por ganar (segunda perspectiva). Construyo la situación como una situación en la que he ganado. Pero yo no tengo por qué compartir esa perspectiva del narrador: yo el suizo que imagina (tercera perspectiva), puedo ser indiferente a ese resultado. Estas tres perspectivas no están en el mismo plano. Las dos primeras pueden ser puramente virtuales. La primera es la del personaje imaginado, y la segunda no corresponde ni a la del personaje, ni a mí mismo, es la de un narrador virtual y no tiene por qué corresponder a la de ningún sujeto real de hecho, ni a la del sujeto imaginado, ni a la del imaginante—pero que colorea la perspectiva de lo imaginado.

2) Otro caso en el que me veo más concernido por las consecuencias de la imaginación. Aquí se trata de una imaginación más comprometida con los hechos no puramente contrafactuales, sino juzgados como reales o probables. La imaginación comprometida puede volverse al pasado por medio de la memoria episódica. Supongamos que revivo mentalmente un incidente que viví la víspera: me adormilé un momento al volante mientras iba por la autopista a 120 km/h. Como en el caso de la imaginación libre, podemos distinguir tres perspectivas emocionales. Primero, recuerdo el estado afectivo en el que me encontraba: tranquilo, algo entumecido, hundiéndome apaciblemente en el sueño. Segundo: la perspectiva del narrador virtual: aterrorizado, porque se me ve precipitándome hacia un accidente, aunque por suerte pude corregir mi trayecto y escapé del accidente. Tercero: Alivio, en el presente (en este ejercicio particular), por haber escapado a un accidente grave (imaginado). Contrariamente al caso anterior de la imaginación libre, en el que sólo la tercera perspectiva del imaginador es real, aquí hay dos perspectivas reales: además de la del sujeto imaginante, la del sujeto imaginado (la primera) es un recuerdo verídico, es decir, si estaba tranquilo en el momento de ir a sufrir una salida de la carretera, y me acuerdo de este estado emocional. Como en la imaginación libre, la segunda perspectiva, la intermedia, sigue siendo virtual, aunque sea reconstruida por el sujeto imaginante que elige presentar el incidente bajo una luz desfavorable; el narrador sabe que el peligro es grande, y esta perspectiva corresponde a la que hubiera tenido el sujeto imaginante si hubiera podido contemplar el incidente desde una perspectiva externa. La escena se habría percibido como realmente peligrosa, y el narrador virtual juega el papel de un observador que así lo ve.

3) De manera igualmente pertinente para lo que nos ocupa, la imaginación comprometida puede volverse igualmente hacia el futuro, a través de la anticipación episódica. Supongamos que hoy anticipo un examen importante que he de pasar mañana. Los tres niveles de perspectiva aplicados en mi esfuerzo imaginativo podrían ser como sigue. 1) la primera perspectiva: me imagino respondiendo a la pregunta del examinador lleno de confianza en mí mismo. 2) Me puedo representar este episodio desde la perspectiva de un narrador virtual que sabe que la respuesta que doy es errónea. La situación imaginada es entonces vergonzosa o embarazosa—es la perspectiva intermedia del narrador virtual—en la medida en que mi yo futuro revela su conocimiento defectuoso del tema. Y 3) experimento en el presente temor o ansiedad ante la perspectiva de un examen mal preparado. Como en la imaginación libre, la única perspectiva real aquí es la del sujeto imaginante, la tercera perspectiva, al menos si aceptamos la hipótesis metafísica de que la situación futura todavía no existe.

Por tanto, los dos ejemplos de imaginación comprometida difieren de la imaginación libre en un punto esencial, referido a la articulación entre la segunda y la tercera perspectiva: eso es lo que diferencia a la imaginación libre, al primer caso concreto presentado, de los dos casos de imaginación comprometida (respectivamente, al pasado y al futuro). En el caso de la imaginación libre, la perspectiva emocional del narrador virtual puede variar independientemente de la perspectiva del sujeto imaginante: como hemos visto, puedo experimentar indiferencia con respecto a mi candidatura a la elección presidencial, mientras que si recordase o anticipase esa candidatura, mi emoción presente tendría una forma totalmente distinta, puesto que estaría en función de la del narrador virtual—al menos, de las emociones del narrador virtual, y de otras cosas también, del contexto epistémico, afectivo, etc., del sujeto que imagina. Pero la idea es que la tercera perspectiva sería modelada por la segunda perspectiva, la del narrador virtual, que es lo que no se observa en el caso de la imaginación libre.

Es cierto que esta independencia supuesta en la imaginación libre entre la segunda y la tercera perspectiva, entre la del narrador virtual y la del sujeto que imagina, no es absoluta. Viene limitada por diversos fenómenos, entre ellos lo que podemos llamar la resistencia imaginativa. Es un fenómeno que puso de manifiesto David Hume en un texto famoso, "The Standard of Taste", o 'la regla del gusto'. Hume observa que tenemos dificultades para construir imaginativamente ("libremente") escenarios que son incompatibles con nuestra perspectiva moral real: por ejemplo, es repugnante imaginar un mundo en el que el infanticidio es moralmente permisible. Si bien Hume no menciona específicamente la ficción, la resistencia imaginativa puede surgir también en situaciones filtradas por un relato. Por ejemplo el malestar de muchos lectores de American Psycho de Bret Easton Ellis, cuando los asesinatos no son condenados moralmente por el narrador, que es un psicópata. El mundo representado en la novela es tan distinto del mundo que conocemos que la inmersión en la ficción se vuelve difícil, si no imposible.

Una controversia en otorno a la "resistencia imaginativa" se refiere a si se limita a la moral o creencias del sujeto, o si afecta también a otras dimensiones ontológicas; es una cuestión importante, pero en todo caso, si hay algo como la resistencia imaginativa, se refiere a la relación entre la segunda y la tercera perspectiva. La tercera no puede variar tan libremente como podría uno pensar con respecto a la perspectiva del narrador virtual; es decir, hay restricciones a la variación de la imaginación libre, y se podría decir que en última instancia no existe la imaginación totalmente libre. Pero en fin, aunque se defienda esta tesis, hay una independencia relativa entre la segunda y la tercera perspectiva que no se da en las formas de la imaginación comprometida.

Otro ejemplo de permeabilidad entre la segunda y la tercera perspectiva es el contagio emocional. A veces las emociones del narrador se encuentran, de manera irreal, en el sujeto imaginante. Un caso bien conocido de contagio emocional es el caso del jinete del lago de Constanza, célebre por una balada de Gustav Schwab, y mencionado por Freud en una de sus cartas. Un jinete cruza una amplia llanura nevada antes de llegar a un pueblo. Le pregunta a un habitante dónde se encuentra el lago de Constanza. El habitante le responde que acaba de cruzarlo a caballo. Al darse cuenta de que ha pasado cabalgando sin precauciones por un lago helado, el jinete muere de espanto al momento. Imaginando la escena pasada desde el punto de vista del narrador virtual, aterrorizado por el hecho de que el suelo nevado era sólo una fina capa de hielo, cosa que el jinete evidentemente no sabía, el jinete experimenta el mismo pavor que el narrador, algo que resulta inapropiado, pues el interesado está ahora mismo a salvo en tierra firme. Es un caso, por tanto, en el que la frontera entre la segunda y la tercera perspectiva es permeable. (Podríamos denominarlo un caso de ruptura de marco, en ese sentido, similar a lo que Genette denomina 'metalepsis' —JAGL).

No podemos desarrollar esta cuestión, dice Dokic, pero cree que todos los casos de contagio emocional son casos en los que la segunda perspectiva se encuentra en el tercer plano, el plano del sujeto que imagina. Hay quizá un caso en el que el contagio pasa directamente del primer nivel al tercero, por ejemplo si me pongo triste al imaginar a alguien que está triste—ahí hay un tipo de contagio que parece pasar directamente de la perspectiva del sujeto que imagino, que está triste, que imagino triste, a causar mi respuesta afectiva real: me pongo triste al imaginar a alguien que está triste. Sería un caso bastante general y bastante poco controvertido de contagio emocional. Aquí no lo puedo desarrollar, pero pienso (dice Dokic) que todos los casos de contagio emocional pasan por el segundo nivel. por la perspectiva intermedia del narrador virtual.

Pero bueno, podemos considerar que en este caso las emociones experimentadas por el sujeto imaginante son en cierto sentido irracionales o inapropiadas, en contraste con los casos en los que se respetan las fronteras entre las tres perspectivas, aunque haya relaciones de dependencia entre la segunda y la tercera perspectiva en el caso de la imaginación libre.

Así pues, en los casos auténticos de imaginación libre, los estados afectivos del narrador virtual están desenganchados de los del sujeto imaginante. Es al menos el rasgo esencial que distingue este uso de la imaginación del otro, de la imaginación comprometida. En este otro caso, la perspectiva del sujeto imaginante está en función de la perspectiva del narrador virtual.  (Yo lo expresaría al revés: la perspectiva del narrador virtual —que es una construcción operativa de la retórica mental— está en función de la perspectiva del sujeto imaginante.—JAGL). Las dos perspectivas pueden en última instancia coincidir, en los casos en los que el narrador virtual se adhiere a la perspectiva del sujeto imaginante. En los ejemplos que hemos dado se han hecho resaltar las diferencias entre las tres perspectivas, pero en algunos casos puede que no haya más que dos perspectivas, pues hay identidad entre la segunda y la tercera: el narrador virtual puede adoptar la perspectiva del sujeto imaginante, no está prohibido. Pero es posible desplazar el punto de evaluación del narrador virtual en la imaginación, y tenemos casos de imaginación comprometida en los que precisamente esta licencia que se concede al narrador virtual viene restringida ya sea por la memoria episódica, ya sea por la anticipación episódica.

(Compárese esta descripción perspectivística de los viajes en el tiempo de Dokic, con lo que en narratología clásica se denomina la perspectiva del personaje, la del narrador, y la del autor implícito.... Y aún podríamos añadir para más complejidad la del focalizador, y las perspectivas del lector real, del lector implícito y del autor real. Allí también se habla con frecuencia de que estas diferencias pueden ser activadas o no, según el caso, haciendo coincidir determinadas perspectivas una con otra, por ejemplo, con un narrador autorial.—JAGL). 

El punto importante, lo que distingue a la imaginación comprometida es el hecho de que la perspectiva emocional del narrador modula directamente (y con directamente quiero decir sin la mediación de creencias u otras representaciones conceptuales) la perspectiva emocional del sujeto imaginante. Las consecuencias de lo que se imagina son integradas directamente por el sujeto en su modelo de la realidad. Por ejemplo, si me siento aliviado al evocar en la imaginación el riesgo de accidente de la víspera, es porque me he representado ese accidente como peligroso, por vía de un narrador virtual. O bien, si me siento ansioso la víspera de un examen, es porque anticipo con embarazo las respuestas erróneas que no voy a dejar de dar en esta ocasión.

Si el rasgo que diferencia a la imaginación comprometida de la imaginación libre es la dependencia o la covariación entre la segunda y la tercera perspectiva (entre la perspectiva del narrador y la del sujeto imaginante), ¿qué podemos decir de la diferencia entre las dos modalidades de imaginación comprometida, la que se vuelve al pasado y la que se vuelve hacia el futuro? Evidentemente, la perspectiva del narrador se ve sujeta a las restricciones propias de esta modalidad. En el caso de la imaginación comprometida vuelta hacia el pasado, la perspectiva del narrador virtual se ve restringida por el conocimiento de lo que sucedió realmente, aunque se haya adquirido ulteriormente. (Vemos aquí el planteamiento básico para un buen análisis de lo que supone la 'falacia narrativa' o falacia retrospectiva, el 'hindsight bias'.—JAGL). En general, el narrador sabe siempre más, o al menos lo mismo, que el [personaje] en el momento pasado, pero puede saber menos que el sujeto (imaginante) en el momento presente. Por ejemplo, en el caso del accidente, el narrador sabe que el sujeto imaginado corre un gran peligro, porque tiene un punto de vista externo a la situación. No sabe todavía que el accidente se va a evitar por los pelos. Por eso el narrador colorea el mundo imaginado: es el miedo o terror del narrador lo que arroja una luz particular, una luz específica sobre el mundo imaginado. Pero el sujeto (imaginante), a menos que sufra contagio emocional, no tiene por qué sentir miedo: al contrario, puede sentirse aliviado.

Igualmente, en el caso en que me imagino a alguien que está triste, puedo experimentar compasión, y no necesariamente tristeza: tristeza y compasión no son las mismas emociones, pero la compasión puede ser una función de la tristeza experimentada por el sujeto imaginado, o por el narrador virtual que se representa al sujeto imaginado de determinada manera.

En el caso de la imaginación comprometida orientada hacia el futuro, la perspectiva del narrador tiene forzosamente un anclaje epistemológico menor. En general el narrador tiene conocimientos al menos parcialmente imaginarios, que derivan solamente de lo que el sujeto presente considera que es posible o realizable en el futuro. La anticipación episódica depende en el plano epistémico de la memoria episódica, pero la primera, al contrario que la segunda, no puede considerarse una fuente de conocimiento de la realidad.

Hay otras cosas que podríamos decir sobre las diferencias entre estas dos modalidades de la imaginación comprometida, pero por ceñirnos al tiempo vamos a dar cuatro conclusiones:

1) A pesar de las asimetrías metafísicas y epistémicas entre nuestra relación al pasado y al futuro —y podemos considerar que estas asimetrías epistémicas están fundadas en las asimetrías metafísicas: puesto que el futuro no existe todavía, no podemos conocerlo— la memoria y la anticipación del futuro mediante la imaginación tienen un núcleo común. Las dos facultades implican una competencia común: la capacidad de viajar mentalmente en el tiempo, lo que los psicólogos llaman cronestesia. Está constituida por una modalidad específica de la imaginación, a saber, la imaginación comprometida, una categoría que raramente es reconocida por la literatura. Se habla de memoria afectiva—y no he dicho nada sobre la relación entre la imaginación comprometida y la memoria afectiva, pero lo podemos tratar en la discusión si quieren.

Hay un debate sobre la memoria afectiva: sólo por mencionarlo de paso, el debate sobre la memoria afectiva es análogo al debate sobre la imaginación; es decir, ciertos filósofos consideran que el debate entre la memoria y las emociones no puede ser más que de dos tipos: o bien se acuerda uno de la emoción que teníamos en el pasado, o bien nuestro recuerdo actual causa una emoción presente. No habría otras posibilidades de que la emoción pueda intervenir en el recuerdo, no habría tercera posibilidad. (En puridad, una emoción actual puede también generar un FALSO recuerdo. Y habría que incluir otras posibles falacias retroactivas relativas a la emoción, como la que consiste en proyectar nuestra emoción actual a un pasado bien recordado "factualmente" pero en el que no tuvimos esa emoción, que ahora se ve transferida a ese pasado indebidamente—quizá sea eso el segundo caso al que se refiere Dokic, pero habría que especificarlo más.— JAGL). 

2) Esta tesis (la de que sólo hay dos tipos de relación entre memoria y emociones) podría también reformularse en el caso de la imaginación, y es la tesis que aquí hemos cuestionado porque descuida como mínimo el papel del narrador virtual y por tanto de la perspectiva intermedia entre la del sujeto imaginado y la del sujeto imaginante. Podemos hablar así de imaginación afectiva, si quieren, siguiendo el modelo de la noción de memoria afectiva que como saben oponía entre sí a los psicólogos, sobre todo en Francia a finales del siglo XIX y principios del XX. Así pues, existe esta modalidad o uso de la imaginación que es la imaginación comprometida, común a la memoria y a la anticipación del futuro.

3) Tercera tesis: la imaginación libre o comprometida implica tres tipos de perspectiva al menos en principio. 1) la perspectiva siempre real del sujeto imaginante, 2) la perspectiva del sujeto imaginado, típicamente diferente de la del sujeto imaginante, y 3) la perspectiva del narrador virtual que colorea el mundo imaginado,  y que puede divergir de las otras dos perspectivas. Es ésta una caracterización que vale tanto para la imaginación libre como para la imaginación comprometida.

4) Pero, última tesis, lo que distingue la imaginación libre de la imaginación comprometida, es el agarre directo sobre el estado emocional del sujeto imaginante. Un agarre directo que es una modulación que no viene mediatizada por creencias, por razonamientos, por estados conceptuales, sino que forma parte de la arquitectura emocional de la imaginación.

La conclusión según la cual la imaginación comprometida puede volverse hacia un futuro que por definición es incierto puede parecer sorprendente, y sin embargo nuestras respuestas afectivas muestran que en la anticipación episódica tratamos los estados de cosas futuros como si fuesen reales, aunque no lo sean todavía. Y esto se aplica también al yo: en la anticipación nos consideramos como si fuésemos reales, mientras que a fortiori aún no estamos presentes en la situación futura. Esta forma de anticipación es muy diferente del razonamiento puramente contrafactual o de la imaginación libre, aun en los casos en que éstos aplican en dirección al futuro. Parece ser una capacidad exclusivamente humana, aunque sea una cuestión controvertida, y sin duda se halla en ella el origen de nuestra identidad personal a través del tiempo... Pero eso es la segunda parte que quería inicialmente desarrollar, en su relación con la metafísica del yo. Me detendré aquí sin embargo por atenerme al límite de tiempo.








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